El ministro de Salud, Francisco Coma asumió la semana pasada ese puesto. Foto La Hora/José Orozco

 Alfonso Mata

¡Felicitaciones señor Ministro por su nuevo cargo! pero mi saludo lo acompaño de algunos comentarios y sugerencias que espero le sean de utilidad.

A raíz de la pandemia, se quebró el funcionamiento de la política sanitaria y los servicios. Sesiones internas y de expertos aconsejaron al gobierno y al MSPAS sobre el manejo apropiado de acción antipandémica, pero el resto se olvidó y quedó a la mano de Dios. Una explicación pública sobre ello no se ha ofrecido. El otro día, un funcionario se tiró ésta recomendación al auditorio: «Acostarse temprano, levantarse temprano, hace que un hombre sea saludable, rico y sabio«. Créanme que si la vida fuera así de simple, podríamos eliminar las comunidades médicas, financieras y educativas de nuestra sociedad. Desafortunadamente, no es tan simple. Hoy en día, el cuidado de la salud significa más que «tómate dos aspirinas y llámame por la mañana» y un trato agradable de la familia al lado de la cama.

Actualmente la atención de la salud abarca la planificación de sus servicios, en función de la epidemiología del área o la región (que eso no se haga es otra cosa) y eso demanda de financiamiento y adecuada inversión, contención de costos y atención médica preventiva (que tampoco se hacen como debiera). En fin, estamos ante un sistema de salud ineficiente que se come migajas del presupuesto nacional y eso no es lo peor, lo peor es la disparidad del acceso a servicios de salud que padece mucha población y que le obliga a pagar servicios privados y cuando se ven precisados a hacerlo, lo hacen en detrimento de otros gastos diarios que le son necesarios y en medio de esas crisis, el gobierno tiene menos, y no solo se vuelve más tacaño con la asignación de fondos a inversión en la atención, sino que al encarecer el sistema con sus malos manejos y desfalcos, limita aún más los posibles beneficios que puede dar el sistema.

Entonces se puede deducir que, actualmente la planificación del sistema de salud, su calidad y financiación, son el principal problema de salud que enfrenta Guatemala y en los próximos meses, la batalla del presupuesto, la competencia por el financiamiento de los sectores será grande, pues no están reguladas las asignaciones de dicho presupuesto por calidad o por necesidades; lo está por una lucha de dividendos personales que se entabla dentro de los grupos de poder, tanto en los niveles locales como el nacional. Dada la actitud actual hacia la reducción del gasto público, este no es el momento para nuevos programas públicos de inversiones audaces. En cambio, nuestro ingenio debe centrarse en encontrar nuevas formas de financiar los mismos programas por menos dinero, aunque resulte esto muy ideal, pues son otros rumbos, los que enmarcan la orientación de los presupuestos y los gastos. Por supuesto, las áreas rurales al igual que las urbanas marginales, son las menos favorecidas y eso sucede ante la insensibilidad de funcionarios y legisladores y la ignorancia y pasividad de los habitantes. Y lo más triste en ello es que ni los profesionales de la salud, ni sus instituciones, se ponen en fila y pelean para garantizar que se satisfagan las necesidades de atención médica de los pobladores.

El Consejo Nacional de Salud y el Técnico, los colegios y asociaciones profesionales, deberían jugar un papel importante en el establecimiento de prioridades de atención médica para la población y eso debería constituirse junto con los datos epidemiológicos, en el fundamento del presupuesto y no la tradición y los antojos de funcionarios. Hay que echar andar esos Consejos como es debido.

En estos momentos, es necesario recopilar, coordinar y evaluar, información adecuada sobre los diversos aspectos de nuestro sistema de atención, a fin de establecer prioridades y tomar decisiones responsables. La política de salud debe surgir del principio de que la atención médica de calidad no pertenece solo al dotado económicamente. Los habitantes de toda la nación, tienen el mismo derecho que los ciudadanos que pagan seguros y ganan bien, a una atención médica de calidad. Los financiamientos nacionales, no deberían privarlos de ese derecho.

Urge una posición unificada sobre el cuidado de la salud. De igual forma terminar con los intereses corruptos, tanto internos como externos a la institución y evitar que se vuelvan de mayor magnitud. Esta acción es prioritaria y debe realizarse a la vista del público. Una política estatal transparente, sólida y una ejecución honesta y de calidad de salud integral, ayudaría a garantizar que los escasos fondos gubernamentales se asignen donde más se necesitan. Es necesaria una administración de salud de cara a la población, no dentro de cuatro paredes.

En el pasado, el Estado no se ha valido plenamente de la experiencia y los conocimientos técnicos clínicos, epidemiológicos y la investigación, ha sido un recurso infrautilizado que ya no podemos permitirnos pasar por alto. Necesitamos conocer para luego determinar lo antes posible el papel del estado en la resolución de los problemas de salud y del sistema de salud. Compromiso que debe darse de forma democrática.

Se debe igualmente considerar que el accionar del sistema de salud será limitado y sin éxito, si no se acompaña de la participación comunitaria y una debida auditoría social de ejecución. Esto jamás se ha intentado y debe hacerse.

¿Será que el señor Ministro quiere actuar por ahí de lo señalado o es de lo mismo que viene cubierto? Si soluciona, puede dejar huella de lo contario dejará estiércol. Aunque sea una cosa debe resolver: el problema de los costos de la atención médica que nadie ha solucionado desde hace cien años, produciendo consecuencias costosas tanto en términos de bolsillos públicos como personales privados. Como dicen algunos: «Que los costos médicos hayan subido febrilmente sobresale no como una herida de la oferta y demanda, sino como una gangrena estatal y privada profunda que sangra el sistema«. Cuál es la problemática real: Transparencia. La lista de soluciones con que llega cada ministro a la cartera, ni el gremio de profesionales de salud la conoce, tampoco ninguno se ha atrevido a poner controles públicos ni privados, para frenar la marea de los crecientes costos de la atención médica y salubrista que llena costales de billetes, que van a dar a donde no deben, por lo que se necesita que se implementen programas regulatorios para controlar los desmanes o malos manejos, aumentos de precios de los recursos que resultan, no de la escalada de costos reales del mercado, sino de bonificaciones y pagos innecesarios a terceros, para decirlo elegantemente. Debe examinar de la mano sector público y privado gastos, presupuestos y costos. Se hace urgente demostrar que la atención médica decente y la contención de costos no son incompatibles.

Los programas para involucrar al personal de salud en la contención de costos, debe basarse en incentivos y educación, no en medidas reglamentarias y punitivas que no se llevan nunca a cabo. Me gustaría que discuta formas de involucrar a la comunidad médica en un rol de asesor, a través de programas educativos sobre contención de costos o mediante otras alternativas aún por descubrir (cosa que no he visto hacer a otros ministros). La pandemia ha demostrado el valor de pedir consejo a los médicos no solo con respecto a qué hacer, sino podría ser de utilidad en otros aspectos de la decisión y control. También debe explorarse consolidar el área de mejora de la relación medicina clínica con la atención médica preventiva y la promoción de la salud. Esa relación mostró durante la actual pandemia ser muy débil e inadecuada. Debemos determinar cómo maximizar nuestros quetzales de atención médica preventiva, en un momento de financiación limitada. Los hospitales y los consultorios médicos participan cada vez más en la promoción de la atención de la salud, pero se ha olvidado rotundamente elaborar una relación adecuada con la comunidad. Disponibilidad y acceso al sistema de salud involucra a todos.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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