Alfonso Mata

Muchos de los antivacunas son profesionales de la salud; muchos usan la ciencia, aunque erróneamente y la mayoría ni a eso llegan emiten juicios sin fundamentos. Lo más triste en esto es que los sistemas de salud, resultan timoratos en la desmantelación de ello.

Está más que demostrado que el COVID-19 existe, que es producido por un virus denominado SARCoV-2. Desde los primeros días de pandemia, las tasas de mortalidad se dispararon siendo más altas en las personas mayores, lo que se ha mantenido consistente desde entonces y se ha identificado a esta cohorte como la de más alto riesgo de complicaciones y letalidad del SARCoV2.

El mito: las vacunas son peligrosas para la tercera edad, se desvanece.

Desde los inicios de la COVI-19, por razones que no están claras, se generó la campaña antivacuna, relacionada con una hipótesis que vinculaba las altas tasas de mortalidad, con un programa de vacunación contra la influenza, que se llevó a cabo en Italia, el otoño anterior a la pandemia. La ciencia rápidamente se lanzó a estudiar la aseveración, casi tan rápido como se propuso esta, y mostró pruebas que aplastaron de manera convincente la conexión, señalando que un análisis de los patrones de vacunación en Italia, mostró que las regiones con niveles más altos de vacunación contra la influenza, tenían menor mortalidad por COVID-19, específicamente en adultos de 65 años o más. Otros estudios en Italia, Alemania, EE. UU. Y España, encontraron igual vínculo entre la vacuna contra la gripe y los resultados del COVID-19. ¿Por qué esto no se publicó debidamente? Son errores de la lucha contra la negación.

Efectos positivos no planeados de las vacunas, que vale la pena considerar

Es sin duda alguna el impacto de la COVID-19 sobre el sistema cardiovascular, el que más ha preocupado a la ciencia y la medicina y sobre lo que se ha tejido la mayor cantidad de mitos, especialmente terapéuticos, sobre que esta medicina evita eso, que la otra lo otro, produciéndose cada vez que se publicita el mito, un aumento de precio y la escasez de los productos, sin haberse demostrado por la ciencia la verdad de tales afirmaciones.

¿Qué ha encontrado la ciencia al respecto de los problemas cardiovasculares? Las personas con afecciones cardiovasculares preexistentes, como enfermedad de las arterias coronarias y presión arterial alta, tienen un mayor riesgo de enfermedad grave o muerte a causa de la infección por SARS-CoV2. Además, el daño al músculo cardíaco y los vasos sanguíneos está bien documentado en pacientes con COVID-19 y es una causa importante de muerte. Entonces, para los sistemas de salud proteger el sistema cardiovascular y limitar el daño de otros virus como la influenza, es fundamental para mejorar el resultado de los pacientes con COVID-19. ¿Se están haciendo esto de manera clara y sistemática en nuestro sistema de salud? NO. Y es claro que hay otro elemento en medio de esta pandemia que ya ha sido estudiado. Resulta que, además de prevenir la infección por influenza, la vacuna contra la influenza protege el corazón. En los pacientes de edad avanzada, reduce el riesgo de ataque cardíaco o accidente cerebrovascular en aproximadamente un 20%. En pacientes con insuficiencia cardíaca existente, las vacunas contra la influenza reducen la hospitalización en casi un 30%. En los pacientes sin enfermedad cardiovascular diagnosticada, pero que tienen factores de riesgo cardiovascular como diabetes, la vacuna contra la influenza aún ofrece beneficios significativos. Un estudio de 241,551 pacientes con diabetes durante 10 años, encontró que la vacunación contra la influenza no solo se asoció con un riesgo reducido de ingresos hospitalarios por complicaciones de la diabetes, sino que también disminuyó las posibilidades de morir de un ataque cardíaco o un derrame cerebral. En los pacientes con COVID-19, la diabetes es un riesgo de enfermedad grave y muerte. Los beneficios cardioprotectores de una vacuna contra la influenza, podrían reducir el estrés que se ejerce sobre el sistema cardiovascular y mejorar los resultados para los diabéticos infectados con SARS-CoV2.

NOTA: NO SE ESTÁ SUGIRIENDO QUE SE SUBSTITUYA LA VACUNA CONTRA LA INFLUENZA POR LA DE SARCoV-2, Se está haciendo ver que esa vacuna pueden tener efecto cardioprotector y que no facilitan el aparecimiento de una enfermedad. Más adelante hablamos de la vacuna contra el coronavirus.

Los opositores a la vacunación, han recurrido a las redes sociales para presentar sus juicios al público, argumentando que las vacunas no son seguras y resultan ineficaces. A pesar de sus afirmaciones vocales y persistentes, la evidencia científica es abrumadoramente en su contra. Innumerables estudios y ensayos demuestran la seguridad de las vacunas, y la investigación muestra de manera convincente que las vacunas no solo ofrecen beneficios al disminuir las infecciones, sino que también protegen contra sus complicaciones en caso de infectarse la persona.

Como cualquier vacuna, la vacuna contra la gripe no es 100% efectiva. Sin embargo, incluso cuando la vacuna no previene la infección, aún puede reducir la gravedad de la enfermedad y disminuir las complicaciones cardiovasculares. Ya hay estudios que han encontrado que después de la vacunación contra la influenza, los pacientes de edad avanzada que experimentaron una enfermedad similar a la influenza, tenían menos probabilidades de sufrir eventos cardiovasculares importantes que las personas no vacunadas.

NOTA: LO ANTERIOR NO QUIERE DECIR QUE LOS VACUNADOS NO SUFRIRAN EVENTOS CARDIOVASCULARES COMO INFARTOS SINO QUE TIENE MENOS POSIBILIDADES DE SUFRIRLOS. Repito, se está haciendo ver un efecto posible cardioprotector que no abarca a todos y eso es lotería pues el efecto buscado es contra la enfermedad llamada influenza.

Los eventos diarios puedes confundir

Las enfermedades cardiovasculares aumentan el riesgo de enfermedad grave y muerte, y las lesiones en el corazón y los vasos sanguíneos son complicaciones comunes. Los informes recientes que relacionan las vacunas COVID-19 de adultos jóvenes con una afección cardíaca llamada miocarditis son el capítulo más reciente de esta historia. Corresponde a la ciencia responder ¿Es este vínculo un misterio médico de la vida real o una obra de ficción?

En la pasada Europa ligue 2020, el mediocampista de la selección danesa, Christian Eriksen, vacunado contra la COVID-19, sufrió un ataque al corazón durante el partido contra Finlandia. Los grupos antivacunas inmediatamente afirmaron que se debía a la vacuna COVID-19. Pero ese evento no fue único, aunque fue por su espectacularidad, el de más publicidad mundial antivacuna. Antes, la primera indicación de un vínculo entre las vacunas COVID-19 y la miocarditis provino de Israel. Los epidemiólogos habían encontrado que entre los 5 millones de personas vacunadas en Tierra Santa, se notificaron 148 casos de miocarditis. La mayoría de los casos involucraron a hombres de entre 16 y 24 años. El 10 de junio, el Dr. Tom Shimabukuro del Grupo de Trabajo de Vacunas COVID-19 de los CDC de EE. UU. Citó 226 casos de miocarditis en personas vacunadas menores de 30 años que se habían informado al Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (VAERS).

Tomados en conjunto, esos informes de miocarditis después de la vacunación con COVID-19 en jóvenes plantean inquietudes: ¿los riesgos de miocarditis superan los beneficios de la vacunación, particularmente en una población de bajo riesgo?

CONTINUARÁ

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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