Sigan con las medidas sanitarias y vacuanrse. Foto la hora: AP

Alfonso Mata

Creo que esta no solo es una respuesta honesta sino interesante; la dio hace algunos días el director de la OMS en los juegos olímpicos “la pandemia terminará cuando el mundo decida acabar con ella

También informaba la OMS, que el número total de casos superará oficialmente los 200 millones en las próximas dos semanas. Que en promedio, en cinco de las seis regiones de la OMS (estamos incluidos)  las infecciones han aumentado en un 80% o casi se han duplicado durante el último mes y que gran parte de este aumento está siendo impulsado por la variante delta altamente transmisible, ahora ya en Guatemala

¿Qué podemos hacer? Seguir con las medidas sanitarias y sobre todo ¡vacunarnos!

Ayer hablamos de las vacunas ARN, hoy hablaremos de las que usan ADN. Son vacunas que utilizan la técnica del vector viral. A diferencia del proceso original de muchas vacunas de la infancia y otras, ésta no inyecta el agente infeccioso (el SARSCoV-2 en forma viva o inactiva) sino otro virus que funciona como un vector inofensivo que contiene uno o más genes del SARSCoV-2 que codifica antígenos capaces de ser reconocidos por el sistema inmunológico del vacunado, un principio buscado por todas las vacunas. Entonces el principio es el mismo que las de ARN: consiste en inyectar una forma atenuada o inactivada de un agente infeccioso, o algunos de sus componentes, en el organismo para prepararlo para el contacto posterior con un virus.

Recordemos que el ADN y el ARN son moléculas que se encuentran en todas las células de los seres vivos. Las moléculas de ADN llevan la herencia genética, y se ubican dentro del núcleo. Las moléculas de ARN se sintetizan a partir de fragmentos de ADN y luego se utilizan como plantilla por una maquinaria compleja de nuestras células para fabricar, fuera del núcleo, las proteínas necesarias para el funcionamiento del cuerpo. El encuentro del organismo del vacunado con partículas del patógeno durante la vacunación, permite, de hecho, desarrollar células inmunes de «memoria», capaces de reconocer inmediatamente este agente de nuevo si el individuo fuera expuesto a él «naturalmente». El objetivo es desencadenar una reacción inmunitaria llamémosle «benigna» para evitar una posible contaminación en el futuro, que lleve a daños en los tejidos corporales y los sistemas de su funcionamiento. El fin en toda clase de vacunas es ese, pero el medio de lograrlo es el que difiere.

Las células de la persona vacunadas del lugar de la inyección (principalmente células musculares y células del sistema inmunológico) son entonces capaces de fabricar dichas proteínas del SARCoV-2 por sí mismas, para desencadenar una respuesta inmunitaria significativa y protectora. Esta forma de funcionar si se ha probado desde hace mucho tanto en las vacunas ADN como con las ARN.

Tanto el ARN mensajero como el ADN codifican la proteína de la espícula presente en la superficie de los SARS-CoV-2. Esta proteína es la «clave» para que el virus SARS-CoV-2 se adhiera a nuestras células, luego ingrese y las infecte. En las vacunas de ARN, la proteína Spike se produce directamente en el citoplasma de las células de la persona vacunada, sin pasar por el núcleo. Las células del individuo vacunado producirán el componente viral por sí mismas, desatando una respuesta inmune, que evita que el virus entre y se reproduzca abusivamente dentro de nuestras células.

En las vacunas de ADN, los investigadores añadieron el gen de la proteína de espiga del coronavirus a otro virus llamado adenovirus. Los adenovirus son virus comunes que suelen causar resfriados o síntomas similares a los de la gripe. Se utiliza la versión modificada de un adenovirus de chimpancé, conocido como ChAdOx1. Ese virus puede entrar en nuestras células, pero no puede replicarse en su interior. Y ya en el interior dispara o gatilla a que las células al reconocer las proteínas de entrada del SARSCoV-2 produzcan anticuerpos. La técnica es el resultado de décadas de investigación sobre vacunas basadas en adenovirus.

Entonces tanto en un tipo como el otro de vacunas, para los científicos lo fundamental fue desarrollar un sistema para transportar ya fuera ARN o ADN al lugar correcto dentro de las células de interés y a sus almacenes de producción de proteínas. Las ARN utilizan partículas de nanolípidos para transportar el ARN de la vacuna a las células. La composición de estas partículas de nanolípidos se asemeja a la de los lípidos ubicados en las membranas de todas las células de nuestro cuerpo y por tanto no presenta ningún riesgo. Las de ADN lo hace con un virus que no nos afectará. Entonces para ambas vacunas, el problema de penetración al sistema de producción de anticuerpos de nuestro cuerpo queda solventado y de producción de vacuna también. En las vacunas de ADN, las moléculas de ácido nucleico desempeñarán un papel doble: expresar la proteína viral y estimular el sistema inmunológico sin adyuvantes químicos.

Las posibles inquietudes que se pueden tener sobre estas nuevas vacunas lanzadas después de tan solo un año de trabajo, puede desaparecer si se considera que el trabajo de elaboración y prueba de estas vacunas, descansa sobre diversos factores que fueron vencidos desde hace muchos años varios de ellos (extracción, producción de  ARN y ADN que se desea inocular, mecanismos de entrada a nuestro cuerpo) así como las pruebas de seguridad, que fueron facilitadas por la velocidad de circulación del virus en la población, que permitieron obtener resultados de eficacia más rápidos en los ensayos clínicos. Eso ayuda a explicar este tiempo de desarrollo extraordinariamente corto de estas vacunas.

Pero sigamos con las vacunas de ADN. Para la COVID-19, es más resistente que las vacunas de ARNm. El ADN no es tan frágil como el ARN y la resistente cubierta proteica del adenovirus que lleva la información de ADN ayuda a proteger el material genético que contiene. Como resultado, la vacuna no tiene que tener tanto cuidado de congelamiento.

Después de inyectar la vacuna de ADN en el brazo de una persona, los adenovirus chocan con nuestras células y se enganchan a las proteínas de su superficie. La célula envuelve el virus en una burbuja y lo atrae hacia su interior. Una vez dentro, el adenovirus escapa de la burbuja y viaja hasta el núcleo, la cámara donde se almacena el ADN de la célula y ahí le da la información. La vacuna spunik V funciona de esta manera, la Astra Zeneca también.

En el proceso de fabricación, también difieren las vacunas ARN de las ADN. Las vacunas de ARN su velocidad de fabricación es mayor. De hecho, se elimina gran parte del proceso de desarrollo y fabricación de vacunas tradicionales. Por ejemplo, es posible evitar todo el trabajo de producir virus vivos atenuados, inactivados o recombinantes, para inyectar en pacientes o también de purificar proteínas virales.

Aún no está claro cuánto tiempo podría durar la protección de la vacuna. Pero eso no es motivo de no vacunarse sobre todo ante la evolución que tiene la pandemia. La OMS ha advertido que el virus COVID-19 ha ido cambiando desde que se informó por primera vez y sigue cambiando. Hasta ahora han surgido cuatro variantes de preocupación y habrá más mientras el virus continúe propagándose y eso es lo que se trata de detener vacunando rápidamente.

 

Forma de entrada de vacuna ADN (en rojo)

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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