Alfonso Mata
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¡Mira! Adela: si le pagaran bien a los médicos, la gente sería bien atendida, así le comentaba una señora a su amiga en una cafetería. Claro que a los médicos hay que pagarles mejor, pero esa no es ni el origen ni la solución de la crisis.

El sector de la salud está en crisis. Los titulares de los periódicos nos lo recuerdan regularmente. Incluso se podría escribir que esta crisis, destaca por la diversidad de situaciones que la atraviesan: crisis de seguridad sanitaria, crisis de financiación, crisis de recursos humanos y de recursos en el hospital, centros y puestos de salud de la ciudad…no se diga del interior de la República. La noción de crisis parece inherente a: manejo de emergencias clínicas, epidemias, desastres naturales. La crisis está presente, cada vez que se cuestiona la salud de las poblaciones.

¿Lo económico del Estado y la sociedad es la crisis?

Para responder esta pregunta, se requiere una reflexión seria. Para empezar, la desnutrición y las enfermedades endémicas, los médicos mal pagados, carencia de medicamentos en el Sistema de Salud, no son más que consecuencias de algo más grave. El origen económico de todos estos males tiene dos caras. Por un lado el país no sale de una crisis económica y financiera, acompañada de malos manejos por gobiernos irresponsables y corruptos, cuya conducta ha resultado en grandes déficits fiscales y una crisis de deuda soberana. Por otro lado, los compadrazgos y malos usos de recursos nacionales e institucionales, han llevado a una distribución injusta e inequitativa del gasto público, de su inversión, distribución y uso y apropiación indebida; provocando con ello, una disminución del gasto público a gran escala, en un contexto no solo de bajos ingresos fiscales, sino de su mala distribución. En tal sentido, parece relevante cuestionar el impacto de estas situaciones en el Sistema de Salud Pública y en la salud de la población.

Lo que resulta claro, es que la brecha provocada por la crisis actual, es más que evidente, al igual que las dificultades relacionadas con la divergencia de los efectos de la mala salud en la economía nacional. Un ejemplo es una correlación positiva entre el desempleo y los trastornos psíquicos, la pobreza y la desnutrición e incluso el suicidio o el alcoholismo y quien sabe cuántos males más, que no se han estudiado. Hasta la fecha, no se ha llevado a cabo ningún estudio en el contexto de una crisis relacionando enfermedad y problema de salud, con economía familiar e individual. Entonces debe plantearse otra pregunta en otro contexto de reflexión sobre crisis.

¿La dejadez de los gobiernos es una crisis para la salud?

Primero, hay tres tipos de efectos potenciales de la crisis económica en la salud: impacto en los sistemas de salud (recursos disponibles, organización de proveedores de atención médica, limitación de la cobertura de salud y / o acceso a los sistemas de atención médica) En estos momentos se protesta sobre un aspecto de la crisis no en todos. El segundo que debemos entender y atender es el impacto en el estado de salud de la gente y el tercero el impacto de las desigualdades sociales en salud. Si no se atienden los tres desencadenantes simultáneamente, estamos arando en el mar.

En general, el entorno económico nacional en que se desarrolla el Sistema de Salud: el gasto público en salud, no supera el 3% del Producto Interno Bruto. Esa limitación tiene su origen en la política pública e institucional y ningún gobierno ha sido capaz de solucionarla. Derivado de eso, podemos analizar lo que sucede en cada efecto potencia de ello.

El impacto económico en los sistemas de Salud es a veces obvio, como por ejemplo la correlación entre el gasto en salud pública y la demografía nacional: En la actualidad, no cumplimos con los estándares internacionales establecidos para médicos, enfermeras por tamaño de población, generando una mala atención. Eso va acompañado por estancamiento de la inversión preventiva, reducción de inversión en infraestructura y organización inoperante del sistema. Es decir, es evidente la falta generalizada de reformas profundas y estructurales de nuestro Sistema de Salud. Al mismo tiempo, hay un aumento en las contribuciones individuales para medicamentos y gastos en que incurre mucha parte de la sociedad, lo que resulta en deterioro económico familiar. Además, el acceso a la atención médica, es limitado para más de la mitad de la población; para ciertos de sus segmentos y de sus problemas. Otros impactos observados incluyen: el aumento en el precio de los medicamentos, y la reducción o congelamiento de plazas del sector de la salud.

