Nuevas autoridades del Ministerio de Salud luego de ser juramentadas el viernes. Foto la hora: Presidencia.

Alfonso Mata

Qué bueno que se haya producido un cambio en la cúpula sanitaria del país, no dudamos que las personas que llegan son de honestidad demostrada y altamente calificadas para el puesto que ocuparán, pero una reflexión más completa de la gravedad de la situación, obliga a ir más allá de personalidades y personas.

Si partimos en nuestra reflexión teniendo en mente la crisis sanitaria y económica que agobia al país, en el análisis, la mayoría de analistas cometen el error de ver esas situaciones como rivales, al menos en la mayoría de los análisis que visto. De verlos como entidades separadas y antagónicas, producto de intereses disímiles y ese enfoque, muchas veces proviene de prejuicios y entendimiento parciales, que ponen en tela de juicio muchas veces postulados morales de las mismas instituciones de la sociedad y de los políticos, olvidándose de lo técnico y administrativo.

La resolución de un problema tan complejo cómo son estas dos crisis, no puede ser unilateral, cuando se sabe de antemano que ambos o ambas crisis tienen algo en común: afectan estados y modo de vida de diferentes maneras en diferentes grupos de la sociedad y ambas crisis al entrar en sinergia, afectan la salud y las finanzas de todos y hay suficientes pruebas que alimentan esta sospecha. Es muy diferente el impacto que la pandemia sanitaria y la crisis financiera tiene en las familias de la zona 14 o de la zona10 de la capital, que en las familias que viven en las áreas marginales y todo el horror que esto implica en su vida actual y futura.

Luego, una intervención sanitaria financiera, deberá poner atención en algunos aspectos que atañen a todos los ciudadanos de igual manera, sabiendo que si no se hace así afecta a todos; pero hay otras intervenciones que deben montarse a fin de beneficiar a los grupos más vulnerables, de riesgo y afectados, con la mira de evitar más desigualdades y eso trasciende el trabajo unilateral de los ministerios, pues están afectados varios aspectos de la vida cotidiana ciudadana, la satisfacción de necesidades básicas y su seguridad.

Es urgente evitar que ese Abismo de por si a profundo entre lujo e indigencia continué y profundice. Hay un hecho que resulta evidente en este momento y es que la desigualdad e inequidad se están profundizando y que al final y cómo nos lo demuestran las estadísticas, se acumula más pobreza en el pobre y más riqueza en el rico; menos salud y calidad de vida en el primero y excesos en el segundo.

Ante esas situaciones, se necesita de grupos multidisciplinarios que en primer lugar cavilen sobre el por qué sucede eso y es muy posible que profundizando en ello, se puedan encontrar respuestas más precisas y mejores soluciones y eso implica indagar las personas los hogares, lugares de trabajo, oficinas, escuelas, ministerios estatales, negocios; sistemas todos ellos dotados de mecanismos dinámicos que interactúan entre sí: poder, autoridad, recursos y de esas relaciones y conexiones entre esos tres elementos, es que entran y salen cosas buenas y cosas malas.

Es indudable que en estos momentos, en la mayoría de instituciones estatales se está haciendo un mal uso y abuso de esos tres elementos: Poder, autoridad y recursos, no solo por la cúpula de las mismas sino por todo el sistema.

Pero hay otro principio en todo esto qué debemos tener claro: los resultados de cada organización institución grupo social son así (deficientes, defectuosos) porque el sistema está organizado así y para que ello se dé. Su propia organización produce ineluctables tipos de conducta fuera de sus objetivos metas y fines de creación.

Un individuo, una organización, la debemos ver simultáneamente de varias formas. Una en la forma en que fue modelada y creada y en qué significa esa forma, para lo que demanda la sociedad en que va a funcionar. La otra, en la forma en que funciona, en cómo se desenvuelve eso que está organizado y compararlo con lo que se espera de ello. Existe un tercer momento en que se analizan ambas formas y se predice impactos y deficiencias, predominando poner atención a lo que hace y produce la forma de funcionar y lo que ese resultado representa para el interior de la institución como para la sociedad y qué significado está teniendo todo ese esfuerzo.

