Alfonso Mata
Eventos estresantes como la pandemia de coronavirus de 2019 (COVID-19) pueden afectar la forma en que las personas beben alcohol. Las personas pueden beber más alcohol en respuesta a la pérdida repentina de ingresos, de seres queridos, el aburrimiento o la incapacidad para emprender otras estrategias de respuesta.
A pesar de la falta de clientes durante casi dos meses y medio por la cuarentena, me he mantenido ocupado, distribuyo a domicilio y he sostenido el negocio, gracias al consumo de alcohol y a la flexibilización de las normas sobre bebidas alcohólicas durante la pandemia. Yo creo que el alcohol ayuda a mis clientes a lidiar con toda la incertidumbre y el miedo. “Beber definitivamente fue una forma de sobrellevar esto” –afirma un dueño de bar.
No existen datos en nuestra patria, pero es muy posible que las ventas minoristas de alcohol aumentaron a un nivel nacional al ritmo de las normas de aislamiento social al igual que las ventas por internet se han de haber disparado en la capital. En medio de ello, es muy posible que la cuarentena cuando estuvo en su auge casi liquidara el beber socialmente. Fue una época en que muchas personas estuvieron sentadas en casa bebiendo solas e históricamente, eso ha sido visto como una conducta de consumo de alto riesgo.
Tanto en la época de cuarentena como en la actualidad, para algunas personas, beber un poco más de vez en cuando no es un gran problema si cumplen con todas sus obligaciones diarias: se levantan temprano, tienen sus reuniones de Zoom a tiempo, cuidan a sus hijos y no se sienten mal por beber. Pero cuando las personas comienzan a tener problemas en otras áreas de su vida, entonces esa sería una señal de que están bebiendo demasiado y que es un problema.
Hay alertas a tener en cuenta, que incluyen: Un aumento muy grande en la cantidad de alcohol que se consume. Amigos y familiares que comienzan a preocuparse. Cambios en los patrones de sueño: se duerme más o menos de lo habitual. Cuando beber comienza a interferir con la vida cotidiana y en la conducta hacia los seres queridos. Hay otro evento de la vida de algunos que no favorecen las medidas de distanciamiento social y es el de aquellas personas que se están recuperando del alcoholismo. Ellas se encuentren más vulnerables para afrontar la sobriedad. La rutina y la estructura que rompe en distanciamiento son importantes para la salud mental en general, porque reducen el estrés y los eventos desconocidos o inesperados en la vida diaria.
Independiente de nuestro patrón de consumo, no deben olvidar bebedores y no bebedores lo señalado por la OMS “El alcohol es una sustancia nociva que tiene un efecto adverso en prácticamente todos los órganos del cuerpo y el riesgo de daño para la salud aumenta con cada trago que se consume. El consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo si es excesivo, debilita el sistema inmunitario y reduce la capacidad para hacer frente a las enfermedades infecciosas, incluida la COVID-19. El consumo excesivo de alcohol es un factor de riesgo de síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), una de las complicaciones más graves de la COVID-19”.
Consumido por una buena proporción de adultos, el alcohol forma parte del estilo de vida de muchos ciudadanos. Casi una cuarta parte de las personas que beben alcohol lo hacen de bajo riesgo (menos de dos bebidas al día para las mujeres y más de tres bebidas al día para los hombres) y no lo consumen de manera abusiva (4 o más bebidas en la misma ocasión para las mujeres y 5 o más bebidas para los hombres). Varios estudios de diferentes partes del mundo, han indicado que la pandemia ha contribuido a un aumento en el consumo de alcohol. El consumo de alcohol está asociado con problemas de salud y más hospitalizaciones por año. Las personas entre 18 y 44 años y aquellas que viven en hogares con niños tienen más probabilidades de decir que han aumentado su consumo.
