Síntomas de los trastornos de la personalidad de la madre influyen en sus hijos adolescentes. Foto La Hora: otosection.com

 

Una investigación de la Universidad de Houston (Estados Unidos) ha revelado, por primera vez, que los síntomas de los trastornos de la personalidad de la madre influyen en sus hijos adolescentes, que posteriormente muestran una mayor probabilidad de tener un apego inseguro.

No debería sorprender que las madres tengan una profunda influencia en sus hijos. Pero, ¿qué ocurre con las madres que tienen sus propios síntomas de trastorno de la personalidad, como problemas para llevarse bien con los demás?

El apego seguro es el objetivo: es cuando los niños se sienten reconfortados por la presencia de su padre o cuidador y es un factor importante para el desarrollo socioemocional y la salud mental de los jóvenes.

Investigaciones anteriores han demostrado que el apego inseguro está relacionado con la depresión y la ansiedad, la delincuencia y los problemas de consumo de sustancias, y una menor competencia social en los niños.

«Cuando las madres tienen problemas en sus propias relaciones interpersonales, la transmisión de un apego seguro y un funcionamiento saludable de las relaciones a los hijos adolescentes parece verse obstaculizada. Los problemas interpersonales maternos se asociaron con niveles más altos de apego inseguro en la descendencia adolescente, de modo que los adolescentes desestimaban la necesidad de apego con sus madres o mostraban una preocupación airada por la relación con sus madres», explica Carla Sharp, una de las responsables del estudio.

Aunque hace tiempo que se ha demostrado que los problemas de las madres se asocian a un apego adulto inadaptado en las relaciones cercanas o románticas, éste es el primer estudio que examina las relaciones con el apego de los hijos. La investigación podría servir de base para las intervenciones destinadas a prevenir o reducir la psicopatología juvenil y otros resultados negativos.

La seguridad del apego entre padres e hijos sigue desempeñando un papel importante durante la adolescencia, que se considera la segunda ventana de desarrollo más crítica después de la infancia y la niñez temprana.

 

Sharp y su equipo entrevistaron a 351 adolescentes internados en centros psiquiátricos (con una edad media de 15 años y un 64% de mujeres) y a sus madres biológicas. Se preguntó a los participantes sobre los comportamientos interpersonales angustiosos que les resultaban «difíciles de hacer» (por ejemplo, «me cuesta sentirme cerca de otras personas») o «hago demasiado» (por ejemplo, «intento complacer demasiado a otras personas»).

Se evaluó la capacidad de los niños para describir sus experiencias de apego de forma coherente y colaborativa y para reflexionar sobre estas experiencias y su impacto en ellos. El equipo también examinó si las madres recordaban el vínculo con sus propias madres para explicar la relación con sus hijos. Así fue.

 

«El modo en que los padres recordaban sus experiencias con sus cuidadores probablemente se ve afectado por su propio funcionamiento interpersonal y puede repercutir en la relación que establecen con sus hijos», apunta Sophie Kerr, primera autora del artículo, que se ha publicado en la revista científica ‘Borderline Personality Disorder and Emotion Dysregulation’.

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