Por Alfonso Mata
Mi buena amiga se oía contenta, nada en contra de la cuarentena así que sin más le lancé la pregunta
– ¿Qué la cuarentena no le afecta?
– No –fue su respuesta contundente
– ¿por qué no? –fue mi pregunta terminante
Guardó silencio por unos minutos y el WhatsApp se calentó un poquito. Finalmente de nuevo hicimos contacto y habló así:
Bien, lo que le voy a decir es producto de una reflexión egoísta, porque yo le estoy hablando desde mi metro cuadrado privilegiado, a la luz de una casa cómoda y con todas las necesidades cubiertas. Pero en nuestro país, el 85% de los hogares no está en estas circunstancias y la gente, ahora que ya empezó a llover, está viviendo encuarentonada, en casas con goteras y en hacinamiento; con dinámicas familiares complicadas y vicios y violencia en medio de ello. Le habla una mujer con un matrimonio estable, pero que en nuestra realidad nacional es privilegiada y por consiguiente, no típica de un mundo social nacional. Entonces, mi apreciación es totalmente ajena de la mayoría.
Pero aunque mi reflexión la voy referir a cuestión de personalidad, el impacto de la cuarentena en las personas, no es sólo cuestión de personalidad. Lo que sucede en la cuarentena tiene que ver mucho con circunstancias y son diferentes para cada uno y es por eso que no todos nos podemos meter en el mismo saco y eso agita y sacude la mente poderosamente. Son demasiados factores los que entran en juego. Así que mi relato, aunque personal, es indudable que en el, mis circunstancias y mi mente juegan con mi personalidad y al final, algunos la estamos pasando bien, pero mucha gente, podríamos decir, está en circunstancias, como suele decirse, muy jodidas.
Para empezar algo muy básico y general: nadie, nadie puede gozar y reflexionar durante una cuarentena, cuando se está viviendo en una economía de subsistencia, en que si hoy no salgo a vender no como. Es por eso que creo que soy una excepción. Las dinámicas familiares de subsistencia marcan el paso a la mayoría de familias y no la pasan de lo mejor en la cuarentena en nuestro medio. Límite de posibilidades y sobrevivencia, no dejan posibilidad de pensar y encasillarnos igual.
– Y entonces su caso
– Justamente me hace pensar que para mí, la cuarentena ha sido liberadora. Me liberó de horarios enloquecedores. Me desligó de una serie de obligaciones sociales forzadas. Me liberó de lo mucho que detesto ir al súper. Me liberó de un montón de cosas y tal vez la única cosa que siento que este virus me quitó, fue que realmente a mí me gusta viajar. Llegar a un lugar nuevo es de las cosas más lindas que me puede pasar. Eso es lo único por lo que estoy pasando duelo. Es en lo único que digo y esto ¿cómo me va a cambiar?. Aparte, cuando regresemos a la normalidad, pasaré por la molestia de la mascarilla y todos estos protocolos, pero al final será cosa de acostumbrarse y me afectará muy poco.
Pero para mí la cuarentena ha sido liberadora. Sin embargo, creo que hay gente que realmente la está pasando muy mal y están desesperados. Y entonces me pregunto ¿en qué está la diferencia? y para empezar, eso no es cosa de ningún grado de sabiduría, es de personalidad. Yo puedo ser platicadora, chachalaca, cotorrita y lo que usted quiera, pero soy introvertida. A mí me gusta y necesito mi espacio; incluso después de estar con gente, necesito retraerme del mundo exterior, necesito leer; estar sentada viendo cómo sale el sol con mi taza de café y pensando o soñando. Pero es mi personalidad.
Y sucede que al mundo como existía ahora, a personalidades como la mía no le es popular, porque todo está enfocado al consumo. Más que a compartir con los amigos cosas ideas, pensamientos, la vida trascurre en oírlos, verlos: qué tienen y se ponen, escuchan, oyen y eso siempre en circunstancias para que haya más consumo de lo que sea: de licor, de pasteles, de café, de ropa de celulares, reuniones para competir con los amigos y eso le da significado a la amistad y en ello nadie se debe quedar atrás so pena de ignorante. Si usted ve y pone como concepto todo eso, el mundo está orientado al consumo y en eso hay que meterse. Entonces, personalidades como la mía, que no soporta esa invasión así, necesita como retraerse. Un celular de tal forma, tamaño, color y sabor, no me hace sentir más persona, más bien tomarme un cafecito viendo una flor, oyendo y viendo volar a un pajarito.