Algunas afirmaciones cotidianas que nuestros conciudadanos aducen para el consumo son: «El alcohol tiene la función de engañar al aburrimiento. “Permite pasar los días mucho más rápido, para no ver que pasan muchas horas. “A veces se consume alcohol para controlar la ansiedad” Un comerciante (abarrotero) piensa y da el ejemplo de los soldados estadounidenses en Vietnam que descubrieron el opio», lo consumieron para sostener la guerra y cuando regresaron, muchos de ellos dejaron espontáneamente a pesar de que es un producto muy adictógeno” lo mismo va a pasar con el alcohol –afirma.
Hoy poca gente se aísla y eso debilita nuestra capacidad de controlar las cadenas de contaminación, pero el consumo no es menos frecuente afirman los expendedores al menudeo de licor. Da la impresión de que no era el confinamiento el que lo volvía de más consumo sino otras causas que se mantienen aún vivas. Es la ansiedad por el futuro afirman algunos. Los motivos duda: «El desconocimiento o rechazo del principio de aislamiento, en particular en pacientes asintomáticos», «las presiones vinculadas al empleo», «el rechazo de un dispositivo restrictivo» o incluso el «miedo a ‘injerencia de los servicios estatales en la vida privada” que con o sin cuarentena se hacen presentes.
Es evidente que todo lo que se bebía en restaurantes o bares, se ha trasladado a tiendas, supermercados, que aumentaron la venta de licores –afirman muchos e incluso en algunos países hablan de un 10-20% más de ventas de licores. Por supuesto la defensa de la venta tiene varios argumentos, el más fuerte de los argumentos defensores “una copa de vino puede ayudar a reducir el estrés debido a la pandemia”. Además, los intereses económicos y fiscales son obvios y ¿la violencia? pasa a segundo plano.
Muchas personas pueden sentirse bien por beber alcohol con poco riesgo para la salud, pero beber para afrontar eventos estresantes, puede empeorar los desafíos que enfrentan para controlar o limitar su consumo de alcohol. Consumo consciente, Ser consciente de su consumo, puede ayudarle a establecer límites que le permitan beber alcohol de una forma más saludable.
Las siguientes estrategias pueden ayudar:
Anote cuánto está bebiendo y cuándo y dónde suele beber más. Preste atención a los factores que inducen a beber. Anote los contextos, las experiencias, la hora del día y las personas que pueden despertar el deseo de beber.
Si consume alcohol para lidiar con el estrés, intente encontrar otras formas de aliviar momentos de estrés: Practicar actividad física, caminar al aire libre. Tomando un descanso de las redes sociales y las noticias y confiar en sus seres queridos.
Quedarse en casa con otras personas puede resultar estresante. Hable con otros miembros de la familia, amigos, compañeros de trabajo para encontrar formas que permitan a todos pasar un tiempo con diferentes personas y diferentes temas.
Planifique qué hacer con anticipación. Establezca una meta de cuánto alcohol quiere consumir en un día y anotarlo.
Espacie el consumo de alcohol en el tiempo y beba refrescos, como agua mineral o agua, entre una bebida alcohólica y otra. Los refrescos ayudan a contrarrestar los efectos deshidratantes del alcohol y pueden ralentizar la absorción del alcohol en el cuerpo.
Acompañar bebidas alcohólicas con comida. Los alimentos pueden ralentizar la absorción de alcohol en el cuerpo y reduce el riesgo de irritación de la mucosa gástrica durante el día.
Hay una cosa que se debe tener en cuenta: El estrés causado por la pandemia de COVID-19 puede afectar negativamente su relación con alcohol por primera vez. También puede notar un empeoramiento de las dificultades que traía ya con el consumo de alcohol. Durante la pandemia puede resultar abrumador orientar solución. Si cree que el consumo de alcohol está afectando negativamente su vida, es bueno hablar de ello con alguien en quien confíe, como un amigo cercano. Las personas podrían utilizar los escasos recursos económicos disponibles para adquirir bebidas alcohólicas en lugar de utilizarlas para artículos esenciales necesarios debido a las circunstancias económicas de la pandemia.