En realidad, cuando se habla biológicamente de una pandemia, como pretendemos en este y los siguientes artículos, se debe hablar de muchas cosas y seguir un poco de orden. Naturalmente, de lo primero que tenemos que hablar es del actor que la causa, el virus SARCoV2 y de qué sabemos del mismo.

Sobre la familia de virus denominada coronavirus, hemos aprendido en un pasado y de un ahora varias cosas. El coronavirus es conocido por el mundo científico y médico desde hace más de 80 años y muchos laboratorios los han estado trabajando desde hace décadas, entre otras cosas, para diseñar una vacuna contra ellos, por si en un futuro se le ocurría comportarse como el de la gripe u otros pulmonares.

Es un virus que tiene constituido su genoma por únicamente ARN y todos los virus, no solo los coronavirus, con esa característica, cometen con más frecuencia errores de copiado cuando se réplica dentro de las células de su huésped, cuando hace copias de nuevas partículas infecciosas, a diferencia de los que sucede con los virus cuyo genoma está constituido por ADN que tienen capacidad de corregir más esos errores. Pero entre los virus ARN conocidos, los coronavirus son los que menos mutaciones acumulan porque sus ARN son también los más grandes, hasta el punto de que nuestro virus denominado coronavirus, suele tener 10 veces menos mutaciones acumuladas que el de la gripe o 100 veces menos que el del SIDA o mil veces menos que el de la hepatitis C. que también son virus RNA. Entonces podemos decir que son de los menos mutantes y eso les vuelve más difícil de escapar de la respuesta inmunitaria.

Otra cosa y característica que sabemos de nuestro SASRCoV2 es que sus serotipos hasta ahora solo son dos y que llevan siglos conviviendo con nosotros. Finalmente debido a sus propiedades, se esperaba qué las vacunas contra ellos que se estaban creando fueran más viables, cosa que con el SIDA y la hepatitis C no se ha logrado y por otro lado que no sucediera como sucede con el virus de la gripe, que nos tenemos que vacunar cada año por esa capacidad que tiene este de mutar.

Otra cosa que sabíamos de este virus es que no destruye el sistema inmune cómo lo hace el del SIDA; sino que induce una respuesta inmunitaria bastante buena bastante potente; pero como sucede con otros virus respiratorios, no es óptima, es decir hay reinfecciones aunque lo usual sea que pasada la primera infección, las siguientes son más benignas. Podemos decir que no tiene la característica de otros virus como algunos de la infancia, que pasada la primera infección no se pasa otra más. Se ha encontrado que con el coronavirus catarral conocido, las personas se infectan cada dos años en la mayoría sin complicaciones y en muchos cursa la infección asintomática y por lo tanto se espera que con este sucederá cosa parecida. De los viejos coronavirus catarrales, los cuatro conocidos desde los sesenta, lo que les ha pasado es que cuando se descubrieron ya se habían atenuado bastante y es muy probable que cuando nos afectaron hace cientos de años por primera vez, eran virulentos pero una vez la población tuvo inmunidad, la cosa paso cuando nos los encontramos a un gana, gana. La gran esperanza es que con el SARSCoV-2 que ahora nos tiene en jaque, suceda al similar a lo ocurrido a sus parientes, los actuales catarrales, inocuos y productores pobres de síntomas.

Entonces lo que sabemos por el momento, es que el SARSCoV-2 tiene más genes de virulencia que los conocidos a la fecha y que todo lo que favorece su trasmisión en población humana, son factores que aún desconocemos con claridad y del todo. Qué mantiene su virulencia y transmisión totalmente, está aún en estudio, hace falta un poco más de conocimientos más precisos al respecto para sostener que la cepa Omicron y las que seguirán serán menos virulentas, cosa que con otros virus sucede, las cepa más benigna desplaza a la anterior que lo es menos o no lo es.

Por consiguiente este virus en relación a otros coronavirus que conocemos tiene más genes de virulencia con ventaja para él y desventaja para nosotros, de multiplicarse en distintos tipos celulares y tejidos porque tiene una secuencia en la ya famosa proteína de la espícula que permite que esta proteína facilite con su accionar, poder entrar a diversas células y no solo a la mucosa nasofaringeea.

Debemos tener también claro, que los genes de virulencia, los microorganismos los poseen para defenderse del sistema inmunitario de las personas que infectan. Este virus se defiende contra la respuesta inmune innata, las defensas que hemos montado los humanos contra cualquier patógeno los mecanismos de los virus, este, los neutraliza y por consiguiente  altera el tipo de cosas que el sistema inmune pone en marcha para espantarlos, que es la primera barrera que ponemos contra las infecciones. En estos momentos aun ignoramos toda la serie de mecanismos que el SARSCoV2 hecha andar para colarse. Lo que no podemos olvidar es que todos los virus no dejan de evolucionar y que esa capacidad está en función de la cantidad de gente que contagien. Pero también debemos considerar que si hay más casos de infectados andando por ahí, más replicación millonaria anda en el ambiente y mas posibilidad de evolución a favor del virus.

Tenemos en este momento el mejor ejemplo de que eso sigue sucediendo con la nueva ola. Con la falta de montaje de controles sanitarios y sociales adecuados le hemos puesto al SARSCoV2 en bandeja de plata la facilidad de multiplicarse y crear su cepa Omicron con lo que la incidencia en pocos meses se ha multiplicado prácticamente en todos los países del mundo, lo que hace subir los complicados, los hospitalizados tirar dinero en medicamentos y recursos de tratamiento hospitalario y aumento médico en los gastos de bolsillo y perdida en muchos de ingresos.

Siempre la esperanza domina a la razón, todos creemos que estamos en el principio del fin, pero la verdad es que carecemos de datos para lanzar tal aseveración. Sabemos que la variante Omicron se expande más que la Delta, incluso dentro de las personas vacunadas en cuanto a infectar en cuanto a la severidad si hay diferencias muy marcadas, es menor en las personas vacunadas con respecto a las no y por otro lado tanto la anterior como la actual afecta a población joven que de por si se ve menos afectada, razón por las que darle vuelo al optimismo no es tan productivo. Es mejor darle vuelo a la vacunación, para lograr una inmunidad poblacional amplia que es el mejor mecanismo de protección que podemos tener.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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