Del uso del placebo

En su ejercicio profesional, el médico suele con algunos pacientes, encontrarse en un callejón sin salida para explicar, interpretar y atender sus malestares, angustias y temores. Esta situación se convierte para el médico en desafió fuerte, tanto de conocimientos como de pensamientos morales y éticos y ante el dilema del manejo sin concepto preciso ¿debe acudir el médico al placebo?

Cuando hablamos de placebos, estamos hablando de dos cosas. Uno es una cápsula de azúcar o almidón, la cual se caracteriza por ser absolutamente inerte, sin ningún efecto farmacológico conocido. Pero en otras ocasiones hablamos de algo que el medico hace, coloca o receta, que genera sensación de bienestar pero que es más o menos irrelevante como tratamiento específico contra algo. En ambos sentidos, resulta atrayente este tema, porque en estudios múltiples realizados, más o menos la mitad de los médicos de diferentes culturas manifiestan que nunca darían un placebo pero un cuarto dice que sí y un 20% dice que depende. Muchos estudiantes de medicina de la época de los sesenta o setentas, recordan las famosas inyecciones de agua destilada, en pacientes que se diagnosticaban como distónicos neurovegetativos.

Sea como sea, los médicos alguna vez se enfrentan con el dilema del placebo, todos han tenido que enfrentar pacientes que siempre vuelven en busca de un medicamento y saben que si no le ordenan nada, ellos manifiestan su inconformidad, calificándonos de malos e incluso le atribuyen indiferencia hacia su enfermedad o hacia su cultura y grupo. Cuando la evidencia es clara: que no hay daño biológico aparente, ni físico, si emocional y mental, seguros decimos adelante a algunas técnicas de placebo.

¿Deben los médicos zafarse?

La realidad es que, muchas veces, aun cuando los médicos saben que la ansiedad de su paciente no se relaciona necesariamente con enfermedad específica alguna, entiende que eso puede ser un riesgo para otra enfermedad y que hay que controlarlo. En ese momento, está en la posibilidad de recetar algo y lo hace en muchos casos como una necesidad de mantener una relación y observación con el paciente y aliviar su ansiedad e incluso para asegurarse de que el paciente usará una medicina alternativa que no conoce o lo olvidará. Otras veces, el pensamiento de crear dependencia puede ir más allá de la prescripción.

Para el médico, es un reto observar y darle seguimiento a la evolución y el malestar del paciente, lo que indudablemente demanda de cargar al paciente con un sentimiento de sentir y saber que interesa a su médico, un mutuo no me olvides no te olvido. Pero enviarlo a otro colega por quitárselo de encima, a sabiendas del diagnóstico, eso si no está bien.  Más detrás de la decisión de dar un placebo, debe haber siempre un hecho: el placebo tiene un efecto y cuando su uso llena las expectativas del paciente y del médico, esto se transforma en éxito.

Pero ¿funciona o no el placebo?

Todos los médicos han oído o experimentado con casos en que con su uso  han tenido éxito; la ciencia misma, la evidencia clínica, ha documentado que un gran número de personas, en la actualidad responden a la medicación del dolor, en parte debido al efecto del placebo; ¿a qué médico no le ha pasado por la mente, ante el paciente que no mejora pero que tampoco se tiene evidencia biológica y clínica de daño, decirle: “No le voy a dar un medicamento fuerte y peligroso, sino este que es muy bueno y le quitará la ansiedad, probemos a ver si le quita el dolor y la ansiedad” .

Lo que muchas veces preocupa al médico (o debe preocuparle) en eso de la conducta de utilizar un placebo, es el delimitar la barrera de la ética ante el silencio. Pero de una cosa debe estar el médico claro: luego de que el paciente ha seguido la prescripción y  observado el resultado, debe decirle de que se le ha dado un placebo con la esperanza de que le haga sentirse mejor. El espíritu que debe animar al médico a usarlo es que el placebo tiene efecto sobre el malestar, aunque se debe ser claro con la persona, de que como profesional tengo la creencia que no tiene una enfermedad importante y que no hay nada de gran importancia que se le tenga que tratar. Difícil situación si no se explica al paciente qué es y cómo actúa el placebo, parte del plan educacional al mismo.

Lo que en el fondo el médico debe aclarar con el paciente -luego de observar la reacción del paciente y el impacto que ha tenido el tratamiento, es que él no puede dejar que él crea o se convenza que el placebo es un tratamiento que obedece a que tiene una enfermedad real si responde al placebo.

Entonces, parte del uso del placebo, si es que uno lo usa, es ponerle en claro al paciente lo que se ha hecho con él. Por supuesto que cabe la posibilidad de lo que todo médico pensaría ante esta recomendación “el paciente se enojará mucho y podrá decir que está abusando de él o que lo humilla”. Independiente de la reacción del paciente, el médico utiliza el placebo no para quitárselo de encina; con el uso del placebo, el médico precisamente espera ver el efecto del placebo en el problema que le afecta y la respuesta al mismo, precisamente porque es parte de lo que el médico necesita conocer en orden de tratar mejor a su paciente.

En resumen, se debe entender que el placebo es una respuesta normal de cualquier organismo sano y enfermo. Estamos hechos y programados mental y emocionalmente para responder a él y este no está fuera de las herramientas terapéuticas de cualquier tipo de medicina sea occidental o natural o primitiva.  Lo que parece un gran reto es decir la verdad a la larga al paciente pero esto no es de un decir sino de educar al paciente y que este entienda como funciona lo que se va hacer con él sin olviar que el placebo debe cumplir estrictamente con el primun non nocere (no se debe afectar). Si un médico va a probar un placebo en un paciente (muchos están preparados para ello), lo primero que hace es conocer tener una estrategia para investigar al paciente y hacerles saber lo que se hará, pues la confianza entre médico y su paciente es lo primero.

Hay algo que hace el médico cuando prueba el efecto del paciente y que se debe estar claro: lo que hace ese placebo ya se conoce y su nivel y magntud de respuesta también y en segundo lugar tenga por seguro que el médico cuando le pone un tratamiento de placebo le dará un seguimiento apropiado a que esta sucediendo con usted de manera delicada. Es importante que usted considere que cualquier malestar que le hace consultar con el médico merece de este seriedad y atención. El uso de un placebo no indica falta de seriedad del médico, es una forma de investigar y entender mejor lo que a usted le pasa y para usted de conocerse mejor.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
Artículo anteriorRegresan a clases en partes de Europa entre medidas COVID-19
Artículo siguienteRusia espera que acuerdo entre las potencias nucleares reduzca las «tensiones» mundiales