Alfonso Mata

Hablando claro, el miedo no surgió con las vacunas antiCOVID-19. Ese sentimiento desde la década de 1950 ha provocado aparecimiento de focos de negacionistas. Primero la antivariólica, que producía esterilidad masculina, la vivimos los de la generación por encima de sesenta y cinco años. Luego  nosotros con nuestros hijos, con el cuento de que las vacunas MMR, producían de todo y querían exterminarlos. Y ahora nuestros hijos con sus hijos: contra los conservantes en las vacunas, que causaban envenenamiento, autismo, locura.

En resumidas cuentas lo que observamos es que los nombres de vacunas cambian, pero la desinformación sanitaria sigue siendo la misma, al igual que las formas de combatirla. Dentro de las formas de combatir la información errónea de las vacunas, abordar explícitamente las falsedades parece más eficaz para acabar con las creencias erróneas, que simplemente declarar hechos científicos.

Los enfoques antivacunas, primero tienen que abordar contra las creencias erróneas generalizadas como que: la covid-19 no la causa un virus y que no mata y que siempre ha existido y que es una gripe malignamente modificada. Aunque las enfermedades comparten síntomas semejantes, son muy diferentes los bichos que las causan: las bacterias, los virus, los parásitos que las producen, sus formas de transmisión y el daño que causan. En segundo lugar, las unidades de salud tienen que tener y contar con equipos que las diagnostiquen. En el caso de Covid-19, con equipos fiables, que contribuyan a diagnosticarla y así, a terminar con la falsa noción de que no existe. Una vez aclaradas las dudas sobre le existencia, hay que trabajar las dudas sobre su origen, propagación y síntomas. Para acabar con mitos sobre ello, las unidades de salud deben diseñar campañas de comunicación en las que entre otras cosas deben reclutar líderes y actores locales que aclaren situaciones y hagan ver la realidad de la enfermedad, mencionando tanto la información errónea, como proporcionando un contraargumento detallado, de qué y cómo y qué pasara de no actuarse. Es importante eliminar creencias religiosas infundadas y en ello, el papel de los líderes religiosos locales y nacionales, resulta útil. Las enfermedades no son castigo de Dios. Una advertencia: centrarse en proporcionar información científicamente correcta, pero no discutir la información errónea no es suficiente.

Viene luego la obligación de aclarar la forma de tratarla, aislarla y controlarla. Acá hacemos énfasis en la vacuna.

En realidad, todo tipo de vacuna, desencadena una respuesta inmune al actuar ellas en nuestro sistema inmune y en ello se emplean varios tipos de vacunas; desde las biológicas hasta las actuales llamadas ARNm que ya estaban en desarrollo antes del COVID-19 para la influenza. Pero, ¿cómo funcionan estas nuevas vacunas? ¿Qué hay en la mezcla?

Primero que nada: Todas las vacunas tienen que hacer dos cosas. La primera es hacer que nuestras células inmunitarias se unan a la vacuna y la «coman». El segundo es activar las células inmunes del vacunado, para que desarrollen equipo para combatir la amenaza actual y cualquier amenaza posterior del virus en cuestión que provoca la enfermedad. A menudo en las vacunas hay moléculas llamadas adyuvantes, cuya función es enviar una señal de peligro al sistema inmunológico de la persona vacunada para que se activen sus células inmunitarias y desencadenar una fuerte respuesta inmunitaria.

Las vacunas ARNm son vacunas de “subunidad” porque, en lugar de administrar todo el virus modificado para que no enferme la persona vacunada, solo administra una parte del virus. El elemento de SARS-CoV-2 en las vacunas actuales, es la proteína de pico, que se encuentra en la superficie del virus. Sin embargo, la proteína por sí sola no es muy buena para unirse y activar las células de nuestro sistema inmunológico. Las proteínas son generalmente solubles, lo que no atrae a las células inmunitarias, a estas les gusta algo que puedan masticar. Entonces, la vacuna ensambla la proteína pico SARS-CoV-2 en partículas muy pequeñas llamadas nanopartículas. Para las células inmunes de nuestro cuerpo, estas nanopartículas se ven como pequeños virus, por lo que las células inmunes de nuestro cuerpo en el sitio de la vacuna, pueden unirse a estos trozos de proteína preempaquetados, envolviéndolos rápidamente y desempacando luego la proteína permitiendo así la activación. La vacuna también contiene un adyuvante. Si bien las nanopartículas emiten una señal de peligro modesta, se agrega ese adyuvante para enviar una señal de peligro mucho más fuerte y realmente despertar el sistema inmunológico.

Entonces no es que la técnica de las vacunas contra el COVID empezara con la pandemia. Las vacunas ya se venían probando contra la influenza. Las vacunas para el SARS-CoV-2 se basan en un principio que los laboratorios ya estaba desarrollando para la influenza. Esas vacunas contenían partes similares: nanopartículas con el adyuvante. Pero usa una proteína diferente en la nanopartícula (hemaglutinina, que se encuentra en el exterior del virus de la influenza en lugar de la pico del SARSCoV-2 del COVID-19). En octubre del 2019 antes que se hablara del COVID-19 algunas empresas habían comenzado a probar la vacuna contra la influenza en un ensayo clínico de fase III, el último nivel de pruebas clínicas antes de que se pueda autorizar una vacuna. Los investigadores compararon si esa vacuna ARNm  funcionaba tan bien como una vacuna estándar contra la influenza. Una característica importante de este ensayo, era que los participantes tenían más de 65 años. Las personas mayores tienden a tener peores respuestas a las vacunas, porque las células inmunes se vuelven más difíciles de activar a medida que envejecemos. Los primeros resultados sugirieron que esas nuevas técnicas de ARNm en vacunas podían generar niveles de anticuerpos significativamente más altos. Los anticuerpos son pequeñas proteínas producidas por nuestras células inmunes que se unen fuertemente a los virus y pueden evitar que infecten las células de la nariz y los pulmones. Por lo tanto, el aumento de anticuerpos con esas vacunas debería resultar en tasas más bajas de infección por influenza. Entonces cuando se produjo la pandemia COVID-19, la gran pregunta era: ¿funcionará la misma estrategia para el SARS-CoV-2? Hasta la fecha lo que se ha observado luego que se han puesto millones de vacunas este año 21, es que si funciona. De tal manera que a la fecha las vacunas han respondido satisfactoriamente a cuatro preguntas: 1º Pueden inducir una respuesta inmunitaria, 2º las dosis de nanopartículas son suficientes, 3º el adyuvante cumple con su función, y 4º se necesitan dos inyecciones. Todo ello con seguridad ha funcionado bien en adultos mayores. Esperamos ansiosamente el primer conjunto de resultados a largo plazo.

La desinformación, amplificada por las redes sociales, es un desafío de salud pública cada vez mayor no solo para las unidades sanitarias sino para la población. El esfuerzo conjunto del MSPAS y la comunidad, puede reducir dudas y errores, fomentar coberturas y con ello detener la propagación del COVID-19. Afortunadamente, existen herramientas efectivas para contrarrestar la mala información, su impacto y propagación. El enfoque de reconocer primero y luego desacreditar la información errónea es el más efectivo para reducir el riesgo de incredulidad, de contraer la enfermedad y finalmente, tanto la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) han publicado evaluaciones que respaldan firmemente la seguridad de las vacunas.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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