Alfonso Mata
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NUESTRA LIMITACIÓN INFORMÁTICA

En la última década, el estado de la salud de la población guatemalteca es difícil de determinar pues las estadísticas, su estandarización y el análisis de datos, dista mucho de ser el deseable. No sabemos, por ejemplo, que incidencia de enfermedades ha aumentado significativamente, cuáles han bajado o cambiado, incluidas aquellas que se consideraron prácticamente obsoletas por la vacunación. Tampoco sabemos con exactitud, sobre el aumento de la discapacidad de la población, ni hemos cuantificado factores de riesgo o clasificado a las poblaciones en su vulnerabilidad. Sabemos que nuestra tasa de mortalidad en etapas temprana de la vida ha disminuido y aunque lenta, continúa disminuyendo, pero sobre la morbilidad, no tenemos precisión al respecto.

¿Por qué es importante esto? La salud, como lo han señalado acertadamente economistas de fama mundial incluso ganadores del Premio Nobel de Economía, representa uno de los derechos fundamentales y, al mismo tiempo, un medio para la realización de otras libertades humanas. Afirman estos y otros estudiosos, que una mala salud en la población, especialmente de hombres y mujeres en edad de trabajar, arroja dudas sobre la posibilidad de lograr las tasas de crecimiento económico, necesarias para el mejoramiento de bienestar en la población.

LA INFLUENCIA DE LO MACROECONÓMICO Y DEMOGRÁFICO

Por consiguiente, lo qué está sucediendo en el sector económico, alrededor del cual se hace girar la política nacional, es clave para entender el problema de salud. En nuestro medio, nos topamos con situaciones negativas en el mundo financiero. Primero, estamos ante una ausencia de expectativas razonables de un auge temprano de inversión e innovación económica; el crecimiento económico en la década actual es pobre y ante la inercia política al cambio, lo seguirá siendo en los próximos años, si no se corrige eso. A ello se suma y es previsible, el crecimiento de la población económicamente activa, sin que este corra paralelo al mismo ritmo o superior, el incremento de plazas y recursos laborales, que también empeorará considerablemente en los próximos años, y a ello se sumará, con balance negativo, la proporción de empleados en edad de prejubilación y jubilación, que necesitarán de atención social. Conclusión: en esas condiciones, el crecimiento de la pobreza y de sus consecuencias sobre la salud es eminente, sin que la economía pueda aportar a la solución.

HÁBITOS Y COMPORTAMIENTO DE LA POBLACIÓN

El otro elemento fundamental a considerar son hábitos y comportamientos de la población. Una de las principales razones de las tendencias extremadamente desfavorables en la salud de la población en la última década, es el aumento de la mortalidad y morbilidad, que se está dando en población joven y en edad de producir, por abuso de drogas, accidentes, violencia y otras causas sociales y ambientales, que propician también el aparecimiento temprano de las enfermedades crónicas en edades productivas. Este punto de vista, por decirlo suavemente, es controvertido. Pero se debe advertir y constituye ya una evidencia, el aumento de malos hábitos alimenticios, laborales, de comportamiento, que son factores de riesgo para la morbilidad y la mortalidad, y sobre los cuales ya hay suficiente evidencia científica del daño que ocasionan, no obstante que en muchos de ellos, como lo demuestran numerosos estudios, su papel es evidente solo a nivel del individuo, y no de todas las poblaciones.

Sobre la base de los resultados de estudios, los expertos en salud de distintas partes del mundo, son unánimes al señalar las enormes diferencias en el estado de salud, tanto de la población de los diferentes países como de sus diferentes grupos humanos que conforman los países y esto lo atribuyen a las políticas económicas y sociales de los estados y, en primer lugar, a las condiciones socioeconómicas que determina que dentro de una nación, unos tengan mayor probabilidad de sobrevivir con calidad y bienestar que otros, relacionado ello, con el estatus socioeconómico a que pertenecen y acceso a un estilo de vida y a prestaciones. En Estados Unidos, por ejemplo, la probabilidad de llegar a la vejez sin enfermedades y complicaciones de estas, es menor en la población afroamericana. En nuestro medio, la población clasificada viviendo en pobreza y extrema pobreza. En todo el mundo, los problemas de enfermedades, los solventan menos las clases más empobrecidas.

En cuanto a los factores de riesgo tradicionales (malas condiciones sanitarias e higiénicas, malnutrición, dieta poco saludable, consumo de alcohol, etc.), todos están determinados principalmente por factores socioeconómicos. Incluso la influencia independiente de cada uno de esos factores, es muy significativa: según los cálculos existentes, el consumo de alcohol, por ejemplo, es «responsable» de sólo el 1.5% de las muertes en el mundo. Pero si sumamos a ese factor otros en una persona, en una comunidad, su efecto se potencializa, se vuelve sinergístico o mejor dicho: el efecto de todos los factores negativos actuando juntos sobre alguien, es mayor que la suma de cada uno de ellos.

SITUACIÓN SOCIOECONÓMICA Y MENTAL

Es bastante obvio, los estudios así lo muestran, que en el deterioro agudo en la salud de la población guatemalteca colabora significativamente la situación socioeconómica. Ante el nivel de vida en que vive la mayoría de la población, ello la motiva a la migración interna y externa, y eso acarrea aumento concomitante de tensiones socio-psicológicas de adaptación-desadaptación, accesos y carencias al que migra y su familia; mucho de ello, como resultado de la incapacidad de adaptarse a las nuevas condiciones económicas y sociales.

Con grado de epidemia o cercano a él, el estrés socio-psicológico, individual y familiar, producto de falta de acceso a los medios y recursos productivos y servicios de salud, podría ser reconocido como el principal entre los factores socioeconómicos que afectan adversamente la salud de la población y conducen al desarrollo de accidentes, violencia, drogadicción, enfermedades cardiovasculares, hipertensión y otras crónicas, generando un círculo vicioso, del cual es muy difícil a la gente escapar; hablo de algo que se mide con poca precisión como es la enfermedad mental, que actúa tanto como fuente y causa de ella misma y de otras enfermedades. Según los expertos, este efecto es más pronunciado en los países como el nuestro, que realizan transformaciones económicas aceleradas, injustas, cargadas de prebendas para algunos y daño a otros, sin conducir a una planificación y desarrollo de una política social adecuada en ello.

Hay un hecho que resulta relevante y es que una disminución sin precedentes en el poder adquisitivo de los ingresos de la población, como es el que sucede en los clasificados como pobres y en extrema pobreza, conduce sino a algo que podríamos considerar una enfermedad en todos, si puede considerarse el principal causante del aparecimiento de sus causas y de secuelas para el futuro: La mala nutrición en todas sus manifestaciones viene a ser un ejemplo de ello, condición, que reduce las oportunidades presentes y futuras del que la padece y una tremenda marginación de todo tipo tanto del niño como de los padres y la familia.

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