Una demanda nacional y mundial insatisfecha

Los distintos foros de salud mundialessalu y latinoamericanos y nuestros maestros, nos enseñaron que existían en los sistemas de salud de la región, una serie de factores limitantes: en primer lugar nos mencionaron los recursos económicos e inversiones limitadas; en segundo la escasez de mano de obra educada; un tercero tenía que ver con el crecimiento  rápido de las poblaciones; un cuarto con las culturas tradicionales y conservadoras, y el quinto con la persistencia de la prevalencia de enfermedades transmisibles y desnutrición.

También se nos había enseñado que existían, en resumen, tres distinciones esenciales en la prestación de servicios de salud. Primero debíamos diferenciar entre necesidades médicas humanas y necesidades de salud científicas. Las necesidades médicas humanas son muy simples de mencionar, aunque no tanto de atender. Son dar alivio, cuando están heridos y lesionadas las personas; cuidado cuando se está enfermo y su recuperación de ser posible; y finalmente tranquilidad y ayuda durante la maternidad, el crecimiento, así como la senectud.

También se nos advertía, que la mayoría de las personas en los países desfavorecidos, por muchas razones socioeconómicas y ambientales, aún no han llegado a la etapa de interés por la salud como tal, sino que sólo buscan ser atendidos cuando padecen algo que les imposibilita o molesta mucho.

 

En tercer lugar -se nos había indicado- que las necesidades científicas de la salud, difícilmente podían enfocarse por las naciones en vías de desarrollo. Pero a la vez, se era consciente, que no podía dejarse todo ello tirado. Que eran necesarios para el buen funcionamiento del sistema de salud, elementos de investigación como el control de las enfermedades transmisibles comunes, incluidas las de la infancia, las enfermedades parasitarias y las enfermedades transmitidas por vectores y crónicas; la necesidad de monitorear patrones planificados de fecundidad y en esto incluso se argumentaba por algunos que: la inversión para reducir la natalidad, podía ser docenas de veces más efectiva, que aumentar los ingresos per cápita, que se invierte en proyectos tradicionales de desarrollo en los países subdesarrollados. Finalmente, se nos indicaba que el alivio de la desnutrición proteico-calórica, podía promoverse, mediante la unión de la atención trabajo, la agricultura y la medicina.

Entonces, al abrir la puerta de la medicina preventiva, pudimos escuchar muchas voces que afirmaban que la medicina integral estaba fuera de nuestro alcance; pero que la medicina integrada no lo debería estar: la medicina preventiva y social; programas equilibrados de acciones curativas, preventivas, y medicina promocional, fundamentados en recolección, análisis e interpretación de datos epidemiológicos.

Y para cerrar con broche de oro, el doctor Paredes, nuestro profesor de medicina preventiva, nos contó que a un médico famoso norteamericano se le había preguntado qué, si tuviera que componer un epitafio sobre la medicina del siglo, XX, qué pondría; él respondió: «Brillante en sus descubrimientos, soberbia en su innovación tecnológica, pero lamentablemente incapaz en su aplicación a los más necesitados» y añadió: «La medicina no será juzgada por su vasta y rápida acumulación de sus conocimientos per se, sino por el uso que ha hecho de ellos. Ya hemos adquirido experiencia, y solo queda el problema de transmitir a las otras dos terceras partes del mundo, cuánto constituye el saber común y la medicina corriente, y por tanto su ejercicio«.

Así que teóricamente, habíamos sido preparados para entender la salud pública y estábamos listos para prestar nuestros servicios al respecto y nada mejor para ello, que principiar por una experiencia dirigida.

La génesis de la medicina social en la USAC de los 60´s

En los sesenta, era ya más que evidente para las autoridades de salud y de la Facultad, que no existía un programa bien establecido de educación médica, como parte de un plan de salud nacional. Ni el trabajo público institucional, ni la preparación universitaria, se ajustaban a las necesidades sociales y la educación médica, como factor de desarrollo económico y social; no era eso de visión política y por tanto no se encausaban políticas y actividad hacia ello. Y Aunque esa visión no fuera realidad nacional ni académica, sí lo era en la práctica, en donde la pobreza, la ignorancia y la enfermedad, abundaban y su interdependencia era fuerte.

Desde esa época, la Usac venía discutiendo el concepto de multidisciplinariedad, asumiendo que el término va desde el abordaje de disciplinas en una carrera, hasta reunión de disciplinas en el abordaje de la salud individual y de poblaciones; y entendiendo que el campo fruto de ello, es una mezcla de conocimientos científicos, valores, actitudes, percepciones, competencias y comportamientos,  que dan como producto, una forma de atacar los problemas de salud; sin olvidarse que todo eso, dentro del ámbito universitario, apuntaba al surgimiento de nuevas técnicas educativas, que permitieran unificar saberes, responsabilidades y acceder en un mismo lugar y tiempo, para resolver problemas.

