Alfonso Mata

Ya para finales de los cuarenta, la mente de Dubos indagaba en un nuevo enfoque; estaba puesta en la célula bacteriana y las interacciones a nivel micro en que esta manejaba su sobrevivencia y su reproducción. Las indagaciones biológicas adaptativas que se hacían de los microorganismos, se dirigían a responder cómo las células bacterianas se alimentaban, obtenían energía y sobrevivían. En aquel momento, los procesos inmunoquímicos huésped microorganismo, era la clave del estudio y se había observado que el trabajo de cualquier célula viviente, era muy básico en términos bioquímicos: respuestas adaptativas de la célula viva a los cambios y componentes en el medio ambiente. Pero eso solo explicaba muy poco y entonces, el pensamiento cambia un poco en el estudio de las infecciones pues empieza a prevalecer la idea de que la vida de ninguna célula humana, de animales superiores e incluso las bacterias, pueden entenderse aisladamente de su entorno in vivo, y eso lleva a otra idea que en aquellos tiempos desafiaba uno de los principios centrales de la teoría de los gérmenes, a saber: la idea de que la virulencia es una propiedad exclusiva de los microbios. El equipo de Dubos, había descubierto en el neumococo que, aunque su cápsula de polisacárido la protegía de la fagocitosis de las células de mamíferos, no era el único factor que gobernaba la virulencia y ¿cómo lo supo?  Porque los animales con resistencia inmunológica reducida en el laboratorio, aún podían desarrollar la enfermedad neumocócica incluso cuando la bacteria fuera vulnerable al ataque. En realidad – argumentó Dubos- la virulencia no podía reducirse al microbio invasor, sino que era un fenómeno complejo formado por varios factores, incluida la capacidad del germen para invadir al huésped, para sobrevivir a los mecanismos de defensa del huésped, para multiplicarse en el entorno, y producir un efecto tóxico. Si se bloqueara alguno de estos factores, no aparecerían los signos patológicos asociados a la virulencia. “Virulencia”, opinó entonces Dubos “no es una propiedad permanente e intrínseca de una especie determinada”.  Ya para entonces, se conocía que una enzima llamada enzima SIII protegía la cápsula del neumococo contra la fagocitosis y según funcionara esta, el microorganismo se tornaba y perdía su virulencia, aunque no su capacidad de reproducción.

Entonces –dijo nuestro sabio- virulencia: Expresa únicamente la capacidad de una cepa dada del agente infeccioso, en una determinada fase de crecimiento, para producir un estado patológico en un huésped particular, cuando se introduce en ese huésped en condiciones bien definidas. Esta definición devuelve a la palabra virulencia, gran parte de su significado anterior; se refiere a la enfermedad y a la relación huésped-parásito, más que a algún atributo único del microorganismo o del huésped1. Este pensamiento huésped-parásito, no es propio de la mente de Dubos, su mayor aplicación sí. En efecto, ya en 1903, Theobald Smith, había señalado que los fenómenos de la enfermedad no residían ni en el parásito ni en el huésped, sino “en el delicado equilibrio entre los dos, que se mantiene de varias formas intrincadas” En los años siguientes, ampliando esta idea, Smith buscó cambios en la virulencia y las fuerzas evolutivas, para explicar la transmisión de un parásito de un tipo de huésped a otro y luego diría que. “….Habrá una selección a favor de aquellas variedades que vegetan una vez que se escapan. Las variedades sobrevivientes perderían gradualmente sus cualidades invasivas altamente virulentas y se adaptarían más particularmente a la invasión y escape circundantes. Que algún proceso de selección similar haya tenido lugar en el pasado parece la explicación más simple de la mortalidad relativamente baja de las enfermedades infecciosas”. Entonces eso quiere decir que, como regla general, los parásitos evolucionaron a un estado de «coexistencia pacífica» con sus anfitriones, para favorecer infecciones subclínicas avirulentas, llamando a su teoría «la ley de la disminución de la virulencia»2.

Por supuesto que esto abrió un campo nuevo de interpretación de la relación entre especies huésped-parásito y la salud y puede verse como un intento de llegar a un acuerdo con la dinámica ecológica de las relaciones del parásito-huésped y con la existencia de enfermedades como fenómenos biológicos; cosa que a Dubos interesó y le motivó a ampliar su trabajo a “tratar de desentrañar los mecanismos de resistencia inmunológica a la tuberculosis” y “aquellas características fisiológicas de un individuo que lo hacen resistente a la tuberculosis un día y altamente susceptible al otro3.

