Somos un programa diseñado en millones de años

¿Es la migración un fenómeno natural? Según nuestra historia humana, todos somos inmigrantes, todos somos parecidos y en eso ¿hay en eso algo genético? Si todos somos inmigrantes, hay muchas cosas que trajimos con nosotros a partir de nuestra evolución de África, hasta el destino de nuestros lugares actuales de residencia.

Nuestro ADN revela en detalle nuestros orígenes. Los avances revolucionarios en genética en los últimos años, han abierto caminos completamente nuevos, al conocimiento de dónde venimos y, por consiguiente, de algo de lo que actualmente somos. Hoy, en el material óseo prehistórico, no sólo podemos determinar con certeza el género, sino también el color del cabello y de los ojos, y, sobre todo, demostrar el parentesco directo con otros individuos en todo el mundo, y así determinar también su procedencia y red de contactos.

Estamos cansados de saber y oír que ¡nuestro ADN es 99.6% idéntico al de los chimpancés! En la aseveración y comprobación de su verdad, hay mucha información que puede explicar muchos de los problemas que vemos en nuestra sociedad moderna. Saber no es lo mismo que aceptar e interpretar. Para empezar, estamos muy emparentados con los chimpancés, pero más con algunos que con otros, especialmente tenemos que ver, con el bonobo (Pan paniscus), como el que observamos a continuación.

Eso no quita que el conocido chimpancé común (Pan troglodytes) tenga también algo en común con nosotros y eso se aplica al sistema digestivo y al metabolismo; a la visión desarrollada, la capacidad de agarre en manos y pies, la niñez prolongada, el sistema social y los patrones de comportamiento. Incluso existen similitudes biomoleculares importantes, entre otras cosas, en términos de las estructuras de ADN. De 1,271 aminoácidos, tenemos 1,266 en común con el chimpancé. El sistema inmunológico y los tipos de sangre A y O en humanos y chimpancés, son lo suficientemente similares, como para permitir el intercambio de órganos y la transfusión de sangre.

El estudio de la estructura social de nuestros parientes animales, lo que nos revela directamente es, cómo durante millones de años, desarrollamos nuestras relaciones de género dentro de la familia y el grupo, como los mamíferos que en realidad somos. Es un poco difícil imaginar tener hijos sin macho y hembra. Nos revela cómo y para qué fueron desarrollando nuestros órganos, nuestro cerebro. Pero los problemas de nuestra sociedad moderna, con su vida hogareña, laboral y social específica, sus gustos y disgustos, no solo conciernen a las relaciones después del nacimiento, sino a los programas de crecimiento y desarrollo que tenemos. Negar nuestra herencia biológica, y cerebral, no absorber todo el conocimiento que existe sobre esas estructuras, su función y a donde nos ha llevado, es ver solo una parte de la película.

 

Lo cultural y político se entrecruzan con el mal

En nuestro concepto constitucional de «bienestar para la mayoría«, a los guatemaltecos nos gustaría creer que hemos creado (pues es tarea de todos y no de algunos) una sociedad del bienestar que no tiene paralelo en el resto del mundo. Pero la realidad es diferente. Tenemos social política e incluso individualmente, una interpretación del concepto de «igualdad, mayoría, bienestar«, totalmente heterogénea e incluso susceptible de ser cuestionada si es errónea o no. Pero la realidad es que esos conceptos, están sujetos en su interpretación, a comparaciones con lo cultural más que nada. Hacemos comparación étnica y nos encontramos con diferencias entre etnias que tiene que ver con su estilo de vida. Por ejemplo, nos topamos con diferencias de conceptos de justo relacionado con, oficio, ingresos, trabajos.  Un campesino decía que: “es inmerecido que, a un médico, un ingeniero, un abogado, al que lo necesito un de vez en cuando o a lo mejor nuca, tenga que pagarle más, gane más que un campesino, del que se necesita a diario para la sobrevivencia de todos. Esa forma de entrever condiciones y situaciones humanas, ha tenido consecuencias devastadoras para nuestros hijos afirmaba y señalaba la mayor: migración. No pretendo con ello que gane menos el profesional, sino mejor y lo justo el segundo” -concluía. Por su parte, un estudiante universitario afirmaba que: “Mirar exclusivamente las condiciones materiales y posiciones sociales usurpadas, no es apoyar una evolución ni tan siquiera humana”.

Los primeros años de vida: determinantes y mal enfocados

Desde hace más de un siglo, nos dice la pediatría, que la carencia de lactancia, el apego y la mentalización durante el primer año del niño, puede ser devastador para su vida más adelante. Lo más importante, son los años más cercanos al inicio de la vida –enseña. Los bebés humanos nacen muy poco desarrollados, en comparación con otros mamíferos. La razón es nuestro gran cerebro y para lo que fue creado. No sería posible dar a luz a un niño, con un cerebro completamente desarrollado, debido a su tamaño. Se suele decir que un comportamiento fetal, continúa tiempo después del nacimiento del niño. Por ejemplo, en los primeros años de vida, el período de apego es de importancia central, para el desarrollo armonioso del niño como adulto y está directamente relacionado con la lactancia materna. Que en nuestro mundo moderno esto no sea compatible o lo sea inadecuado con la carrera laboral de una madre y los ingresos de por vida, no es difícil de entender. Muchos de nuestros abuelos en las décadas de 1940, 50 y 60, formaron familias donde sus hijos se volvieron armoniosos y exitosos. Hoy se ve diferente, y son los hijos de los niños nacidos a partir de la década de 1980, los que tienen que pagar el precio. ¿Será eso cierto? Veamos al menos algunos elementos en la salud de ese precio a pagar, en plena segunda década del siglo XXI en nuestra patria.

  • La enfermedad mental en niños entre 10 y 17 años, se ha más que duplicado en los últimos 10 años.
  • Miles de niñas y jovencitas, pero también niños, sufren bullying cada día en nuestras escuelas.
  • Estudios en población sobre bienestar, demuestra que cuatro de cada diez escolares, casi la mitad de todos los niños de nuestro país, tienen dolor de cabeza, de estómago o de espalda al menos una vez a la semana, lo que afecta tanto la autoestima como al rendimiento escolar.
  • La prescripción de somníferos y psicofármacos a jóvenes de 14 a 24 años, se vuelve cada día más común. Algunos calculan que de las generaciones antes de los ochenta y las nuevas, ha aumentado en más del 500%
  • La atención psiquiátrica por depresión para jóvenes de 20 a 24 años, ha aumentado en varios cientos en los últimos años, en comparación con las anteriores generaciones.
  • Las conductas autolesivas tanto en hombres como en mujeres, han aumentado y siguen en aumento entre jóvenes.
  • El suicidio luego de los accidentes, es la causa de muerte más común entre los jóvenes de 15 a 24 años.
  • En los jóvenes adultos, el aparecimiento e inicio de enfermedades crónicas es cada vez a menos edad.
  • La ingesta de antidepresivos hoy en día, puede que esté llegando al 25% de la población para finales de la década.
  • Cada año se denuncian miles de miles de casos de abuso de todo tipo en los hogares.
  • No existen datos sobre aumento de drogas, pero es indudable que las ingestas de alcohol, han aumentado notablemente dentro de la población más joven.

 

¿No va siendo hora de que el Estado y la Sociedad entiendan realmente lo importante que son los primeros años de vida y cómo las personas seguras y armoniosas, tienen su comienzo en los primeros años de vida? Lo cierto es que cada vez más, en todas las capas sociales, son la carrera y el dinero, más importantes que los hijos; eso social y políticamente, de acuerdo al comportamiento de los parámetros de bienestar.

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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