Alfonso Mata
Son varios los saberes útiles para el profesional de la salud. Son saberes que le permiten conocer como nuestro organismo se protege y a la vez es afectado organizativa y funcionalmente por organismos extraños vivos o no vivos con los que en nuestra vida entramos en contacto. A la vez estudia a través de disciplinas como la psicología y sociología, determinadas conductas y ambientes físicos y sociales que condicionan el funcionamiento humano. Ese empoderamiento de saberes le permite, seleccionar y utilizar tratamientos para corregir desequilibrios de la salud en personas y poblaciones. De tal manera que en su trabajo, relaciona el funcionamiento del cuerpo con el ambiente y conductas de las personas y las poblaciones, pudiendo comprender cómo esa relaciones afectan células tejidos, órganos, y buscar correcciones al respecto.
Toda esa actividad de aprendizaje/pruebas continuo, permite al profesional de salud dedicado a la atención clínica es decir al tratamiento de pacientes, seleccionar la mejor terapia para atender/detener/prevenir la enfermedad y sus consecuencias en sus pacientes.
Toda esa actividad de aprendizaje continuo, permite al profesional de salud dedicado a la sanidad, conocer qué y cómo se originan y comportan las enfermedades en determinados grupos de población y también definir mejor una buena estrategia para detectar, controlar o eliminar riesgos y causas de las enfermedades en las poblaciones y la hacer eso busca conservar la salud de las poblaciones.
En la época tan reciente como mediados del siglo XX, las alternativas para tratar enfermedades eran limitadas. El conocimiento científico acumulado a lo largo de ese siglo; la gama de medicamentos, de técnicas y de métodos diagnósticos y terapéuticos y de qué son y cómo se pueden controlar las enfermedades, ha permitido crear sistemas de salud que ayudan a evitar enfermedades y disminuir enfermos y conformar un proceso de salud más sólido y constante a individuos y poblaciones.
Tanto en el profesional clínico (que vela por los enfermos) como en el salubrista (que vela por la salud de las poblaciones), importante tarea de su trabajo es, en vista de que son muchos y muchas las formas de presentar y evolucionar de las enfermedades y de actuar sobre ellas y los efectos secundarios de las técnicas y procedimientos terapéuticos empleados, el dedicar buen tiempo de su trabajo en el control y anticipación de deterioro de la salud y las complicaciones, para lo que va siempre en busca de la mejor tecnología médica y salubrista que le apoye a una buena atención a sus pacientes y al grupo social que se le ha encomendado.
Hoy ya hemos entrado a una nueva era de información médica y salubrista, demandada por el profesional de la salud, enfermos y poblaciones. Es fundamental que el médico y el salubrista puedan proporcionar explicaciones claras y justificar/vigilar el uso de las tecnologías médicas preventivas, diagnósticas y terapéuticas a personas afectadas, familiares y a la sociedad. Pero el médico y el salubrista no son autómatas que siguen recetas o normas solo. Conocer las enfermedades y sus tratamientos a la par de la vida de sus pacientes (no para curiosear o chismear) es también la mejor forma de innovar, para intentar ir más allá de las recetas diagnósticas y terapéuticas que les han enseñado y para manejar mejor el problema salud-enfermedad de su paciente y poblaciones.
De tal manera que el trabajo del clínico y del salubrista es a la vez de aprendizaje constante y práctico, basado en el mejor conocimiento científico sobre salud, enfermedad y la manera de prevenir y conservar la salud y de atacar a tiempo y evitar secuelas y rehabilitar en la enfermedad en individuos y poblaciones y a la vez investigar situaciones y condiciones de salud-enfermedad que deben tratarse.
Que predomine en la condición salud-enfermedad, en personas o poblaciones, es un proceso dictado por la organización y el funcionamiento de nuestros sistemas corporales (inmunológico, hormonal, nervioso, óseo, muscular, metabólico, reproductor) ante un ambiente dado. ¡es un gran rompecabezas! Las piezas de la salud y de la enfermedad son numerosas y cada año la ciencia descubre más. Algunos son bien conocidas, otros menos. El objetivo de la educación del médico y del salubrista es comprender cómo encajan y trabajar constantemente en individuos y poblaciones para mantener la balanza inclinada al proceso salud. De tal manera que el aprendizaje del profesional de salud, es armar un rompecabezas que cambia constantemente de forma y figura, para lo cual constantemente necesita estar al día en ciencia y tecnología y por otra parte conservar ese armado en individuos y poblaciones, para que gocen de salud y bienestar el mayor tiempo posible y sus sistemas funcionen bien ante la demanda de su ambiente.
Todo lo que somos como animales y como humanos, es el resultado de una larga evolución que ha dado lugar a una construcción a la vez simple y sofisticada, cuyo objetivo es proporcionarnos un organismo vivo; una constitución física, mental y emocional eficaz, esencial para la supervivencia, la reproducción y la evolución. Desde hace millones de años nuestras cualidades animales como humanas, se ha desarrollado hasta el punto de convertirse en lo que somos en la actualidad. Queda aún por entender cómo funcionan, se acoplan y sostienen mutuamente esas cualidades humanas y animales que hacen ser lo que somos y que afectan nuestro proceso salud-enfermedad. En la actualidad tratar de entender cómo funcionamos, lo que somos puede hacerse desde varios lenguajes: filosófico, religioso, científico pero la misión del médico y del salubrista, es tratar de explicar el fenómeno humano desde el punto de vista científico, sin olvidar que los otros dos lenguajes complementan y no deben chocar entre sí en esa explicación que tiene.
Entender cómo y a qué hemos llegado no es bastante simple… Nuestro ser no solo debe defenderse y reproducirse, propio de otras especies, sino ir más allá; crear algo nuevo, que es una misión de cada ser vivo desde la planta más básica hasta el hombre; por lo tanto, gradualmente entonces, fuimos modificando todos nuestros sistemas a la par de modificando nuestro ambiente y su uso. Dependiendo del ambiente y la especie, sus sistemas y todo el funcionamiento se han diversificado para permitir la adaptación del ser vivo a su entorno y su evolución. Pero en nuestro caso, por ser a la vez modificadores del ambiente, nos obliga a no solo adaptarnos al entorno que creamos y en donde vivimos sino a protegernos de daños posibles y readecuar nuestro organismo. La nueva medicina a eso último se dedica. De tal manera que los sistemas orgánicos y su funcionamiento global en todas las especies vivas, viven en un constante “equilibrio sutil” que tiene sus fortalezas (mantenimiento de la salud) y debilidades (producción de enfermedades, enfermos) al interaccionar con sus ambientes. Así que cualquier deterioro en el equilibrio de organización y funcionamiento de los sistemas hombre-ambiente induce cambios que pueden volverse patológicos. Por ejemplo, un déficit de inmunidad, promueve el desarrollo de infecciones graves y, a veces, enfermedades neoplásicas. Por el contrario, un «exceso de inmunidad «o una reacción inmune» mal adaptada «causa enfermedades alérgicas inflamatorias y autoinmune. El yin y el yang de la inmunidad son dos lados del sistema complejo salud-enfermedad, que debe permanecer a favor de lo primero. Sobre ello trabajan médicos y salubristas, unos de manera individual y los otros colectiva.