Entonces digo que la cuarentena me ha liberado de cosas innecesarias para hacer lo que más me gusta y todavía puedo chachalaquear y matarme de la risa vía WhatsApp. No es que yo no quiera o me caiga mal la gente, es que mi personalidad es así. Claro que me nutro de una relación significativa, del cariño que puedo y me dan, pero también necesito de un espacio que me desligue de todas las obligaciones sociales forzadas y eso ha sido para mí liberador.
Pero para personas que se han tragado la píldora de que: sí no estoy arreglada sufro; si no me exhibo es horrible y depresivo y cosas así, la situación es difícil. Pero yo no voy a gastar 20 minutos de mi día en la mañana para ponerme cara de payaso y por la noche otros 20 para despintarme, prefiero hacer otra cosa. Todo eso es cuestión de personalidad y de que tan vulnerables nos hemos vuelto para permitir que se nos pueda mover desde afuera y se nos cambie el interior.
Entonces, toda esa gente que está extrañando maquillarse, arreglarse, salir, que la vean y que se deprime, es porque se han dado permiso para creer que esas cosas son necesarias. Hace unos días mi hijo en la reunión de su clase en que hablaban de la motivación y de cómo iba cada quien con sus metas de trabajo, una amiguita tomó la palabra y dijo: yo estoy superdesmotivada porque a mí la cuarentena me desmotiva. Entonces mi hijo pidió la palabra y le contestó: yo estoy más motivado en mi casa, trabajo más concentrado, nadie me interrumpe, no me distraigo, estoy mucho más cómodo, estoy descalzo, como cuando quiero, y estoy muy contento porque yo decidí estar contento.
Es claro que a la gente con habituarlas a tanto consumo, les han hecho creer que sufren ante no poderlo hacer y por consiguiente, su felicidad está en estos momentos dañada ya que ahorita no pueden hacerlo. Y entonces no saben ser y creen no poderlo hacer, pues dieron permiso de que les robaran esa capacidad. Yo sé que hay gente que hasta se puede ofender si yo digo que para mí la cuarentena ha sido liberadora. Pero otra vez mas digo: en mi es cuestión de personalidad, no circunstancia.
Hay personalidades que creamos espacio, que nos gusta hacerlo. Hay otras que no y hay unas terceras que además de tener una personalidad que necesita más relación con otras, le dieron permiso a la sociedad de consumo de que los definiera y entonces, sin todas esas cosas que los definen, están entrando en pánico. Esas personalidades entran en un círculo vicioso y cuando les quitan todo eso, les quitan el piso. Algunas de esas personas están dispuestas a cuestionarse y a despertar, pero son muy pocas.
La mayoría de gente que no padece por cuestión de dinero, está asustada viviendo su cuarentena mal. Culpa en parte de eso es que ya están entrenados, de alguna manera u otra, a que alguien les diga qué dónde y cuándo. Eso empieza en el colegio, en que siempre se le dicta a uno: esto debes aprender, esto es lo importante, tenes que sentarte así, hacer así, entregar tu tarea de esta manera con un margen de esta forma. Y entonces la mente al final queda domesticada a que le digan y pasa la vida siguiendo instrucciones: tenes que tener este carro, usar esto para ser eficiente, vestirte así para ser linda, usar estos colores. Y a este tipo de mente entrenada, cuando le dijeron que se fuera a su casa, al principio lo hizo feliz “hastags yo me quedo en casa”, y de repente les quitaron todo lo que les daba seguridad y tienen que tomar una decisión tan rara como: cómo estructurar su tiempo libre y no pueden porque nadie les está diciendo. Entonces están haciendo trending topic, todos se meten a eso, pero siguen sin cuestionarse si eso es lo que realmente quieren. Todo es en función del trending, porque es una mente entrenada.
A mí me sucedió lo contrario. Para mí el mundo se calló y dejaron de joderme y nadie me está pidiendo nada.
Al final, no sé si todos deberíamos entender que todo es relativo y que todo este montón de etiquetas que el consumo nos ha metido en la cabeza y que han caído como perlas en nuestra mente escolarizada, puede estar provocando que no podamos subsistir sin daño a esta cuarentena y que no la gocemos y sepamos usar.