Enfermedades neurológicas en Covid-19. Foto la hora:AP

Alfonso Mata

El premio Aspen 2019, ganado por la investigación «Prueba de Creutzfeldt – Enfermedad de Jakob usando cepillados nasales», en aquel momento representaba un avance notable en el diagnóstico de enfermedades priónicas, o algunas enfermedades degenerativas del cerebro, como la enfermedad de las vacas locas, pero sobre todo abría una nueva y más amplia perspectiva diagnóstica en el contexto de las enfermedades neurodegenerativas con mayor incidencia y con un impacto social y económico significativo.

Se sabe que en la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas, particularmente en la enfermedad de Parkinson, las primeras lesiones neuropatológicas se observan en el sistema olfativo y las alteraciones en el olfato son un síntoma no motor muy temprano de la enfermedad. La originalidad de la investigación consistió en haber ideado un procedimiento simple y no invasivo para el diagnóstico confiable de enfermedades priónicas. Las neuronas de la mucosa olfativa se tomaban con el cepillado nasal y luego se analizaban con una nueva técnica de amplificación in vitro de priones. Esa nueva prueba sobre células de la mucosa neuro-olfatoria era muy innovadora porque combinaba la altísima sensibilidad de la técnica para identificar el único marcador patogénico de enfermedades priónicas con la colección no invasiva de células neurales de la mucosa olfatoria. El método identificado se dijo que podría extenderse en un futuro próximo a otras enfermedades neurodegenerativas (como el Parkinson, el Alzheimer y la demencia con cuerpos de Lewy), lo que permitiría realizar un determinado diagnóstico incluso en las etapas más tempranas de la enfermedad. Lo que sucedió fue que se usó para el SARSCoV-2

Ahora sabemos a menos de un año, que la enfermedad de Sars-Cov-2 no solo afecta los pulmones. Muchos de los síntomas identificados en estos meses: disminución del gusto y del olfato, alteración del estado de conciencia, fatiga, mialgias y dolor de cabeza son de hecho atribuibles a alteraciones en el sistema neurológico. Ya son varios los estudios que teniendo como blanco el sistema nervioso, han destacado las formas en las que el sistema nervioso está involucrado con tanta frecuencia en los datos clínicos de los pacientes afectados por Covid-19.

Los estudios han ido más allá de la inmunología: si hay presencia de virus o partes de estos. Los datos clínicos y neurológicos generales se compararon con los niveles de neurofilamentos de cadena ligera (proteínas que constituyen un índice de daño a las fibras del sistema nervioso), que se midieron en la sangre de los pacientes mediante un método ultrasensible. Los resultados obtenidos, permiten observar que los síntomas neurológicos durante la Covid-19, como disminución del gusto y del olfato, alteración del estado de conciencia, fatiga, mialgias y dolor de cabeza, son muy frecuentes en la enfermedad Sars-Cov-2. Los niveles elevados de neurofilamentos de cadenas ligeras se relacionaron estadísticamente con la gravedad del estado general (mayor en los pacientes de las unidades de intensivo), mientras que no se asociaron estrictamente con la presencia de síntomas neurológicos inespecíficos, como alteraciones en el olfato o el gusto. Finalmente, se ha encontrado un aumento en los niveles séricos de neurofilamentos de cadenas ligeras, en numerosos pacientes incluso en ausencia de manifestaciones neurológicas inespecíficas, una confirmación de una afectación frecuente, incluso subclínica, del sistema nervioso. Los estudios son de fundamental importancia por su contribución al conocimiento en el contexto de una patología como Covid-19, que ha cobrado un impacto dramático. La evidencia de afectación frecuente, incluso subclínica del sistema nervioso, sugiere una mayor atención a las posibles complicaciones extrapulmonares, especialmente neurológicas, de la nueva enfermedad por coronavirus.

