Ayer en El Salvador Ricardo Zúñiga, enviado especial del Departamento de Estado para los temas de América Central, habló de una seria preocupación que existe en su país por el notorio avance que está teniendo China en la región y que se ve mucho más estimulado por las diferencias que hay entre la Casa Blanca y los países del Triángulo Norte por el tema específico de la corrupción como asunto central dentro del análisis de las causas que contribuyen a generar tanta pobreza como para obligar a la gente a emigrar en busca de mejores condiciones de vida.
China viene jugando hace buen tiempo un papel agresivo en su política exterior y dispone de recursos suficientes para ofrecer condiciones muy ventajosas a los países que deciden mantener relaciones con ellos. Financia grandes proyectos de infraestructura y además ofrece condiciones sumamente favorables en financiamientos de gran escala y son ya varios los países que, tras haber mantenido una relación centrada en Taiwán, cambian de posición y se acercan a Pekín, lo cual preocupa a Estados Unidos, tal y como lo expresó ayer Zúñiga.
En Guatemala hay algunos que piensan que China puede servir, cuando menos, como petate del muerto para amenazar a Estados Unidos si el gobierno de Biden pretende apretar en el tema de la corrupción y se sabe que más de un empresario ha dicho que jugar esa baza es conveniente para poner en su lugar al gobierno norteamericano que, según esperan, duraría sólo cuatro años en el poder.
Debe entenderse que con China no se puede hacer un arreglo de cuatro años puesto que si algo tienen es una enorme determinación, paciencia y visión de larguísimo plazo. No trabajan para hoy o mañana, sino pensando en el futuro y por lo tanto quienes creen que pueden jugar con China y usarla como elemento para negociar con Estados Unidos a fin de que dejen de meter su cuchara en el tema de la corrupción están equivocados.
El escenario se plantea, entonces, como que a causa de las objeciones norteamericanas a la forma corrupta y ausencia de gobernanza que caracteriza a los países que generan migración, éstos puedan iniciar una etapa de, al menos, coqueteo con China para enviar mensaje a Washington de que si deciden apretar la mano, hay alternativas que estarían dispuestos a tomar.
Entrar nuevamente al baile de una nueva versión de la Guerra Fría se ve, entonces, como un escenario probable porque es evidente que la insistencia de Washington en el tema de la corrupción será resistida en forma tenaz.