Todos los impactos mencionados son de naturaleza bastante cíclica y, sin querer disminuir su importancia, es probablemente el más fácilmente reversible de los problemas a través de actitud política favorable.

Por otro lado, actualmente es difícil caracterizar el impacto directo de la economía del Sector Salud en el estado de salud de la población y sus finanzas. La correlación entre pobreza y deficiencias nutricionales es el más conocido pero no el único; otras enfermedades y la mortalidad, la esperanza de vida, la productividad es muy posible que estén relacionadas con lo económico y en general, algunos estudios realizados en cuanto a salud sexual y reproductiva, muestran que la crisis deja su huella en ciertos problemas de salud sexual y reproductiva, en poblaciones específicas.

Como resultado de lo anterior, se necesita una investigación más exhaustiva del impacto de la crisis económica nacional e institucional, en el estado de salud de la población.

Finalmente, el impacto más obvio de la crisis económica en la salud, se refiere al aumento de las desigualdades sociales. Desde Denver en 1976, muchos autores han demostrado que el estilo de vida y el contexto social, son los principales determinantes del estado de salud de las poblaciones. En nuestro país, el número de personas en riesgo de pobreza o exclusión social, aumenta año con año. La brecha de prestaciones de salud para ellos, de igual manera; y de acuerdo con el análisis del índice de Gini, que mide la brecha entre el 20% más rico y el 20% más pobre de una población, las desigualdades en todos los derechos: salud, educación alimentación, tecnología se amplía cada vez más. Se han publicado desde la década de los sesenta, estudios que demuestran que alrededor de la mitad de la población infantil, vive en pobreza, cuyo riesgo de exclusión social aumenta más rápidamente, que el de otros grupos de edad: calidad y estilo de vida deteriorado, limitaciones en actividad física y mental, malos hábitos alimenticios, futura obesidad drogadicción y violencia.

Pero lo más triste de esto es que en este tercer grupo de impactos, que se refiere al aumento de las desigualdades sociales, las respuestas políticas y sociales observadas en términos de políticas públicas son muy heterogéneas, débiles. No contamos realmente con sistemas de protección social extensivos.

La definición entonces de crisis, va más allá del problema médico. Es un término en medicina que expresa un «cambio que ocurre en el curso de una enfermedad y se anuncia por algún fenómeno particular». En forma más analítica «La crisis es la urgencia más la desestabilización». Y: «Combina las dificultades de organización y funcionamiento, la interrupción en el funcionamiento de las organizaciones, las diferencias en las elecciones fundamentales de formas y asignaciones presupuestales».

Por lo tanto, si queremos solucionar la crisis, no nos debemos limitar a solo algunos de sus aspectos o entender el concepto tradicional de crisis como «decisión». En tiempos de crisis, las personas recurren legítimamente a los gobernantes para que adopten decisiones y den respuestas que aportarán, para tratar de reducir la intensidad de la amenaza o el desastre de algo. Pero si eso no tiene vínculo con la reforma total del sistema, el desastre se presenta de nuevo inmediato.

El concepto de reforma es muy sencillo: La reforma, es la transformación política, institucional o legislativa de un sistema que se ha creado «para mejorarlo y obtener mejores resultados». Pero también debemos recordar el origen original de la palabra. La reforma es la «restauración de la disciplina primitiva en una orden religiosa» y, en términos más generales, para una persona, «el regreso al deber, al altruismo». El retorno a la norma en cierto modo, cuando la crisis es la situación extraordinaria de una corrupción sin paralelo.

El impacto más obvio de la crisis económica en la salud, se refiere al aumento de las desigualdades sociales.

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