Alfonso Mata
Entre las muchas preguntas sin respuesta para la pandemia de COVID-19 se encuentran el papel potencial de los huéspedes animales intermedios en la transmisión temprana de animal a humano y la adaptación en este. Para eso tenemos que ver un poco más la historia
Más murciélagos
El descubrimiento del SARS-CoV en 2002 impulsó la búsqueda de nuevos coronavirus de origen humano y animal. Los murciélagos fueron los elegidos como el objetivo principal debido a la diversidad de especies, el gran tamaño de la población, la amplia distribución geográfica, la capacidad para la migración a larga distancia y el hábito de posarse en grandes grupos. Además de los CoV similares al SARS, se fueron detectando muchos otros coronavirus mediante PCR entre diversas poblaciones de murciélagos en Hong Kong y China. Así que desde hace más de una década, los laboratorios se armaron de investigación al respecto y también las casas farmacéuticas se interesaron en buscar al manipular los virus y entenderlos mejor en búsqueda de la mejor vacuna y tratamientos.
Había algo importante también en el comportamiento de los coronavirus y los murciélagos. Con muy pocas excepciones, la mayoría de los coronavirus de murciélago parecían ser específicos de una especie; es decir, diferentes especies de murciélagos de una ubicación similar, albergan diferentes coronavirus, mientras que las mismas especies de murciélagos de diferentes ubicaciones geográficas portan coronavirus del mismo linaje genético.
Hasta el 2013 ningún investigador había podido aislar virus vivo de ninguna de las muestras de hisopos recolectadas en murciélagos y ligarlo al SARS.
De igual manera, se habían reportado diversos coronavirus similares al SARS (SL-CoV) en murciélagos en China, Europa y África, pero ninguno se considera un progenitor directo del SARS-CoV debido a su disparidad filogenética con respecto a este virus y la incapacidad de sus proteínas de punta para utilizar la molécula receptora celular del SARS-CoV, la enzima convertidora de angiotensina II humana (ACE2). Es hasta 2013 que unos investigadores con sus resultados proporcionan la evidencia más sólida hasta la fecha, de que los murciélagos de herradura chinos eran reservorios naturales de SARS-CoV, y que los huéspedes intermedios pueden no ser necesarios para la infección humana directa. Pero antes de proseguir la historia entendamos algo.
Transmisión entre especies
La aparición de virus zoonóticos de un reservorio de vida silvestre requiere 4 eventos: 1) contacto entre especies, 2) transmisión de virus entre especies (es decir, desbordamiento), 3) transmisión sostenida y 4) adaptación del virus dentro de la especie, de desbordamiento. Estos 4 eventos de transición ocurrieron durante los brotes de SARS del 2002-2004 y contribuyeron a la rápida propagación de la enfermedad en todo el mundo.
El papel de las civetas en la transmisión directa del SARS-CoV a los seres humanos está bien establecido ya para el 2013. El caso más convincente fue la infección de una camarera y un cliente en un restaurante donde se alojaban civetas positivas al SARS-CoV en jaulas. Quedaban dos preguntas clave: ¿Cuál es el huésped reservorio natural de las cepas de SARS-CoV del brote y cómo se transmitieron los virus a las civetas u otros huéspedes intermediarios? Aunque no era concluyente, los datos obtenidos hasta entonces sugerían fuertemente que los murciélagos (los murciélagos de herradura en particular) eran probablemente el reservorio huésped del SARS-CoV.
Otro método para buscar el reservorio natural del SARS-CoV es realizar experimentos de infección en diferentes especies de murciélagos. Si asumimos que los virus progenitores provienen de los murciélagos, es muy probable que el SARS-CoV humano / civeta todavía sea capaz de infectar la especie reservorio original.