Otra forma de trabajar las afecciones neurológicas es a través del líquido cefalorraquídeo. Este baña el cerebro y la médula espinal con la función de proteger el sistema nervioso central y regular el intercambio de sustancias. Una investigación publicada recientemente ha destacado la importancia de examinar el líquido cefalorraquídeo en el diagnóstico de enfermedades neurológicas autoinmunes que afectan a la mielina (sustancia que envuelve los nervios como una vaina aislante), provocando una interrupción de la transmisión nerviosa con graves consecuencias que implican discapacidad motora. A diferencia de muchos estudios anteriores. Los investigadores desarrollaron y realizaron una prueba altamente sensible y específica para la detección de anticuerpos dirigidos contra la proteína oligodendrocitaria de mielina (MOG) en muestras de líquido cefalorraquídeo (LCR) y suero de pacientes que padecían enfermedades desmielinizantes incapacitantes distintas de la esclerosis múltiple. Hasta la fecha, las directrices internacionales recomendaban probar los anticuerpos anti-MOG solo en suero. Los datos obtenidos permitirá un diagnóstico cierto en un número mayor de sujetos con enfermedades inflamatorias del sistema nervioso central y en consecuencia una terapia dirigida con una mejora en el pronóstico de la enfermedad.

Los síntomas más comunes de afectación neurológica periférica son la anosmia y la ageusia, que en el contexto de la pandemia podrían considerarse como signos patognomónicos de la infección viral por SARS-CoV-2. Estos síntomas, que se pueden ver en otras infecciones virales, son particularmente comunes en COVID-19, pero no predicen la gravedad de la enfermedad. La mayoría de los pacientes con anosmia no presentan rinorrea ni obstrucción nasal asociada. La incidencia de estos síntomas se sitúa entre el 34% y el 74% de los pacientes según estudios, sin que se haya descrito un retraso en la aparición de los síntomas. La duración promedio de la anosmia en COVID-19 es muy variable, pero sería en promedio de 9 días (versus 3 días para la rinitis viral con obstrucción nasal). Según otros estudios, los pacientes con anosmia parecen ser más jóvenes, con predominio de mujeres y menos comorbilidades que la población descrita habitualmente con COVID-19.

Dos fenómenos podrían estar en el origen de las lesiones neurológicas observadas en COVID-19: un neurotropismo directo del SARS-CoV-2 y un estado hiperinflamatorio. Además, ya se ha demostrado la propensión neuroinvasiva para otros coronavirus. Dos mecanismos se plantean en su forma de entrada del virus. El primero sería una propagación hematógena del virus. De hecho, una vez en la circulación sistémica, el virus podría dañar la barrera hematoencefálica, fenómeno favorecido por la presencia de receptores ACE2 en el endotelio vascular. La segunda hipótesis propuesta sería una ruta del virus al cerebro a través del hueso etmoides cerca del bulbo olfatorio, como ya se ha demostrado mediante el uso de ratones transgénicos que muestran la propagación de virus similares.

Las condiciones hiperinflamatorias secundarias a una tormenta de citocinas pueden ser desencadenadas por infecciones virales o bacterianas y ser responsables de la encefalopatía. Desde el inicio de la epidemia, los equipos médicos informaron de la aparición del síndrome de Guillain-Barré en 5 pacientes con COVID-19. El tiempo de aparición entre los primeros síntomas de la infección viral y los de Guillain-Barré fue de 5 a 10 días, que generalmente se observa para otras infecciones relacionadas con este síndrome. Sabemos, de hecho, que puede existir una asociación entre una infección bacteriana ( Campylobacter jejuni ) o viral ( Epstein-Barr, citomegalovirus …) y la aparición del síndrome de Guillain-Barré.

En conclusión, la infección por SARS-CoV-2 parece tener un tropismo cerebral que involucra varios mecanismos fisiopatológicos, incluida la toxicidad celular directa y la neuroinflamación inducida por la respuesta sistémica a la infección. La expresión clínica va desde el deterioro sensorial (disgeusia, anosmia) hasta la encefalopatía. No se descarta por algunos que la dificultad respiratoria de los pacientes no solo se debe al daño del virus en los pulmones, sino también a lesiones más profundas que afectan el control de los movimientos pulmonares. Sigue siendo hipotética por el momento.

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