Redacción Hora Salud
¡Ovario poliquístico! Todo mi mundo comenzó a girar en torno a este problema cuando apenas tenía 16 años. No era como ahora, me acerqué al ginecólogo, más bien me acercó mi mamá, por una simple razón: mi período llegó a los 15, pero no hubo luego ciclo. Bueno, no fue así: 2 veces en seis meses. Pero en ese momento era más una preocupación para mi mamá que para mí; la chismosa de mi prima, le contó mi anormalidad. El bigotudo del doctor, luego de oír mis desarticuladas quejas, se lanzó con un: ¿estás planeando un embarazo? (a la edad de 16 años, está loco pensé) y habiendo recibido un «no» de mi parte, me recetó anticonceptivos orales, y colorín, todo esto se olvidó hasta mi cumpleaños número 22, cuando me casé por primera vez.
Ya casada, la continuación lógica que seguía a las travesuras del lecho, era formar familia para darle continuidad al clan, y era a lo que apuntábamos con mi marido. Hombre sesudo, lo primero que hizo fue llevarme al ginecólogo -no era ya el bigotudo- el pronóstico de él fue optimista –simplemente deje los anticonceptivos– fue su orden Y durante todo un año, viví una vida sexual de corazón, como dicen: sin negarme a nada. El embarazo, según el médico, debería ocurrir durante este período con mayor probabilidad, ya que al cancelar las píldoras la probabilidad era aún mayor. Desafortunadamente, menos de un año después, me divorcié y el niño se perdió en mis sueños.
Como dicen, al terminar la relación, habiéndome vuelto insolentemente provocadora, no pasaba de revolotear pero no me duró mucho. Como había dejado los anticonceptivos, comencé a encontrar pelos adicionales en mi cuerpo ¡qué desagradable encontrarlos! incluso en aquellos lugares donde no debía. Junto con esto, mi peso iba para arriba y eso que siempre había sido normal. El ciclo menstrual empezó a comportarse mal otra vez, apareció el acné y cuando ya perdía mucha fuerza, tomé la chequera y me fui pa´ donde el médico. Luego de que hablara y hablara, le entendí que tenía ovarios poliquísticos y como no tenía google en ese momento, me quedé en gallo como la primera vez y me fui a la farmacia a comprar la medicina de nombre chistoso que me indicó “Yarina” que tenía una trinidad de cosas entre ellas dos hormonas y ¡zaz!, me destapó por abajo durante casi un mes, y el médico solo me decía: paciencia, es normal ¿de verdad? –le dije y me despedí de él con un ¡gracias! Y empezó mi desfile de uno a otro médico, que luego de apenas escucharme, me lanzaban la misma letanía, hasta que casi me la sabia de memoria- pero el último le agregó algo al discurso: “Tu útero es algo pequeño, solo 4cm, sospecho de hipoplasia. Bueno, ¿qué puedes hacer?, palmaditas en el hombro y va de nuevo otros anticonceptivos 😅.
Pero esta vez, la droga resultó perfecta. Los senos me crecieron un poquitín, la piel se me aclaró, el pelo donde no debe estar se cayó, bueno ¡simplemente estaba llegando al cielo! Así que esta vez me endrogué con los anticonceptivos e incluso me casé de nuevo a los 26. Dado que, según los estándares de nuestros familiares, la edad era límite, comenzaron a empujarnos con eso de un niño. No me resistí, dejé la maravillosa adicción hormonal y así lo intentamos “naturalmente” durante cuatro meses, hasta que decidí que era hora de recurrir a ayuda. Inmediatamente nos programaron un examen: análisis de sangre, hormonas, frotis, espermograma, etc. Todo estaba bien, excepto mis hormonas masculinas, estaban elevadas, lo cual es normal para las poliquísticas. Y empezó todo el rito de la concepción para mí.
Todo comenzó con la estimulación de la ovulación. Antes realicé una prueba de permeabilidad de las trompas, luego una primera fase para preparar el cuerpo y esto para llevar a cabo medidas generales de fortalecimiento y mejora de la inmunidad, poner en orden el sistema nervioso (esto es muy importante, porque el estrés puede anular los resultados de estimulación -dicen), drogas hormonales, promover el crecimiento de folículos de mejor calidad y corregir las hormonas si están fuera de servicio ese era el tratamiento que seguirían. Me sometí sin queja y en silencio a lo siguiente:
1º para aumentar la inmunidad y un efecto de fortalecimiento general. (no olvide que la estimulación también es un golpe para el cuerpo, por lo que tales actividades no serán superfluas) Tomé Omega-3 durante un mes;
2º Para reducir el estrés y la calma -estaba nerviosa porque no podía quedar embarazada, creo que a muchos también les preocupa eso- me recetaron Afobazol un mes antes de la estimulación;
3º para que los óvulos crezcan con la estimulación con mejor calidad y para estabilizar el fondo hormonal, un mes antes de la estimulación tomé otro medicamento y
4º para normalizar el nivel de TSH (que también estaba ligeramente elevado en mí), tomé L-tiroxina (elegí la dosis individualmente para mantener el nivel hormonal normal).
