ALFONSO MATA
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Los estudios de dieta y enfermedad mental, han demostrado que muchos pacientes con enfermedad mental y trastornos de comportamiento, toman malas decisiones alimentarias y de selección de alimentos. Por ejemplo, la depresión es un trastorno que además de síntomas mentales como aumento de la tristeza y la ansiedad, estado de ánimo deprimido y pérdida de interés en actividades placenteras, provoca pérdida de apetito. De esa cuenta, algunos estudios han informado que los aminoácidos triptófano, tirosina, fenilalanina y metionina, a menudo son útiles en el tratamiento de muchos trastornos del estado de ánimo, incluida la depresión.

Varios estudios han revelado que el potencial genético completo del niño para el desarrollo físico y el desarrollo mental, puede verse comprometido debido a la deficiencia (incluso subclínica) de micronutrientes.  Cuando los niños y adolescentes con un estado nutricional deficiente están expuestos a alteraciones de las funciones mentales y conductuales, pueden corregirse mediante medidas dietéticas, pero sólo en cierta medida.  Se ha observado que la composición de nutrientes de la dieta y el patrón de las comidas, puede tener efectos beneficiosos o adversos, inmediatos o a largo plazo.  Las deficiencias dietéticas de antioxidantes y nutrientes (oligoelementos, vitaminas y micronutrientes no esenciales como los polifenoles) durante el envejecimiento pueden precipitar enfermedades cerebrales, que pueden deberse a la falla del mecanismo de protección contra los radicales libres. Aprendamos cómo influyen ciertos nutrientes en la salud mental.

CARBOHIDRATOS

Se ha encontrado que afectan el estado de ánimo y el comportamiento.  Comer una comida rica en carbohidratos, desencadena la liberación de insulina.  La insulina ayuda a que el nivel de azúcar en la sangre llegue a las células, donde puede usarse como energía y, simultáneamente activa la entrada de triptófano en el cerebro.  El consumo de dietas bajas en carbohidratos, tiende a precipitar la depresión, ya que la producción de sustancias químicas cerebrales como la serotonina y el triptófano que promueven la sensación de bienestar, se desencadena por los alimentos ricos en carbohidratos.  Se sugiere que los alimentos de bajo índice glucémico (IG), como algunas frutas y verduras, cereales integrales, pastas, etc. tienen más probabilidades de proporcionar un efecto moderado pero duradero en la química cerebral, el estado de ánimo y el nivel de energía que los alimentos con IG alto, principalmente dulces, que tienden a proporcionar un alivio inmediato pero temporal.

PROTEÍNAS

La ingesta de proteínas y, a su vez, los aminoácidos individuales, pueden afectar el funcionamiento del cerebro y la salud mental.  Muchos de los neurotransmisores en el cerebro, están hechos de aminoácidos.  El neurotransmisor dopamina, está hecho del aminoácido tirosina y el neurotransmisor serotonina está hecho del triptófano. Si hay una falta de estos dos aminoácidos, no habrá suficiente síntesis de los respectivos neurotransmisores, lo que se asocia con un bajo estado de ánimo y agresividad en los pacientes.  La acumulación excesiva de aminoácidos, también puede causar daño cerebral y retraso mental.

ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES

El cerebro es uno de los órganos con el mayor nivel de lípidos (grasas).  Son constituyentes estructurales de las membranas y se estima que la materia gris contiene un 50% de ácidos grasos que se suministran a través de la dieta.  Se ha observado que la disminución del colesterol en plasma mediante dieta y medicamentos, aumenta el problema de ciertos problemas de salud mental.

VITAMINAS

Según un estudio publicado en Neuropsychobiology1, la suplementación de nueve vitaminas superior a la ingesta diaria recomendada (RDA) normal durante un año, mejora el estado de ánimo tanto en hombres como en mujeres.  Esta mejora del estado de ánimo se asoció particularmente con la ingesta mejorada de vitamina B2 y B6.  En las mujeres, la cantidad de la vitamina B1 estaba relacionado con el mal estado de ánimo y una mejora en el mismo después de 3 meses, se asoció con un mejor estado de ánimo. Se sabe que la tiamina modula el rendimiento cognitivo particularmente en la población geriátrica.

