En cuanto a vacuna, creo que deberíamos entender que la mejor es la puesta, no la que menos duele o produjo en los amigos menos reacción. Entrar a discutir si son buenas o malas o cuál es más buena o más mala no es la discusión correcta; ojalá en menos tiempo hubiéramos tenido cualquiera de lo que tenemos, de las que tenemos ahora; todas son seguras y eficaces aunque en la forma de elaborar las haya diferencia entre ellas –esto lo leemos una y otra vez en los medios como OMS, NIH, el FDA, la EMA todos medios de información fiables para todos.

En cualquier medicamento, no los hay que sean exactamente iguales, lo que si tratan los farmacéuticas y autoridades es de ajustar lo más posible técnicas, fórmulas y contenidos a efecto de bajar y controlar que se de lo menos efectos secundarios y lo más beneficioso.

Es discutible que todo lo que se llama efecto secundario de la vacuna sea malo, muchos de los síntomas que tenemos como son malestar general, un poco de fiebre, tos, rinorrea, son los efectos fruto del antígeno de la vacuna y la educación que le está dando este a nuestro sistema inmunológico para enfrentar futuros contactos con el virus. No cabe duda que esos efectos secundarios, también dependen de muchas otras cosas, desde nuestra historia inmunológica, infecciosa, hasta nuestra condición de salud, edad, sexo. Lo que si es cierto es que, sobre la seguridad y eficacia de las vacunas, podemos estar seguros. Cuando se ha encontrado que un tipo de vacuna puede causar más daños en determinados grupos de edad o condición de salud se omite su uso y se recomienda en ese grupo otra. Las que afectaban a muchos y que no eran de utilidad esperada, no llegaron ni siquiera al mercado.

 

Debemos tener claro que las decisiones que se toman acá o en Europa o en la India sobre el uso de un medicamento, en este caso las vacunas, se basan en riesgo beneficio y no en informaciones parciales o de determinados grupos sino de expertos de varios lugares y grupos, cuyo fin es demostrar que existe el máximo beneficio señalado or la casa que lo produce.

Sin entrar en discusión técnica sobre las tecnologías de elaboración para hacer vacunas, es reconocido y aceptado por una fuerte mayoría de médicos y científicos, que las nuevas técnicas de elaboración y prueba de seguridad y eficiencia usada en las vacunas actuales, constituye de por si, una de las revoluciones terapéuticas más grandes de los últimos años, al igual que las tecnología para probarlas, en que indudablemente peso mucho una Organización Mundial política, financiera y científica, que se hizo, pero también es reprochable la actitud política y comercial para su velocidad de distribución claramente llena de inequidades, con estigma hacia los países y las poblaciones de mayor riesgo y con consecuencias de una mayor prolongación de la duración en la pandemia y altas perdidas en vidas humanas, costos mayores en atención médica y pérdidas económicas. En este campo de distribución o comercialización se necesitan fijar métodos más justos y velocidades mayores en actuación.

Hay algo que debemos tener claro: seguimos teniendo riesgo alto de contacto y transmisión del virus y a la par de ello, riesgo por eso, de que surjan cepas resistentes y más letales y sabemos que ninguna de las vacunas actuales evita el contagio pero también sabemos que por mucho; pero por mucho, evita complicaciones severas y muertes y este es un beneficio muy grande. Todo el mundo puede ver que frente al número de casos nuevos de COVID-19 que se dan en todo el mundo,  hasta la fecha luego de cientos de millones de vacunas puestas dos cosas son notables: 1º efectos secundarios severos de vacuna, son menos de 1 por cada 100,000 vacunas puestas y muchos de ellos han sido debidamente controlados y 2º no hay un solo país en este momento, donde como producto de una vacunación adecuada, no se observe un descenso clarísimo de ingresos hospitalarios por complicaciones y de muertes en vacunados.

 

Creo que en un futuro, una de las cosas que deberá tomar en cuenta para evitarse la confusión global sobres las vacunas en que se cayó es: 1º  Educar a la población sobre lo que es la vacunación y difundir información sobre las políticas y planes de ello. 2º Tomar decisiones sobre una aplicación que sea más rápida, más equitativa y menos politizada en función de vulnerabilidad y  riesgos de las poblaciones mundiales; lo que significa soportar decisiones y operaciones claras y basadas en más evidencia científica y no basada en intereses comerciales y políticos, cuando estos argumentos en lugar de aportar detienen. Es evidente que en este aspecto, el accionar internacional de distribución de vacunas se hizo sin clara estandarización, justicia y equidad.

La situación, en cuanto al control del virus y su trasmisión, en estos momentos a nivel mundial y nacional, podemos decir qué es aún crítica. La capacidad mutante del virus una vez no se logre su control correcto, aumenta para mejorar su transmisión y sus consecuencias. Lo mostró a mediados del 20, luego con omicron y ahora con una nueva cepa recién aparecida.

En nuestro país, la situación actual lo que nos muestra es que la pandemia aún no termina y solo cuando se controle en todo el mundo, se podrá decir que estamos fuera de pandemia y riesgo, pues las mutaciones pueden surgir en los lugares menos esperados y no sabemos si tales variantes pueden ser resistentes a vacunas y con más escape inmune y patogenicidad y puede difuminar la capacidad de morbimortalidad directa. Seguimos viviendo en nuestro medio una situación aguda y persistente en transmisión y casos y no tenemos un control ni un porcentaje de vacunación adecuado para que podamos salir del proceso pandémico y por consiguiente, la etapa que nos estamos moviendo aún es delicada y necesita del apoyo y solidaridad de todos.

Bien vale entonces reflexionar: La crisis nos golpeó a todos sistemáticamente, sin distinciones, aunque diferente, y son los más afectados los que deben ser atendidos. Pero, al mismo tiempo, el gobierno no ha sido capaz de hacer frente a una divergencia entre las expectativas de la ciudadanía y las responsabilidades tan limitadas del gobierno en materia de salud. Más bien, el paso decisivo que dio fue de caos y confusión aumentando la brecha de inequidades. Si no se refuerza con respuestas políticas la situación, con respuestas más explícitas y tangibles no solo a la COVID-19 sino al resto de patologías descuidadas, lo que tiene en sus manos el sistema de salud, es una bomba de tiempo y una crisis sanitaria peor que la pandemia. La salud debe ser una prioridad, no en discursos y papeles sino en acciones y de acuerdo con las legítimas expectativas de la ciudadanía y la demanda de la situación sanitaria.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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