Para empezar, debemos quitarnos la idea de que el sistema inmunitario son anticuerpos y algunas células y que eso es todo. Según una definición precisa el sistema inmunitario comprende componentes celulares y proteínas químicas y solubles y juntos, células y moléculas químicas, protegen el cuerpo contra sustancias extrañas, incluidos agentes infecciosos, células tumorales, y por supuesto sin atacar a las células y moléculas que forman un yo de alguien.
Entonces, las enfermedades autoinmunes ocurren, cuando el sistema inmunológico, que normalmente defiende al cuerpo contra enfermedades e infecciones, funciona mal y ataca por error a las células, tejidos y órganos sanos atacan al yo corporal. Un médico diría que la autoinmunidad surge cuando el sistema inmunitario no logra distinguir lo propio de lo ajeno a nivel de regiones específicas de las moléculas de la superficie celular, o epítopos, reconocidos por dos de los principales efectores del sistema inmunitario: las células B, que producen anticuerpos, y las células T1. Ojo en esto: en los últimos años, la evidencia de mecanismos inmunitarios innatos que reconocen y responden al daño en los tejidos propios por este mecanismo ha desdibujado las distinciones propias/no propias como exclusivas, es decir puede estarse dando como normal un fenómeno de autodestrucción pero es controlado e impide que nos destruyamos. Entonces, en la enfermedad autoinmune, ese mecanismo innato es superado. Otra aclaración, eso de epitopo significa Zona específica de la superficie de un antígeno que interactúa con anticuerpos específicos a los cuales se une. Por lo general, un antígeno tiene varios epítopos diferentes.
Y qué significa entonces eso de enfermedad autoinmune para su cuerpo.
La enfermedad autoinmune, por definición, es una autoinmunidad (nos autoatacamos y no podemos defendernos o limitar el daño) que con el tiempo da como resultado una patología con células T autorreactivas (nosotros las producimos anormalmente y no podemos controlarlas y limitar su daño o evitar) y autoanticuerpos (nosotros los producimos anormalmente) que causan daño tisular.
O enfermedades inflamatorias o autoinmunes: un dilema
Algunas enfermedades son claramente de naturaleza autoinflamatoria, como la fiebre mediterránea familiar, la enfermedad de Behçet y la enfermedad de Still. Otras son claramente trastornos autoinmunitarios, como la esclerosis múltiple y el lupus eritematoso sistémico (LES). Sin embargo, distinguir entre enfermedades autoinmunes y autoinflamatorias puede ser difícil porque la activación del sistema inmunitario innato es un requisito previo para desencadenar una respuesta inmunitaria adaptativa. De hecho, para la mayoría de las enfermedades inflamatorias inmunomediadas, como la aterosclerosis, y las enfermedades autoinmunes prototípicas, como la esclerosis múltiple, los sistemas inmunitarios innato y adaptativo desempeñan un papel en la promoción de la enfermedad, lo que lleva a la noción de un espectro o continuo de enfermedades autoinflamatorias-autoinmunes. Además, la investigación muestra que enfermedades que la ciencia médica históricamente no ha considerado como enfermedades autoinmunes, como la aterosclerosis, la enfermedad de Parkinson y el cáncer, tienen mecanismos autoinmunes como autoanticuerpos y células T y B autorreactivas, que contribuyen a la patogenia de la enfermedad. La investigación sobre la enfermedad de Parkinson, por ejemplo, ha revelado que la reactividad de las células T, que provoca un ataque a las células cerebrales, está asociada con una enfermedad temprana e incluso preclínica.
Los postulados requerían que “se reconociera una respuesta autoinmune en forma de autoanticuerpo o inmunidad mediada por células; que se identifique el antígeno correspondiente, y que se induzca una respuesta autoinmune análoga en un animal de experimentación. Finalmente, el animal inmunizado también debe desarrollar una enfermedad similar” Bueno esto se vuelve muy complicado. Entonces lleguemos a algo a que llegaron los investigadores y clínicos y hagamos dos distinciones: Inflamación y autoinmunidad y de esa manera, las enfermedades autoinflamatorias son aquellas afecciones impulsadas predominantemente por células inmunitarias innatas, como los macrófagos, que median la inflamación sistémica y la patología del tejido propio, mientras que las enfermedades autoinmunes se producen cuando las células inmunitarias adaptativas (células T y células B) se dirigen a los antígenos propios y son la respuesta dominante que causa inflamación y daño tisular.