Después de que hube preparado mi cuerpo, y las hormonas volvieron a la normalidad, fue posible proceder directamente a la estimulación con Clostilbegit.
Pero mi esposo se desesperó y yo otro cacho y entonces…al carajo el médico. Tomamos tres meses de respiro y fuimos a un nuevo médico. El médico inmediatamente escribió una referencia a un endocrinólogo. El endocrinólogo me ordenó realizar una prueba de tolerancia a la glucosa, controlar las glándulas suprarrenales, después de lo cual resultó que soy una feliz (no) dueña de la resistencia a la insulina e inmediatamente me recetaron Metformina y va de nuevo en remplazo de la terapia hormonal con Belara (tiene menos azúcar), se me recetó una dieta sin dulces ni alimentos con almidón, y se excluyó el gluten. Entonces el endocrinólogo me pateó de vuelta al ginecólogo, para continuar con la campaña para salvar nuestro matrimonio (mi marido se moría por un hijo, yo…ya no tanto). Sin dejar la metformina, me comprometí a tomar más vitamina D y ácido fólico, para llevar un estilo de vida saludable. Envidiaba a mi esposo, todo su trabajo era ingerir vitamina D. Me dijeron que tomara anticonceptivos durante un par de meses para poner las hormonas en orden. Y para mí se avecinaba un nuevo porvenir en el horizonte, cuando azotó la pandemia. En el primer mes del encierro, cogí el o la Coronavirus y pasé casi todo el mes de marzo con los síntomas que todos conocemos de memoria. En abril, contraje una cistitis severa, después de lo cual no pude moverme durante otras dos semanas, y luego se vino lo aterrador: quedé embarazada y va una nueva hormona para los dos y en el día 12 del ciclo, resultó que el folículo se estaba retrasando y fue necesario inyectar más Puregon, la dosis se aumentó y finalmente creció un hermoso folículo que con un terrible silbido reventó y el asunto no fue a más. A mi pregunta: “¿por qué?”, la respuesta fue “las hormonas pueden haber interferido”. El médico fue muy poco informativo y pasivo; decidí cambiarlo.
Un mes después, ya estaba yendo a consulta con un cirujano que me escribió una referencia para laparoscopia y colposcopia. El procedimiento duró 40 minutos, estuve bajo anestesia y no sentí nada. Al salir de la anestesia, durante aproximadamente tres horas, mi cabeza estaba nublada, el médico dijo que hice las mismas preguntas varias veces. Cuando me alejé, el médico se me acercó y me dijo que tenía un útero unicorne. ¡¡¡¡¡AUG qué!!!!! Justo en el trasero, justo en la cabeza, justo… Fuertemente. No pude soportar esa noche a mi marido, me acosté en la sala y bramé y grité en la almohada, enojada con la naturaleza, con el destino y con el estúpido catéter en la vena que me impedía dormir. Qué significa un útero unicorne en mi caso: los porcentajes de embarazo, sean los que sean, se reducen en un 50%, ya que simplemente falta la segunda trompa de Falopio y la mitad del útero. Los ovarios están bien hechos y ambos funcionan.
Entonces todo de nuevo. Me hicieron tres pequeñas incisiones donde está el ombligo y donde están los ovarios. Los puntos se sellaron con una especie de pegamento, se resolvieron solos. La menstruación comenzó inmediatamente después de la operación. El día 8 del ciclo fui enviada al médico. La ecografía mostró una buena tendencia, pero el ovario funcionaba sin tubo. Todo creció por sí solo, todo se convulsionó, empezó la menstruación. En el día 12 del ciclo, se me ordenó acudir al ginecólogo para un plan adicional. Y cuán fuerte fue mi decepción, cuando el folículo nuevamente no coincidía en tamaño y se perdió. No dudé en acceder a la estimulación, esta vez con otro medicamento y la progeste. El monitoreo de ultrasonido está programado para mañana. El médico dijo que todavía tengo tres estimulaciones posibles. Y a partir de entonces si falla: solo FIV (fertilidad in vitro). En estos momentos estoy viendo en la tele, la manifestación a favor del aborto ¡cosas así chicas!: Unas que sí, otras que no.
Nota: Estimado Lector: En aras de proteger la integridad de la paciente, a sus médicos y personal tratante, se omiten nombres verdaderos en el presente artículo.