1. Violencia: Situación preocupante

La violencia en cuanto a origen y causas probablemente no tenga su solución en actividades directas del sistema de salud, pero sus efectos, si inciden en la salud del individuo y las poblaciones.

La violencia es un problema nacional al que la ciudadanía le concede gran importancia: En las ciudades, las áreas suburbanas e incluso los pueblos pequeños, los guatemaltecos temen y les preocupa que la violencia haya permeado el tejido social y familiar y degradado la calidad de sus vidas. La calidad de vida disminuida va desde la imposibilidad de sentarse en la puerta de su casa o hablar en las aceras, donde las guerras de pandillas han hecho que los enfrentamientos y disparos sean un evento común hasta la instalación de elaborados sistemas de seguridad por cuadras cuando se puede pagar. Los niños experimentan violencia camino a la escuela y en el mismo edificio escolar. Las encuestas muestran que grandes porcentajes de la población temen incluso caminar por sus barrios. Y qué decir del hogar, lugar de miedos y agresiones en casi un tercio de los mismos. La violencia se ha vuelto un determinante para los comportamientos de la salud y la enfermedad.

 

Por tanto, podemos decir que la ansiedad nacional por la violencia no es infundada. Pese a la mala documentación sobre hechos violentos que se tiene, es muy posible que todos hayamos sido víctimas de un acto de violencia por año. Actualmente se realizan 23.3 necropsias por muerte violenta por 100,000 habitantes, es decir necropsias posiblemente relacionadas con hechos criminales pasaron de 3 mil 500 a 4 mil 78 cosa que podría ser el doble dado los subregistros existentes y la incapacidad de atención. Según el MP, reportes de violencia psicológica disminuyeron durante el año pasado en 4%, la económica en 33%, la violencia física en 10%, la violación sexual en 14%, la agresión sexual en 15%, y el maltrato contra niñas/os y adolescentes en 18% pero se ignora si eso es debido a causas de confinamiento o sociales de otra naturaleza, como el debilitamiento del sistema de justicia. En otras partes del mundo se reporta lo opuesto. Pero lo que queremos resaltar es que sí es un problema de salud.

Fuente:  datos anuales de la PNC (2000-2021).
  1. Problemas para conocer sobre violencia

Se suele adoptar como definición de «violencia»: comportamientos de individuos que intencionalmente amenazan, intentan o infligen daño físico mental o emocional a otros. La muerte viene a ser el delito violento más grave: el asesinato. Sin embargo, tanto con el asesinato como con los actos menores de violencia, la definición enmascara una enorme diversidad en comportamientos subyacentes que causan la muerte: tiroteos por ladrones, asesinatos intrafamiliares, disputas menores que se vuelven violentas, ataques sexuales y asesinatos de pandillas, lesiones de por vida infligidas a las víctimas. Todos ellos mal registrados o ignorados u ocultados.

Por consiguiente, su primer problema es el registro. La diversidad de actos de violencia, está enmascarada en las clasificaciones estadísticas de delitos violentos no fatales como agresión, robo, extorsión, secuestro, tortura, y violación forzada. Se observa una diversidad aún mayor en los comportamientos violentos que pueden no considerarse delitos, como las peleas escolares, la violencia entre grupos y la violencia en el hogar. Otros hechos violentos involucran a grandes colectivos: medidas arbitrarias de justicia por cuenta propia, motines y algunas actividades del crimen organizado y las maras.

Si bien los asesinatos se cuentan con más precisión, los recuentos de delitos violentos no fatales están incompletos. Las brechas y discrepancias ocurren no solo porque el sistema público es incapaz de vigilar y registrar sino también porque las victimizaciones pueden no ser reconocidas como delito dentro de sociedades, grupos e incluso hogares, porque la vergüenza o el estigma psicológico inhibe la denuncia, porque las víctimas a veces son reacias a involucrar a las autoridades en sus problemas dada la ineficiencia de la justicia y porque sus consecuencias pueden no considerarse dignas de ser denunciadas como delitos, y por la discrecionalidad en la clasificación y contabilización de los hechos violentos o por costumbre.