Estas enfermedades son crónicas, de por vida y pueden causar un importante deterioro físico y psicosocial, impidiendo las actividades de la vida diaria, la productividad y la calidad de vida. A eso se añade que su control y prevención resulta sumamente costoso para los sistemas de salud y el bolsillo de las personas y las personas con una enfermedad autoinmune comúnmente desarrollan más de una enfermedad autoinmune. Algunos pueden ser fatales y no se conocen curas reales.
El otro problema que presentan las enfermedades clasificadas en la actualidad como autoinmunes es que no existe un consenso sobre qué enfermedades son enfermedades autoinmunes; los recuentos oscilan entre más de 80 y 150 enfermedades, según la fuente. Algunas de las más conocidas por la población son: enfermedad de Sjögren, lupus eritematoso sistémico, síndrome antifosfolípido, artritis reumatoide, psoriasis, enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa), enfermedad celíaca, colangitis biliar primaria, esclerosis múltiple, diabetes tipo 1, y enfermedad tiroidea autoinmune (enfermedad de Graves y tiroiditis de Hashimoto).
Para muchos investigadores y clínicos, los puntos en común entre las enfermedades autoinmunes se relacionan con la genética y los efectos de los factores ambientales como determinantes básicos de la proporción y aparición de estas enfermedades. Pero una limitante sería para el avance en esos campos es la falta de estudios epidemiológicos basados en la población a largo plazo (20 años o más) sobre enfermedades autoinmunes. Dichos estudios permitirían, entre otras cosas, evaluar tendencias, factores de riesgo y costos de la enfermedad; identificar diferencias entre subgrupos de población; y determinar la prevalencia real de estas enfermedades.
Si bien la cantidad y la calidad de la investigación que se realiza alrededor del mundo sobre enfermedades autoinmunes es impresionante, se necesita un plan de análisis y gestión estratégica de toda esa información y eso debido a que algo que las ciencias médicas están necesitando no solo en este tema sino en diversos es maximizar los resultados de su investigación, como los diversos enfoques de la utilidad práctica de esos resultados.
Y como se clasifican en la actualidad
En la comunidad médica y de investigación, hay dos diferentes enfoques para caracterizar la enfermedad. Una es caracterizar y nombrar enfermedades según criterios clínicos como la presencia de autoanticuerpos para enfermedades autoinmunes. Hoy en día, la ciencia médica clasifica muchas enfermedades reumatológicas, neurológicas, gastrointestinales, cutáneas, hematológicas y cardiopulmonares como “autoinmunes” en base a la presencia de autoanticuerpos, por ejemplo. El énfasis en las presentaciones clínicas de la enfermedad, ha resultado en la clasificación de la enfermedad por diagnóstico clínico y sistema de órganos.
Un segundo enfoque para comprender las enfermedades es caracterizarlas por sus mecanismos biológicos: las vías que causan, mitigan o afectan la trayectoria de la enfermedad. Durante el último medio siglo, la ciencia de la autoinmunidad se expandió más allá del concepto de autoanticuerpos y células T autorreactivas y condujo al surgimiento de la comprensión de la importancia de la respuesta inmunitaria innata contra uno mismo y otros componentes de la inflamación como impulsores de la enfermedad autoinmune. Los estudios de células inmunes innatas, citocinas, marcadores de superficie celular, complemento y otros fenómenos biológicos ahora amplían la definición de «autoinmune» para incluir enfermedades con mecanismos inmunológicos compartidos.
En fin, los investigadores pueden usar la comprensión de los mecanismos biológicos para orientar las intervenciones para la prevención, el tratamiento y la curación de estas enfermedades.
En resumen:
No hay consenso con respecto a los límites de la definición de enfermedades autoinmunes y autoinflamatorias. Las partes interesadas públicas, incluidas las personas que viven con enfermedades autoinmunes, por lo general no consideran las enfermedades autoinmunes y autoinflamatorias juntas, mientras que los médicos y los investigadores pueden considerarlas similares y lo suficientemente comunes como para pensar en ellas como una sola entidad o como dos entidades estrechamente relacionadas. Independientemente, los criterios para diagnosticar que alguien tiene una enfermedad autoinmune, pueden incluir criterios de diagnóstico o clasificación que describen fenotipos clínicamente identificables en términos cuantitativos, excluyentes, de tiempo limitado y binarios. Sin embargo, la incertidumbre diagnóstica es común entre los pacientes con enfermedades autoinmunes.
Es muy posible que, en un futuro cercano, veamos para mejorar la investigación, guiar la atención al paciente y coordinar la comunicación, a las comunidades clínicas y de investigación desarrollar un vocabulario de consenso que incluya tanto las enfermedades autoinmunes clínicamente definidas como los mecanismos autoinmunes.