El Ministerio de Salud habilitó hace unas semanas una página en la que publica datos generales y por región de COVID-19. Foto Captura de Pantalla

Por: Alfonso Mata
alfmata@hotmail.com

No cabe duda que tenemos una epidemiología desarrollada y que estamos en rango de competencia para atender la pandemia. Sin embargo, la divulgación a los medios científicos y académicos de la información ha sido muy pobre, dificultando contar con datos para analizar, comparar y proyectar. Las respuestas completas que la información pública tiene, también adolece de fuentes suficientes para poder formar no solo criterio sino una mejor comprensión y respuesta a la pandemia y hacer un análisis sólido de las acciones que ha emprendido el gobierno y sugerirle reformas, pues lo más peligroso en un acontecimiento como este, es convertir una crisis histórica de la humanidad en un espectáculo político y burocrático como se ha hecho en otras latitudes y lo peor, de aprovechamiento personal público. Todo ello puede resultar muy irresponsable y terminar pagando un precio muy alto.

Para poder definir una adecuada evolución de la pandemia dentro de nuestro territorio, necesitamos datos transparentes en tiempo real. El sistema de notificación oficial sirve para ello de poco, pues ni siquiera se puede obtener consolidado en municipios y estados, edad sexo. Las universidades y los institutos de investigación sin ello carecen de fuente para cuidadosos análisis a pesar de que puedan tener toda la experiencia de ello.

Tampoco tenemos idea precisa del trabajo del salubrista. La sociedad parcialmente pone con carácter de héroes “cosa merecida” a los médicos hospitalarios, pero no se habla de la labor de médicos y enfermeras trabajando en el campo, construyendo e involucrados en redes epidemiológicas y de vigilancia epidemiológica, exponiéndose y dedicando interminables horas poniendo en orden sus datos y coordinado trabajos con las clínicas y hospitales. Trabajo que realizan con gran sacrificio y poco recurso.

Se hace necesario que la información sea liberada, para determinar y conocer al menos los puntos fundamentales del fenómeno de la pandemia en nuestro territorio: grupos de riesgo, vulnerables, tendencias de aumento, estabilidad o disminución de casos, sintomáticos, asintomáticos, contactos calculados en tiempo real y sus fluctuaciones. Estimar los subconjuntos de morbilidad de referencia poblacional por COVID-19 es fundamental para una estrategia adecuada de quitar la cuarentena y muy útiles para planificar y asignar recursos. Sirven bien para guiar las medidas de control, prevención y también operación del sistema de salud en un futuro inmediato.

Riesgo, morbilidad, letalidad, virulencia y patogenicidad son conceptos básicos de conocer. Por ejemplo, la letalidad es un concepto distinto de mortalidad. Matemáticamente, son razones formadas de conjuntos y subconjuntos. La letalidad se denomina por el número de casos de COVID-19, que incluye todos los casos, y la mortalidad se denomina por la población de la que provienen los casos. Un estudio con este diseño, puede estimar con urgencia coeficientes de letalidad, virulencia y patogenicidad para la población guatemalteca. Datos al respecto no existen aún y para planificar no podemos depender de análisis de riesgo de otros países dado que ellos tienen perfiles demográficos completamente diferentes a los nuestros y se mueven en otros contextos de asistencia. Igual problemática observamos en lo referente a subregistro de casos, contactos y su evolución, pues las metodologías empleadas en ello resultan al momento inadecuadas. En resumidas cuentas, necesitamos tener un mejor panorama nacional de lo que está sucediendo y un análisis del mismo más completo, que vaya más allá de la información descriptiva de novedades respecto a casos, fallecidos etc.

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