Para la época de la segunda guerra mundial, cuando el trabajo científico dependía del comportamiento de la guerra y obviamente la tuberculosis no era prioridad, Dubos empezó a generalizar su pensamiento científico. Fue en esa época, cuando «se convenció de que el factor más importante en la enfermedad de la tuberculosis era… el tipo de estrés y tensión que modificaba la resistencia del individuo a la infección o modificaba, para el caso, la resistencia de toda una sociedad a la infección» de tal manera que inmunidad, virulencia y ambiente se volvieron sus consentidos. La grandeza y utilidad del trabajo de Dubos, estribaba en su capacidad de reunir elementos dispersos de la investigación microbiológica y ambiental y a partir de ello, reformular un enfoque nuevo de interpretación y uso del conocimiento en infectología.

El monumental trabajo de Dubos, no hubiera sido posible, sin que otros notables pusieran pensamiento en el asunto. En la época de los treinta, un médico bacteriólogo llamado Hans Zinsser, había escrito un libro de inmunología en que había definido la virulencia como el «poder de invadir» de un germen. Al mismo tiempo, reconoció que la infección podría ser modificada por «factores secundarios», que incluyen el número o la dosis de bacterias infectantes, su camino hacia el cuerpo y las «condiciones ambientales» relacionadas con el tejido del huésped, y citó la opinión de Smith, de que durante mucho tiempo, las asociaciones a largo plazo entre huéspedes y parásitos, tendían a favorecer los estados comensales, con patógenos de virulencia reducida. En particular, Zinsser destacó el fenómeno de las infecciones latentes, señalando cómo en el caso de la tuberculosis y la sífilis, las bacterias infecciosas pueden permanecer latentes en el tejido, sin dar lugar a la enfermedad, aunque: «en un momento dado, a menudo sin causa aparente, una característica puede desencadenar un proceso inflamatorio«. En 1934, en la edición revisada de su libro de texto en colaboración con Enders y Forthergill, Zinsser abandona su concepto anterior de virulencia, argumentando que ya no podía considerarse equivalente a la invasividad, ya que había «muchos ejemplos de bacterias virulentas que normalmente no tienen la capacidad de invadir tejidos y viceversa«. En cambio, abogó por una concepción más explícitamente biológica de la enfermedad como la interacción de “dos entidades vivas: el agente infeccioso y el huésped”. De esta manera, Zinsser siguió la tradición establecida por Smith de pensar en las interacciones huésped-parásito en términos de balance o equilibrio.

Además de leer el libro de Zinsser y sus colegas4, Dubos pronto se dio cuenta de que había cosas que no se respondían en ese tratado, como ¿por qué la resistencia a la tuberculosis con frecuencia se desmoronaba en condiciones de «miseria psicológica«? o por experiencia propia, ¿por qué, a pesar de poseer anticuerpos neutralizantes contra el virus del herpes, sus labios «florecían con ampollas de herpes” cada vez que visitaba Washington?. Pero ya había algo que sonaba en el ambiente que reunía experiencias diversas y que resumió otro gran microbiólogo Burnet.

Referencias

  1. Dubos RJ. THE ADAPTIVE PRODUCTION OF ENZYMES BY BACTERIA. Bacteriol Rev. 1940 Mar; 4(1):1-16. Dubos, R. J. (1945). The bacterial cell in its relation to problems of virulence, immunity and chemotherapy. Harvard University monographs in Medicine and Public Health, no. 6. Cambridge, MA: Harvard University Press.
  2. Smith T. Some problems in the life history of pathogenic microorganisms. Science. 1904 Dec 16; 20(520):817-32.
  3. Benison S. Reminiscences of René Jules Dubos: An oral history. New York: Colombia University Libraries, Special Collections; 1957.
  4. Zinsser H, Enders JF, Fothergill LeR D. Immunity: Principles and application in medicine and public health. https://archive.org/details/immunityprincipl00zins/mode/2up?q=Zinsser+H

 

(Continuará)

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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