Finalmente, las definiciones de eventos violentos como criminales o no, cambian con el tiempo y difieren entre los segmentos de la sociedad. Por ejemplo, legalmente, las agresiones físicas y sexuales contra mujeres y niños por parte de familiares y conocidos, ahora se reconocen y denuncian cada vez más como delitos. Aún hay sectores de la población que consideran eso no como delito; pero peor aún, a pesar de ser delitos, la institución pública no los denuncia y los trata como se debería. Si todos esos eventos se incluyeran en los recuentos oficiales de agresiones y violaciones, esos recuentos aumentarían sustancialmente.

 

  1. Algunos aspectos que interesan a todos

¿Es la sociedad guatemalteca más violenta que otras? Por su diversidad de tipos y causas, por la falta de un sistema de justicia equitativo y eficiente en general, la respuesta es sí. Las tasas de homicidio superan con creces las de muchas otras naciones latinoamericanas. Para otros delitos violentos, las tasas de morbimortalidad son altas y absorben altas cantidades del presupuesto nacional del MSPAS y del IGSS y tiene altas inversiones también en el sector privado, nuestros vecinos más cercanos en términos de geografía, cultura y delincuencia, se compara con nosotros, pero más al sur y al norte, la cosa cambia. Podemos considerar que el norte de C.A. es violento.

3.1 ¿Somos más violentos hoy que antes?

No es fácil responder ni hablar de tasa global o específicas. La tasa nacional de homicidios se ha movido por ejemplo dentro de un contexto político alcanzando su punto máximo tres veces en el siglo pasado y en que la violencia política jugó el papel protagónico. Más recientemente, siglo XXI, la tasa nacional de homicidios, probablemente ha crecido fruto de una violencia social y desde entonces, la tasa ha aumentado y ahora se encuentra aproximadamente en un nivel alto. La magnitud de otros eventos y sus resultados son más difíciles de rastrear, pero el hecho de que la mayoría ciudadana más del 70% consideran que la inseguridad es el problema más importante pareciera confirmar lo que la estadística no logra: el problema de violencia se ha agudizado en medio de una anarquía.

3.2 ¿Quién está en mayor riesgo de victimización violenta y muerte?

Áreas urbanas más que rurales; marginales urbanas más que otras zonas. Nivel socioeconómico más bajo, mujeres y niños más que hombres, indígenas, son más probables víctimas de delitos que otros. Sobre el impacto de diferencias étnicas en delitos es menos lo que se sabe, aunque no cabe duda que todos los factores mencionados se combinan con los patrones de edad y género, lugar de residencia, ocupación, etc. De modo que algunos tienen una probabilidad mayor de ser victimizados.

Las tasas de morbimortalidad por causas naturales son generalmente bajas para los jóvenes. En consecuencia, los accidentes y los homicidios se convierten en las principales causas de muerte a edades más tempranas, ambas relacionadas con violencia. En este grupo por consiguiente la frecuencia y severidad de la violencia es mayor. Pero no todo tipo de violencia, la domiciliar por ejemplo es muy similar ya que suele afectar a todos, aunque no en igual magnitud y dirección y sentido.

3.3 Hablamos de consecuencias diferenciadas

¡Efectivamente! Pero este tema necesita varias aclaraciones. Aunque el público, naturalmente, se centra en la muerte o las lesiones como resultado de un delito violento, las lesiones ocurren en solo alrededor de un tercio de los delitos violentos. La mayoría de las lesiones son menores. Se ha estimado que solo alrededor de la mitad requieren tratamiento médico (se desconoce si este se da a la mayoría de víctimas, aunque se sospecha que eso no es así por las limitaciones que tiene el sistema nacional de salud) y solo entre el 4-8% requiere una estadía en el hospital. La víctima muere en menos de 4 de cada 1.000 delitos violentos. Lo que no se ha estudiado con detenimiento es el verdadero impacto en un presente y un futuro que ello puede tener en la salud de las víctimas: no se tiene la magnitud de la violencia total. Por ejemplo, la mala nutrición, de acuerdo a la Constitución, ¿es motivo de causal presente y futuro de violencia? la magnitud de ella, se estima que afecta a más del 40% de la población menor de edad escolar.

Es de tomar conciencia de que, incluso cuando se evita la muerte o las lesiones, las pérdidas para las víctimas y la sociedad son considerables: un costo promedio existe por intento de cada tipo de violencia que no ha sido estimado y muchos de esos costos además de salud son financieros: pérdidas monetarias de las víctimas, costos de la sociedad por pérdida de productividad, respuesta de emergencia y administración de compensación etc. Las pérdidas monetarias, al igual que las consecuencias a futuro no se han calculado.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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