Hoy en día, la proliferación de pantallas inteligentes, da a los niños una caja mínima de tres-en-uno, lo suficientemente portátil, para ver y oír desde cualquier lugar, fuera de la mirada inquisidora de los padres, maestros y religiosos, fuera del alcance de la vigilancia. Los dispositivos no agotan posibilidades y en su uso, se entremezclan con las demandas diarias de tareas, deportes, actividades e incluso compiten con el sueño. ¿Cuál es su efecto en eso?