Los ensayos clínicos han indicado que la vitamina B12 retrasa la aparición de signos de demencia (y anomalías sanguíneas), si se administra en una ventana de tiempo clínica precisa, antes de la aparición de los primeros síntomas y en general mejora las funciones cerebrales y cognitivas en los ancianos; con frecuencia promueve el funcionamiento de los factores relacionados con el lóbulo frontal, además de la función del lenguaje de las personas con trastornos cognitivos.  Los adolescentes que tienen un nivel límite de deficiencia de vitamina B12 desarrollan signos de cambios cognitivos.

Se ha observado que los pacientes con depresión tienen niveles de folato en la sangre en promedio, un 25% más bajos que los controles sanos. También se han identificado niveles bajos de folato como un fuerte factor predisponente al mal resultado de tratamiento antidepresivo.  Un estudio controlado demostró que 500 mcg de ácido fólico, mejora la eficacia de la medicación antidepresiva. El papel fundamental del folato en las vías metabólicas del cerebro ha sido reconocido por varios investigadores que han observado que los síntomas depresivos se suelen acompañar con deficiencia de folato. Aún no está claro si la mala nutrición, como síntoma de depresión, causa deficiencia de folato o la deficiencia

primaria de folato produce depresión y sus síntomas.

MINERALES

Un estudio reciente mostró que los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) inhiben la absorción de calcio en los huesos.  Además de esto, los ISRS también pueden disminuir la presión arterial en las personas, lo que resulta en caídas que pueden conducir a la fractura de los huesos.  La prescripción indiscriminada de ISRS y la ingestión en pacientes en riesgo de depresión u otros problemas de salud mental pueden aumentar el riesgo de fracturas.  El hecho de que se está envejeciendo y tomando otros medicamentos, también pueden predisponerlos a la osteoporosis.

CROMO: Se han registrado muchos estudios sobre la asociación del cromo en la depresión humana que indican el valor que tiene este micronutriente en la salud mental.

YODO: El yodo juega un papel importante en la salud mental. El yodo proporcionado por la hormona tiroidea asegura el metabolismo energético de las células cerebrales.  Durante el embarazo, la reducción de la dieta de yodo induce una disfunción cerebral severa, que finalmente conduce al cretinismo.

HIERRO: La deficiencia de hierro se encuentra en niños con trastorno por déficit de atención/ hiperactividad.  Las concentraciones de hierro en la arteria umbilical son críticas durante el desarrollo del feto y en relación con el cociente intelectual en el niño. La anemia infantil con su deficiencia de hierro asociada se relaciona con alteraciones en el desarrollo de las funciones cognitivas. A la fecha se ha encontrado que el doble de mujeres que de hombres están clínicamente deprimidos.  Esta diferencia de género comienza en la adolescencia y se vuelve más pronunciada entre las mujeres casadas de entre 25 y 45 años, con hijos.  Además, las mujeres en edad fértil experimentan más depresión que en otros momentos de sus vidas.  Estos indican la posible importancia del hierro en la etiología de la depresión ya que se sabe que su deficiencia causa fatiga y depresión.  La anemia por deficiencia de hierro se asocia, por ejemplo, con apatía, depresión y fatiga rápida al hacer ejercicio.

LITIO: Su elección para el trastorno bipolar con propiedades antimaníacas, antidepresivas y antisuicidas, también incluye su uso como un agente de aumento en la depresión, el trastorno esquizo-afectivo, la agresión, el trastorno del control de los impulsos, los trastornos alimentarios, los TDA y en ciertos subconjuntos de alcoholismo.

SELENIO: La baja ingesta de selenio está asociada con un estado de ánimo más bajo. Los estudios de intervención con selenio en enfermos, revela que el selenio mejora el estado de ánimo y disminuye la ansiedad.

ZINC: El zinc participa, entre otros, en el proceso de la gustación (percepción del gusto).  Al menos cinco estudios han demostrado que los niveles de zinc son más bajos en aquellos con depresión clínica. Además, la investigación de intervención muestra que el zinc oral puede influir en la eficacia de la terapia antidepresiva. El zinc también protege las células cerebrales contra el daño potencial causado por radicales libres.

1 Benton D, Haller J, Fordy J. Vitamin supplementation for one year improves mood. 1995;32:98–105

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