Mi niñez: lo máximo. Mi primaria y básicos lo máximo. Mi familia y mis amigas de aquellos tiempos lo máximo. Pero al final de los básicos, sentí que algo andaba mal: no me bajaba mi primera regla y eso me avergonzaba, así que: Chitón ante todos. Cuando me bajó mi primera, a mediados de mis básicos, luego se amordazó por meses y luego que vino la segunda, la tercera, y el montón de más, de nuevo mordaza por meses y ya para entonces, empecé a notar gran cantidad de vello por todos lados y al final de mi vocacional estaba llena de vellos, de acné, de malas notas y distracciones por todos lados y entonces me autoevalué como una persona difícil –eso ya lo traía de antes- pero me había convertido en una persona aún más difícil de ser; una persona problemática para tener amigas, y una hija y novia problemáticas. El mundo me parecía un asco. En la U pasé rascando todas las materias: peleaba con cuanto ser se me ponía enfrente; faltaba a la U y a mi trabajo y cada mes pasó de ser el de una persona feliz, como lo había sido en mi niñez y parte de mi adolescencia, a ser introvertida y deprimida y al terminar la U, finalmente se habían instalado en mí no solo el acné, en mi cara y tórax, sino en mi cabeza sentimientos de total desesperanza y oscuridad. Sabía que algo andaba mal, muy mal, y con un poco de sobrepeso a pesar de que no comía exageradamente.

Pero me daba vergüenza de contar que me pasaba y pasó más de una década desde aquella primera menstruación. Me habría solo para adentro. Durante años, busqué constantemente en Google mis problemas: que por qué pasé de ser feliz, feliz y productiva, a no querer conocer a nadie, introvertida y deprimida. Montón de cosas podían ser –me decía google- pero ninguna sentí que se acoplaba a mí. Esa fase luego se convirtió en una oscuridad extrema, donde sentí que no valía nada, sufrí temblores y pánico de estar con mi novio, de ir a trabajar. Mis búsquedas en google siempre me apuntaban a: «Sos una maníaca depresiva«, pero era chocante, porque tan pronto surgían mis menstruaciones regulares -nunca por más de tres meses seguidos- volvía a ser yo misma. Me había devaluado tanto que, para los demás, yo era la chica que solo salía con chicos de mierda y que de repente cuando empezaba a sospechar algo más, me escabullía, hasta que alguien me atrapó.

 

Así que luego que deje pasar tantos años, ya casada, finalmente logré tener una amiga íntima, le conté todo lo que me pasaba y luego de convencerme que eso era cosa de médicos, me acompañó para que recibiera un diagnóstico y la ayuda adecuada.

Al ginecólogo le hablé que a menudo transcurrían 70-80 días entre períodos y que sufría –así decía google- “síndrome premenstrual ansioso”, que afectaba tanto mi vida privada como laboral. Él médico se metió con mis ovarios y me dijo: «tienes muchos óvulos, no hay peligro, entonces no tienes que estresarte por quedar embarazada» –pero mi mente no ansiaba eso-. Luego me recetó Premalex (medicamento antidepresivo). Premalex no ayudó. Así que visité otros médicos y el único tratamiento que recibía era píldoras anticonceptivas. Pero también me sentí mal con ellas: fuertes jaquecas, sudoraciones raras, de repente náuseas, me irritaba por nadita y mi vida sexual era un fiasco. En lo único que concordaban todos los galenos era en el diagnóstico: sus ovarios no funcionan bien, ovarios poliquísticos. Cada cambio de médico me decía «Todo se ve bien» y en cada sesión de ultrasonido yo me decía. «Esta es la vencida». Al fin me aburrí y mandé a la m… las anticon.

Y mi vida: un desastre, creo que más que por amor, me casé para aliviar mi soledad. Mi esposo es un hombre de gran paciencia, que finalmente terminé consumiéndosela, y durante mi estancia con él, he tenido tres abortos espontáneos y en el último me fui con una doctora con uno en curso. Ella parada entre mis piernas, aseguraba que me lo había provocado. Finalmente me dijo:  «Todo se ve bien» y le conté de mis ciclos largos, de mis anomalías y de lo difícil para mí de saber cuándo ovulo y de todos los tratamientos a que se me había sometido. Ella hizo caso omiso de mi preocupación y me afirmó “hora hay muchas posibilidades de que vuelvas a quedar embarazada«. Había resuelto la emergencia, así que le di las gracias, me di la vuelta y me fui donde otra doctora.

 

Finalmente caí con Justiniana, así es el nombre de la doctora que si se toma mi tiempo en serio. Con calma me dejó hablar y hablar. Casi me estresó del tanto tiempo que me dio. Entonces no es así como debería ser -le pregunté luego que me diera una explicación sobre mi caso. Me dijo que efectivamente sospechaba que tenía SOP (síndrome de ovario poliquístico) y me dejó que le hiciera todas las preguntas y al final me dijo que antes de entrar al tratamiento, procedía establecer un plan diagnóstico para luego establecer un plan tratamiento y eso va por fases: primero confirmar que era SOP. Efectivamente lo era en cuestión. Segundo: se lanzó a determinar todo lo que estaba afectando mi cuerpo y mi funcionar el tal SOP, sin enfocarse solo a mis ciclos largos y a mi dificultad de quedar embarazada. Luego que terminó de hacer lo que llamó el mapa de mi enfermedad, me organizó el plan de tratamiento. Durante meses pasé por varios tratamientos y cuando la mejoría me fue muy evidente, entonces las ganas de tener hijo me vinieron. Ahora ella me encamina por un nuevo mapa de tratamiento para encausar mi fertilidad, he empezado mi camino para intentar concebir un hijo a través de hormonas y jeringas de ovulación.

La semana pasada, estando en la sala de espera para mi tratamiento de fertilidad, me topé con otra mujer en las mismas que yo y me contó una historia extraña de ella. No sé si mi madre tuvo SOP, nunca supe de ningún diagnóstico de ella más que el de su muerte –me dijo. Mi madre tenía cabello fino en el cuero cabelludo y sobrepeso, lo cual es común en el síndrome de ovario poliquístico. Yo misma tengo cabello fino y sobrepeso – expresó. Su abuela nació en 1901 y se casó en 1917 y tuvo a su madre en 1933 y luego a su tía y su tío. Mucho tiempo entre hijos ¿no cree? –comentó y siguió hablando: En ese momento no había pastillas anticonceptivas. No sé si había tenido alguna relación con algún hombre antes de mi abuelo. Las hermanas de mi abuela las he visto en fotografías. Si pienso en la forma de su cuerpo, es posible que hayan tenido SOP. Las hermanas de mi abuela tuvieron un solo hijo cada una. Por parte de mi madre y la abuela, hay más mujeres con sobrepeso. Nadie con un diagnóstico de SOP. Me entró un poquitín de miedo: y si voy a tener mujer, y sí y si… Pase me dijo la Dra. Justina…. Mentalmente apagué impresiones y sentimientos por el momento; solo quiero un hijo.

 

Nota:

Estimado Lector: En aras de proteger la integridad de la paciente, a sus médicos y personal tratante, se omiten nombres verdaderos en el presente artículo.

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