Pero y acá el conflicto, el análisis del resultado no está completo, sin aclarar dentro de la crisis del MSPAS lo que produce la catástrofe en esa organización y que claramente se relaciona con su forma de organizarse y funcionar que le conduce a la anarquía, incumplimientos, mediocridad y corrupción.

Se vuelve entonces oportuno: solicitar a las nuevas autoridades un informe público lo más pronto posible, de lo que estas sucediendo en el MSPAS al respecto.

Cuáles son los elementos humanos fundamentales para el éxito de una institución y que ante la situación que vive el MSPAS consideramos de atención urgente:

* Estructura —organización….funcionamiento. En esto la institución ha fallado en implementarlos y unificarlos de acuerdo a necesidades y prioridades y la planificación.
* Liderazgo: por lo regular, más en instituciones públicas, este no se centra en una sola persona, pero lo imprescindible para un buen funcionamiento es que se dirijan todas las formas del mismo a una sola cosa, en la realidad, eso no está sucediendo en el MSPAS. Los liderazgos se enfocan a diferentes intereses y objetivos; por consiguiente el liderazgo genera una organización interna inestable típico signo de la burocracia: vaguedad e imprecisión, poder inequitativamente repartido y con diferentes fines y objetivos que se agitan en diferentes momentos y fases cuya consecuencia es una despiadada competencia y saqueo relacionado con ambiciones propias.
* Recursos en este tema la crisis radica en todo su ciclo: planificación, asignación, adquisición, compra distribución, moviéndose dentro de fases inestables y alejadas de su fin, más encaminados hacia alimentación de liderazgo poder y ambición ajenos a la institución.

Para darse cuenta de cómo surge todo ese mal funcionamiento y sus peligros y sobre todo de qué medidas deben adoptarse para romper esa adaptación hacia la mediocridad y corrupción en qué está inmerso actualmente el MSPAS, se necesita no sólo conocer sino denunciar o abrir espacios, para que esta tenga cabida y finalmente pero no menos importante, aplicar justicia y establecer orden.

El cambio de autoridades debe también significar un cambio de estructura, organización y funcionamiento. Eso se entiende llevar a otro nivel la presencia del MSPAS dentro del Estado y tener claro que la respuesta de las autoridades del MSPAS no puede darse si no va acompañada del rompimiento de las barreras de una moral permisiva. Este debe ser un primer paso pero no es suficiente, eso sólo quita manchas que son ocupadas rápidamente por otros. Nuestras nuevas autoridades de salud, deben estar claros que una verdadera acción de liderazgo de su parte, significa alinear poder liderazgo y recursos y no sólo romper las barreras de moral permisiva pues su verdadero trabajo está en terminar con la permanente amenaza producto de un sistema organizado para producir esa mediocridad y corrupción que no son ni accidentales ni errores. Esas anomalías y desviaciones, son producto de una secuela continua de entradas transformaciones y salidas en todos sus procesos con fines específicos de índole personal o grupal ajenas a la misión visión y objetivo de la institución que resulta de la forma específica de organización y funcionamiento específicos que esta realiza.

A estas alturas de mi exposición cabe la pregunta ¿condicionaron las nuevas autoridades su nombramiento a lograr eso no sólo bajo promesa, sino compromisos fuertes y claros de la presidencia? o llegan a ver “qué se puede hacer.” Si fue considerando lo primero me siento animado y ojalá ellos expresaran públicamente el porqué de aceptación del puesto. Pero si al final fue lo segundo, mi pesimismo me indica inexorablemente esperar los mismos los resultados, pues se continuará manteniendo un sistema en que se persigue mediocridad y corrupción.

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