Ana Patricia Enríquez
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En estos tiempos en que está muy de moda “El Emprendimiento”, es bueno reflexionar un poco sobre el significado de dicho término y pensar en si puede realmente tener alguna aplicación en nuestras vidas. La palabra “emprendedor” se deriva de la voz castellana “emprender”, que proviene del latín “coger o tomar”, aplicándose originalmente tanto en España como en otros países, a los hombres que en aquel entonces eran considerados aventureros, principalmente militares, término que posteriormente pasó a tener connotaciones comerciales. Posteriormente, la palabra fue definida por primera vez en el Diccionario de autoridades de 1732, como: «La persona que emprende y se determina a hacer y ejecutar, con resolución y empeño, alguna operación considerable y ardua». 1 Basado pues en esta última premisa, vale hacerse la pregunta ¿Qué emprendimiento desarrollamos que signifique beneficio realmente de forma personal?

El ser humano tiende a dar todo por hecho, o como comúnmente decimos, dar todo por sentado. Cree con certeza que amanecerá cada día, hace planes sobre lo que cree tener seguro, que todo es normal, realiza la proyección a corto, mediano y largo plazo en cada área de nuestras vidas. Los menús diarios de cada semana, las citas de negocios, el año escolar de los hijos, las vacaciones, las reuniones familiares, las celebraciones de cumpleaños, de ceremonias pactadas de antemano, etc. Y no es que esto sea malo, sino que no es certero. Así eran mis días antes de… y de repente ya NADA ES IGUAL, en un momento cambia la vida. Recibes una noticia de esas que impactan la vida de una manera dramática, de esas que nadie quisiera recibir jamás.

Fue una tarde gris de enero 2014, recuerdo que el viento frío rozaba mis mejillas que estaban mojadas por las lágrimas que rodaban sin parar. Mientras caminábamos hacia el parqueo del edificio de las clínicas médicas, sentía cómo retumbaban como fuertes martillazos en mi cabeza, las palabras que acababa de escuchar: “Usted tiene un carcinoma maligno triple negativo en fase III B, de más de quince centímetros, no se puede operar por el tamaño que ha crecido, así que como primera opción, tendrá que recibir tratamiento de quimioterapia para tratar de reducirlo y luego entonces, si se reduce, poder removerlo. Después de esta cirugía, que seguramente será una mastectomía radical deberá recibir tratamiento con radioterapia para finalizar. Y no es totalmente seguro que el tratamiento de quimioterapia funcionará, ya que eso depende de cada clase de tumor y su reacción a dicho tratamiento…”

Ese ha sido uno de los momentos más fuertes que he vivido y fue el inicio del reto más grande que he tenido en mi vida. Al momento de conocer mi diagnóstico experimenté un choque emocional enorme, una de las primeras cosas que me di cuenta, fue el desconocimiento absoluto que yo tenía sobre esta terminología acerca del cáncer y sobre el padecimiento en sí. Para entenderlo y enfrentarlo tuve que leer y aprender que el cáncer de mama tiene un nombre según el tipo de tumor que es, que hay varias clases y que puede encontrarse en diferentes etapas. Descubrí en carne propia que el recibir un diagnóstico como este, provoca una crisis que se manifiesta con la explosión y afloramiento de emociones: llanto, temor, incertidumbre, desesperanza, dolor, temor e incluso enojo; por lo cual es indispensable contar con el apoyo adecuado del entorno familiar, y estar rodeado de personas que puedan escucharte, cuidarte y apoyarte durante el tratamiento, además del beneficio de buscar soporte profesional para tomar buenas decisiones, decisiones que son trascendentales y cambiar nuestra actitud por una totalmente positiva para enfrentarnos a este gigante con todo y sumar ventajosamente para ganarle.

En este punto, mi primera pregunta al médico fue: ¿Y qué sucede si no hago nada, si no realizo tratamiento? Esto no por negligencia, sino por temor, temor infundado a lo desconocido, temor por ignorancia… pero cuando la respuesta del profesional, te reubica en la realidad y te demuestra que por lo avanzado de la enfermedad no tienes alternativa si quieres tener la posibilidad de seguir con vida, debe tomarse la decisión de confiar PLENAMENTE en los especialistas, en su conocimiento y experiencia sobre el tema, ya que son ellos los únicos que pueden decidir sobre los tratamientos específicos a seguir, y esto definitivamente marca diferencia y aumenta las probabilidades de supervivencia. Aprendí que es muy importante establecer esa relación de total confianza con el equipo médico, ser una buena paciente, obediente y diligente con ellos, respetuosa de asistir puntualmente a cada aplicación del tratamiento, no retrasar el protocolo, obedecer los consejos de cuidado extremo que debe uno tener por beneficio propio.