En 1964, un grupo de médicos y odontólogos de la Usac, preocupados por la situación de salud de la población guatemalteca, realizaron un análisis crítico al desajuste ecológico entre las profesiones universitarias y las necesidades reales de salud de las comunidades del país. Esta actividad, condujo a una evaluación seria del contenido curricular de varias facultades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, lo que propició en 1966, la celebración del Primer Congreso de Servicio Social Universitario.

En 1966, en el Primer Congreso de Servicio Social Universitario, se planteó la necesidad de incluir en las carreras académicas, actividades prácticas, que más tarde se convirtieron en las Experiencias Docentes con la Comunidad -EDC- y el Ejercicio Profesional Supervisado -EPS-. Ese mismo año, se definió el Ejercicio Profesional Supervisado en las Facultades de Odontología. El programa inicio en 1969 en Medicina, modalidad que progresivamente fue adoptada por otras facultades y Escuelas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

En 1969 la Usac, en conjunto con el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social y el Instituto de Nutrición para Centro América y Panamá -INCAP-inicia el Programa de Salud -PROSA-, en el que intervinieron inicialmente estudiantes de medicina, odontología y nutrición. Posteriormente a este proyecto, se le denominó Programa de Salud y Comunidad -PROSAC- y fue el primer programa multiprofesional, donde se involucraron estudiantes de Ciencias Médicas, Medicina Veterinaria, Trabajo Social, Odontología, Agronomía, Ciencias Químicas y Farmacia y la Escuela de Nutrición del INCAP. Posteriormente, las demás unidades académicas, fueron estableciendo sus programas de EPS, EDC y otras prácticas con la comunidad.  El Éxito del PROSAC estaba en esa unión de esfuerzos para crear un proyecto de práctica multidisciplinaria, conjugando diversas disciplinas de atención y servicios de salud en la comunidad y escuchando a esta.

 

El programa PROSA se estableció como práctica formal en la carrera de Medicina en 1970 y funcionaba cubriendo todo el departamento de Chimaltenango, asignándose al estudiante de internado rotatorio, un municipio a su cargo, durante 2 meses y desarrollando en dicho tiempo, labores técnico-administrativas de una unidad de salud del Ministerio de salud pública y prestaciones clínicas, en combinación con las tareas de documentación asignadas por la facultad y colaborando con los miembros de otras escuelas universitarias (enfermería, odontología, nutrición, servicio social, INCAP) que trabajaban en grupo y se esperaba con ello, lograr en salud comunitaria un modelo progresivo de alto impacto y bajo costo.

El departamento del EPS

Toda la promoción hizo su ejercicio profesional supervisado en el Departamento de Chimaltenango, situado en la zona Central de nuestro país, a 54 kilómetros de la Ciudad Capital su cabecera y cuenta con 16 municipios y con una extensión de 1,932 km2 y una altitud promedio de 1800 mts. Poseía en aquel entonces según el INE una población estimada en 200,400 habitantes, muy similar en cuanto a género, y una densidad por km2 de 109 habitantes y que conformaba una población predominantemente joven y con un casi 70% de población materno infantil y por encima del 60% población indígena.

Su Topografía bastante irregular, encontrándose en la parte sur, plana con ligeras ondulaciones y grandes barrancos, con profundidades hasta de 100 metros. Su Hidrografía estaba cruzada por varios ríos y riachuelos, contándose entre los principales: El Pixcayá, Guacalate o de La Virgen, Chajalguich, Durazno, Matuloj y Las Violetas.  En cuanto a su agricultura se calculaba que el 40% del área la ocupan las zonas forestales. Entre los granos básicos abundan: trigo, maíz, frijol; toda clase de hortaliza, sobresaliendo el guicoy. árboles frutales: aguacate y durazno. Tubérculos como papa y yuca y entre los cultivos permanentes el amo y señor era el café.

En todos los municipios existía una oficina de teléfonos, telégrafos y correos y había caminos a todos los mismos desde la cabecera municipal.

Salud

A nivel nacional observábamos lo siguiente

Fuente: INE

Y atendidas por médicos, se resumía en lo siguiente

Y las diez principales causas de muerte eran las siguientes

Era indudable que la morbilidad a atender con alta prioridad era las infecciones, el resto se reportaba de la siguiente manera:

Las dos promociones anteriores a la nuestra, en sus informes de EPS habían externado su preocupación sobre las altas incidencias y prevalencias de morbilidad infantil de Desnutrición proteico-calórica en sus diferentes fases, así como los cuadros infecciosos que al actuar sinergísticamente conducían frecuentemente a la muerte.  De igual forma advertían que la desnutrición era un factor contribuyente muy importante en la alta tasa de mortalidad en los niños menores y en la ocurrida por diarrea, infección respiratoria, sarampión y tos ferina.

Tal era el panorama que nos esperaba.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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