Alfonso Mata

Y tuvieron que pasar muchos años, décadas…y aún falta

“El procedimiento resulta largo e inconveniente, ya que la desinfección tiene que realizarse tanto antes como después de los exámenes a las mujeres y después de frotar a fondo con jabón y un cepillo de uñas, y el álcali podría erosionar la piel de la mano, provocando inflamación y agrietamiento”. Conclusión con carácter de excusa dada por la mayoría de colegas y personal de salud, que no tomaron en serio la asepsia sugerida por Semmelweis, a pesar de que la tasa de muertes post-parto en el hospital de Viena se había reducido significativamente como resultado de sus disposiciones. Los materiales de archivo atestiguan el hecho de que sus maestros y amigos, que por cierto nunca fueron una mayoría, lucharon sin miedo, con valentía y tenacidad durante años en sus peticiones y perseveraron incluso cuando él mismo ya había dado la espalda a Viena.

Lamentablemente Semmelweis comenzó la publicación científica de su trabajo ya tarde, en la Universidad de Pest y sus principales obras también fueron escritas durante este período. Apoyó y ayudó a su amigo, Lajos Markusovszky a lanzar el Medical Weekly, una de las revistas médicas húngaras más antiguas. Su descubrimiento y los resultados del procedimiento aséptico se publicaron solo años después, a instancias de sus amigos, primero en 1858 en el Medical Weekly editado por Lajos Markusovszky, titulado Patología de la fiebre materna. Su libro Patología, concepto y prevención de la fiebre materna, se publicó en 1860. Luego en 1861 y 1862, se publicaron en alemán la primera y la segunda carta abierta del médico a sus colegas; su novedad, y sobre todo su tono apasionado y condenatorio en esos escritos, provocó el rechazo y los ataques de la gran mayoría de la profesión médica nacional, pero principalmente extranjera.

Semmelweis aún se siente insatisfecho ante la oposición que se le hace no se desanima  y a la par de esa lucha escrita, emprende otra con mucho ahínco. Sintiéndose incapaz de convencer a sus colegas, centra su dedicación en la formación de médicos jóvenes y sus planes incluían la publicación de un libro de texto sobre obstetricia y uno de ginecología que no escribirá pues la muerte le sorprende antes. El insatisfecho Semmelweis, desde 1846 en que ganó un puesto de asistente de enseñanza en el departamento de obstetricia del Hospital Público de Viena, había dedicado buena parte de su tiempo a la docencia. Más tarde como jefe del departamento de Pest, consideraba que la educación obstétrica era no sólo de gran importancia sino alegraba su corazón y bajo ese aliciente, durante diez años disciplinó personalmente a 1960 estudiantes de medicina, posibles cirujanos, obstetras y parteras. Con el tiempo, obtuvo de sus estudiantes cada vez mejores notas y formuló una pedagogía de la enseñanza, que involucraba directamente al profesor «es el profesor el que debe preocuparse por obtener mejores notas de sus alumnos y no solo estos de sacarlas» y al final, el promedio de notas de sus estudiantes se acercó a la máxima calificación con que él evaluaba su capacidad de formador: 4, y el número de insuficientes le fue solo de 1%. Fue un conferencista dedicado, enseñando a 200 estudiantes por año académico en húngaro y alemán. Puso gran énfasis en la formación de médicos jóvenes.

Nuestro honorable doctor, está también asociado con dos cirugías pioneras en su tierra, que registró la literatura de la época: la primera en 1863, relacionada con la extirpación exitosa de un ovario dañado y la segunda con una cesárea (1857). En este caso la madre era una mujer pobre y soltera de 23 años, costurera, que sufría de angina de pecho, que no pudo caminar sino hasta los seis años debido a su pelvis y extremidades severamente deformadas. Ella ocultó su embarazo y antes de la cirugía, se encontró que se trataba de un feto muerto con presentación de nalgas. Semmelweis decidió la cesárea para salvar la vida de la madre. La madre falleció al día siguiente del procedimiento. La importancia de esta cirugía en Hungría recae en el hecho de que la siguiente cesárea tuvo lugar solo siete años después, y la primera cesárea en Hungría, en que tanto la madre como el niño sobrevivieron, fue realizada en 1890, 30 años después.

Las circunstancias de la muerte de Semmelweis han sido objeto de debate científico durante décadas. Al comienzo de su carrera, él desarrolló una lesión -¿sífilis?- infecciosa adquirida en una autopsia ¿y en su cerebro? Años antes de su muerte, él empezó a notar rarezas en su comportamiento y a desarrollar –según sus allegados- una severa autoculpa que acompañaba a su deterioro físico, que  puso a prueba su desgastado sistema nervioso hasta llevarlo a un agravado trastorno mental a principios del verano de 1865, que obligó a su esposa a solicitar ayuda de su amigo vienés, el profesor Hebra, quien con engaño, interno a Semmelweis en el hospital psiquiátrico de Döbling el 31 de julio, donde murió 13 días después. En su autopsia se encontraron lesiones cerebrales de parálisis progresiva (atrofia cerebral que afecta más fuertemente al lóbulo frontal) pero también se considera como parte de su muerte, el brutal abuso físico y heridas que sufrió por parte del personal de Döbling. Según el informe de una  autopsia y un examen post-mortem y radiológico de los restos óseos en 1963-64, murió de sepsis por una mielitis de inicio lento en la mano derecha, el malestar por el que el propio Semmelweis descubrió su enfermedad. Su esposa llevó sus cenizas al cementerio de su familia en Budapest en 1891 y luego de más de cien años, en 2013, algunos documentos de los descubrimientos de Ignác Semmelweis sobre la fiebre del parto, publicados en forma impresa entre 1847 y 1861, fueron declarados parte de la memoria mundial por la UNESCO. En 2015, se declaró en su patria: el Año Conmemorativo Internacional de Semmelweis.

Semmelweis había demostrado que la fiebre puerperal era tanto infecciosa como contagiosa, [sin conocerse aun la relación de microorganismos con las enfermedades] y que en gran parte se podía prevenir mediante un escrupuloso lavado de manos. Una explicación científica más profunda de todo el mecanismo le fue negada. Sus colegas plagados de prejuicios sociales, no tomaron amablemente la sugerencia de que eran responsables de causar la muerte de sus pacientes al no esterilizar sus manos antes de examinar a sus pacientes y no será sino veinte años más tarde, con el aparecimiento de Pasteur y Koch, que dicha actitud desaparecería aunque nunca del todo. Solo unos pocos años después de su muerte, Billroth realizó laboriosos experimentos que orientaban sobre la verdad del trabajo de Semmelweis y aunque no predijeron realmente la naturaleza patógena y específica de los microbios en la fiebre puerperal, su trabajo sobre bacterias tuvo importantes implicaciones que influyeron en el de Robert Koch y de Luis Pasteur.

Poco antes de su muerte, Semmelweis escribía: “Pero si no se me concede ver esos tiempos felices con mis propios ojos…la convicción de que ese tiempo debe llegar inevitablemente, tarde o temprano, alegrará la hora de mi muerte”. Ese tiempo aunque en buen camino recorrido, no logra aun su plenitud.

Cuarto de autopsias. Viena

 

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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