Pero, igual, la vida continúa con uno o ¡Sin uno! Todo sigue su curso, todo sigue en su tiempo, y todos siguen viviendo a su propio ritmo. Es tan profundo el darse cuenta de esto, y que una situación que te coloca entre la vida y la muerte, te cambia las prioridades, te cambia la perspectiva de la forma de vivir, te enseña que tan solo respirar es de por sí un gran regalo. Te demuestra que no es uno el indispensable para manejar o solucionar la vida de otras personas, especialmente de los hijos, o de una empresa. En mi caso, mi esposo seguiría trabajando, nuestra casa seguiría existiendo, nuestros hijos seguirían el curso de sus días, su vida conyugal, su trabajo, su hogar; mis nietos podrían seguir viviendo sin mis abrazos, sin mis mimos ¡Dios! ¿De qué se trata? ¡Ah! Qué hermoso descubrir que no somos infalibles, sino solamente una parte en la vida de los demás, una pequeña parte de este gran universo y que al aceptar esto, vivamos de una forma diferente, complementaria, siendo útiles, sumando a la vida de los que nos rodean, edificando, construyendo.

El cáncer en sí, puede ser capaz de robarte tu identidad exterior, provocando cambios fuertes en tu aspecto personal, temporales y definitivos, pero no te puede robar tu esencia, tu identidad interior, lo que eres como persona, como ser humano. No te puede quitar la capacidad para hacer lo mejor por tu propia vida y por los demás. Para mí, es muy importante la siguiente reflexión: “Cuando se tiene una vida llena de salud “NO SE VALE SOLAMENTE SOBREVIVIR”, quejándose, protestando por lo que no se tiene, hiriendo, oprimiendo, sino hay que “VIVIR”, pero vivir una vida plena, llena de amor, gratitud, respeto, actitud positiva, fe, esperanza y gozo, ser pacíficos, antes de que esa vida se te escape, antes de que ya no tengas tiempo de amar, besar, abrazar, mimar, agradar, agradecer”. Qué hermoso tener esa oportunidad de seguir viviendo días que aunque estén nublados, puedan verse brillantes, porque el sol radiante lo llevamos por dentro.

En la actualidad, después de tres años, en los que hubo intensos tratamientos, sigo bajo control médico periódico, porque la amenaza de una recurrencia siempre existe, pero estoy consciente que mi futuro le pertenece al Creador, y que nada se escapa de Su control. Estoy agradecida con DIOS por la oportunidad que me ha dado de seguir viviendo, aprovechando cada minuto de mi vida para amar a los míos, para servir a los demás. Pero ahora con un propósito determinado, con la mente bien clara que el emprendimiento más importante que debemos desarrollar es a nivel personal.

Debemos ser emprendedores e invertir toda clase de recursos en desarrollar la empresa más importante de la vida, y que es, NUESTRA PROPIA VIDA, debemos ser determinados para “hacer y ejecutar, con resolución y empeño, la operación considerable y ardua por nuestro bienestar integral, que comienza con nuestro cuerpo, mente y alma». Pues es esa vida la que nos permitirá un mejor futuro y poder dejar un legado a los demás. Si tenemos el valor para hacerlo, podremos cambiar nuestro estilo de vivirla, desarrollar buenos hábitos, cambiar nuestras prioridades, cuidarnos a nosotros mismos antes de cuidar a otros y otras cosas. Debemos dejar de ser sedentarios, hacer más ejercicio, evitar el estrés, el afán. Debemos alimentarnos bien. Visitar al médico para un chequeo periódico. Hoy en día con la tecnología y el desarrollo de la Ciencia Médica se puede prevenir y combatir de una mejor manera cualquier enfermedad. Y es paradójico cómo cuando sentimos un malestar físico, lo minimizamos y evitamos una cita médica, pero si el automóvil empieza a fallar, lo más pronto posible lo llevamos al taller mecánico para ver qué sucede y ¡Repararlo!… no digamos el teléfono celular ¿No es cierto?

Entonces, y solo entonces, después de este bienestar personal, podremos emprender todo lo que hemos pensado, las empresas o negocios que deseamos desarrollar, los viajes que anhelamos realizar, las celebraciones que soñamos compartir, nuestros planes a futuro.

No podemos dar a los demás lo que no poseemos, y si no poseemos una voluntad férrea para mejorar, ¿Cómo podremos enseñar a futuras generaciones a hacerlo? Si no somos positivos, ¿Cómo podremos enfrentar cada día, cada problema, cada prueba que se nos presente? Hablemos, presentemos y realicemos entonces verdaderamente EL EMPRENDIMIENTO MÁS IMPORTANTE DE NUESTRA EXISTENCIA.

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