Es instructivo lo que nos ha dejado el estudio de la ciencia en su contexto histórico del siglo pasado. Foto La Hora: Cortesía

Alfonso Mata

No seamos fanáticos ¡en serio! reconozcamos de que la ciencia hasta cierto punto se politiza, pero cuando eso se lleva más allá de lo necesario, sucede algo nuevo e inquietante como lo que estamos viendo ahora con la forma en que se ha manejado la pandemia por gobiernos y la OMS. Creo que es instructivo lo que nos ha dejado el estudio de la ciencia en su contexto histórico del siglo pasado: fue sujeta a una constante interacción con la política pero eso tropieza con algo especialmente preocupante en el momento presente. Se está llevando a la ciencia a un nivel de incredulidad tan basto como el de la política y eso es tremendo error: Se está llevando el análisis del pensamiento de lo que produce la ciencia, del campo de la evidencia que es en donde se mueve la ciencia, al de la ideología, que es donde no se mueve la ciencia sino la política. No existe el virus, no existe la eficiencia de la vacuna, explicaciones sobre esto y lo otro todo bajo el amparo de la conspiración (ideología) los chinos quieren dominar el mundo, las farmacéuticas también, los de tal credo religioso ven el fin del mundo etc. Bajo esas premisas cargadas más que argumentos de posiciones ideológicas, lo que nos enseña la ciencia se va al bote de basura.

En Política, con sus teorías conspirativas, se suele cometer un tremendo error en la forma que se hace la inferencia de la correlación entre dos sucesos: los chinos quieren joder a los gringos y trabajan en armas biológicas e inventaron el SARSCoV2. Se parte de un concepto ideológico (los chinos comunistas) y de que son científicos y tienen laboratorios y eso se lleva automáticamente a la causalidad: la pandemia producto de esa ambición y capacidad china. Así podríamos encontrar en cada aspecto de interpretación de lo científico de la pandemia, una relación errónea entre la ciencia con ambición, enriquecimiento, vanidad, etc. y no veracidad.

La ciencia no trabaja así, el trabajo de la ciencia es una forma de averiguar si la relación sugerida por la correlación es la causa de un fenómeno en particular; en nuestro caso, la pandemia con el virus y sus consecuencias: patología, terapéutica y de todas sus características, para lo cual usa un método de verificación que nos acerque a la realidad: Por qué se produjo el virus por qué mata, por qué afecta las vías respiratorias, esos son elementos fundamentales de respuesta para la ciencia que llevan tiempo y método.
La morbimortalidad de COVI-19 está llegando al punto de ebullición a medida que el desastre de la campaña vacunación se vuelve cada vez más claro (que nada tiene que ver con la ciencia) pero la situación política ya está sobrecalentada. La corrupción, la incapacidad y el sabotaje (la vacuna mata, la vacuna no sirve, la vacuna afectará mi código genético) plagan el programa contra pandemia. El sistema político perverso, utiliza sus considerables habilidades políticas para no detener los programas y sacarles máximo provecho personal, desvirtuando de esa manera parte de lo que la ciencia pretendía: terminar pronto con la Pandemia y evitar morbimortalidad.

El tema central de la política es la responsabilidad y una de sus herramientas es la ciencia. En eso se topa ante un A) no todos los científicos están de acuerdo con la vacuna o con cómo funciona el virus o como tratar la COVID-19 y B) por consiguiente el gobierno para respaldar alternativas necesita de consejeros analistas de pros y contras de posiciones. Por ejemplo ante vacunar y no vacunar y normar al respecto, en estos momentos cuenta con una interpretación de evidencias, que han establecido y demostrado que millones de personas que han sido vacunadas, presentan menos, mucho menos complicaciones serias y muertes por COVID-19 que los no vacunados y eso no debido a casualidad, sino al efecto de la vacuna. La evidencia del análisis científico respalda ese hecho. Un pensamiento político entonces es vacunar y vigilar y seguir a potenciales vacunados y sus riesgos a la salud y atenderlos. ¿qué pasa si la gente no se vacuna? ¿Qué consecuencias tiene para la población, para el estado? La explicación es científica, pero la solución es de determinación política: costos, consecuencias, daños a terceros, costos de atención. La ciencia brinda resultados no decisiones pero si se mezclan mal ambos, la ciencia pierde terreno. Si voy a esperar que las complicaciones y los tratamientos sean más costos que la vacuna, es problema de decisión política no científica.

No existe una teoría científica, absolutamente ninguna, en la que todos los científicos estén de acuerdo. Incluso algo tan básico como si la tierra gira alrededor del sol, un tema que se solucionó hace unos 500 años, sigue teniendo detractores. Eso no debe ser motivo de dudar de la ciencia, debe fortalecer su uso para precisar mejor las teorías e hipótesis. Bajo esta condición La única forma de superar sistemáticamente los límites de nuestro aparato sensorial y de juicios sustentados por diversas razones, es a través del Método Científico, a través de la experimentación controlada de pruebas de hipótesis ¿Por qué?

Al estado le interesa precisión, a la ciencia también, y para eso la «subjetividad» de nuestra percepción, que resulta pobre, debe ser rota usando precisión que definimos por las diferencias que encontramos entre el grupo que se somete a una maniobra (vacunación) y el que no. Para lograr eso utilizamos métodos estadísticos para determinar si una diferencia observada entre los grupos de control (los no vacunados) y el experimental (los vacunados) puede ser de ocurrencia aleatoria (fruto del azar, casualidad) o fruto de las ventajas que atribuimos a la maniobra (con la vacuna: menos casos graves, menos mortalidad, menos contaminación) es realmente fruto de la maniobra. A través del estudio, logramos conclusiones; logramos saber que en estos momentos el 80% de personas hospitalizadas son no vacunados y que las hospitalizadas vacunadas sobreviven diez veces más que las no vacunadas. Los controles (no vacunados) son esenciales para la observación y medición objetiva e insesgada de los efectos positivos y negativos de un evento como la vacuna. Cuando se empezaron a poner en los países las vacunas contra la COVID-19, ese tipo de experimentos ya se había realizado en una población de miles de vacunados con distintas características y en no vacunados, para ver efectos no deseados y observar los beneficios de la vacuna. En la actualidad se sigue vigilando que no cambien esos resultados y observando y documentando cualquier cambio.
Finalmente debemos entender el valor de la ciencia en la toma de decisiones: Existe una diferencia fundamental entre conocer a través de creer y conocer basado en la investigación empírica. Uno y otro caso nos permite tomar conciencia. El resultado final es que la conciencia es el producto de los procesos cerebrales y la comunicación entre las personas para reaccionar al entorno y anticipar mejor los eventos futuros. En este caso la ciencia viene a ser una toma o deja más exacto y preciso. La conciencia es un prerrequisito esencial para trascender del Orden Explicado (el creer sin comprobar) hacia el Orden Implicado (creer por comprobación). Pasar de la experiencia sensual y de ideas o tradiciones innatas, a una explicación, a una detección y análisis del medio a través de comprobaciones. Conocer por medio de la creencia y conocer por medio de la investigación son dos cosas diferentes. La segunda está sujeta a menos error y mejores resultados.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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