Sin conocer el reservorio natural del SARS-CoV, es difícil predecir el mecanismo exacto de transmisión del reservorio al hospedador intermedio y al hombre. Sin embargo, la vía fecal-oral representa el principal modo de transmisión entre los animales. Aunque la mezcla de huéspedes reservorios vivos (p. Ej., Murciélagos) y huéspedes intermedios (p. Ej., Civetas) sería un medio de transmisión eficiente, la principal fuente de transmisión entre especies en la cadena de comercio de animales (incluidos almacenes, vehículos de transporte, mercados) puede provienen de heces, orina, sangre o aerosoles contaminados. Esto también puede ser cierto para la transmisión de civeta a humano. Como se muestra en el caso del cliente del restaurante infectado en 2004, el cliente no tenía contacto directo con las civetas y estaba sentado en una mesa a más o menos 5 mts de las jaulas de las civetas.
Aunque en esta etapa no podemos descartar la posibilidad de transmisión directa desde el huésped reservorio natural para los seres humanos, los estudios moleculares epidemiológicos y los estudios de la interacción receptor-proteína indican que los virus progenitoras son poco probable que sea capaz de infectar a los seres humanos y que parece necesaria una rápida evolución viral en un huésped intermedio (como las civetas) para adaptar el virus a la infección humana. La alternativa es la evolución continua independiente de la recombinación.
En conclusión, actualmente se están estudiando tres opciones para la transmisión del virus. La transmisión directa del SARS-CoV-2 de los murciélagos a los humanos (Opción 1) es descartada por muchos científicos, porque no puede penetrar las células humanas. Por ende, parece más probable la transmisión a través de pangolines u otro huésped intermedio que haya podido jugar un papel en la transmisión temprana a los humanos. Aunque aún se desconoce el reservorio natural exacto del virus progenitor del SARS-CoV, un resultado positivo de estas investigaciones mejorará en gran medida nuestra comprensión de los mecanismos de desbordamiento, lo que a su vez facilitará el desarrollo y la implementación de estrategias de prevención eficaces. Los estudios respaldan la afirmación que especialmente los virus de ARN, presentan más riesgo que otros patógenos de aparición de enfermedades en humanos y mamíferos domésticos debido a sus tasas de mutación más altas.
En plena pandemia de COVID-19 ya los investigadores presentaron evidencia molecular y serológica de coronavirus relacionados con el SARS-CoV-2 (SC2r-CoVs) que fueron encontrados circulando activamente en murciélagos en el sudeste asiático. También se han detectado anticuerpos neutralizantes del SARS-CoV-2 en murciélagos No obstante esos esfuerzos, el origen del virus sigue sin resolverse.
Ante un origen zoonótico del virus SARSCoV-2 ¿Qué hacer?
Las zoonosis son enfermedades de los animales que pueden transmitirse a los humanos. Estas enfermedades incluyen: SARS, virus del Nilo Occidental, VIH / SIDA y recientemente influenza aviar (H5N1). Muchos de los agentes del bioterrorismo son de origen zoonótico, como el ántrax, la tularemia y la peste.
Históricamente, las enfermedades humanas y animales se han tratado en gran medida como entidades separadas, ya que los médicos y los veterinarios no suelen comunicarse ni colaborar entre sí. Grave error
Por ejemplo, el brote del virus del Nilo Occidental que infectó tanto a humanos como a animales, podría no haber sido reconocido sin los esfuerzos decididos de una veterinaria, la Dra. Tracey McNamara, quien trabajaba como patóloga veterinaria en el Zoológico del Bronx y estaba al tanto de los casos humanos de encefalitis que se informaron en los periódicos. Cuando las aves exóticas del zoológico se enfermaban y morían, la doctora les realizaba autopsias y descubrió que sus patologías eran notablemente similares a las reportadas en los casos humanos. Nadie quería tomarla en serio porque era veterinaria hasta que la realidad obligó a actuar de otra manera. Desafortunadamente, su experiencia no es única. Los médicos y veterinarios deberían trabajar en estrecha colaboración no solo en la salud pública, sino también en entornos clínicos humanos.