Marco Morales

Marco Morales, Director de Water Co. www.water-co.com Ph.D. en ingeniería hidráulica y medio ambiente, MSc. Gestión y Planificación del Agua (UPV, España), especialista en Water Quality Monitoring (JICA, Japón), Gestión económica de recursos naturales y ambiente (UAH, España), Ing. Agr (USAC, Guatemala) Correo: marcomorales@water-co.com | Whatssapp: +502 33258714

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Marco Morales, Ph.D.,
marcomorales@water-co.com

Guatemala recibe 97,120 millones de metros cúbicos (m3) de agua al año en promedio, según balances hídricos elaborados por Insivumeh (SEGEPLAN, 2006). Esto sucede durante el año hidrológico, que empieza el 1 de mayo de cada año y concluye el 30 de abril del año siguiente (así lo establece la institucionalidad por convención hidrológica).

Toda esa riqueza hídrica proviene principalmente de la lluvia, gracias a que el ciclo hidrológico es especialmente “bondadoso” con nuestro país (¡Sí!, yo sé de los fenómenos hidrometeorológicos extremos; hablaremos de ellos más adelante). Piénselo así: Guatemala se gana todos los años la lotería del agua.

Cuando vea la lluvia, piense en esto. Vale la pena estar agradecidos.

Nuestro país está ubicado en una región que es una potencia hídrica. Tomando como referencia indicadores nacionales de disponibilidad de agua por persona (SG-SICA, 2008), Centro América es similar a Brasil; países prósperos como Estados Unidos, Holanda y Suiza poseen menor capital hídrico por persona. Aquí usted podría decir con toda solvencia aquello de “vivir en Suiza y perderme de esto”.

Para que usted se haga una idea, según la OMS una persona necesita, en condiciones de dotación hídrica óptima, entre 36 y 73 m3 /año; para brindar dicha dotación a los habitantes del país se requeriría entre 544 y 1,088 millones m3 de agua/año (considerando datos del censo 2018 (INE-UNFPA, 2018).

Esto significa que Guatemala, para satisfacer el derecho humano al agua de sus habitantes en condiciones óptimas solo requiere ¡el 1% de la oferta hídrica anual! La cantidad es entre 5 y 10 veces menor (un 0.1%), si la satisfacción hídrica es de tipo básico.

Luego de atender el uso prioritario del agua, el país aún dispondría de más de 96,500 millones m3 de agua/año para otros usos como: el sustento de los ecosistemas y los paisajes, la producción agropecuaria, industrial, hidroeléctrica, minera, la recreación, la entrega de agua al mar (para mantener la línea costera y evitar la intrusión salina).

Desde el cielo, todo bien con el agua. El problema empieza cuando toca el suelo patrio y los flujos y almacenamientos hídricos (los naturales y los artificiales) no responden a un sistema hídrico seguro y sostenible y cuando la corrupción también contamina al agua.

Pensemos un poco, y con honestidad, por favor dígame: ¿Cumple Guatemala su mandato constitucional y la declaración de Naciones Unidas sobre derecho humano al agua y al saneamiento para todos los habitantes? ¿Cuántas veces ha visto usted manifestaciones por falta de agua? ¿Ha leído o escuchado sobre conflictos entre usuarios por problemas hídricos? ¿Cree que todas las personas, instituciones y empresas poseen el agua que necesitan? ¿Está llegando al mar el mínimo de agua todos los meses para el sustento de la vida costera? ¿Usted cree que “no hay agua” en Guatemala? ¿Cuánta gente y quiénes son los que se aprovechan de esta “pobreza artificial del agua”?

Si piensa a menudo en la inseguridad por las calles, debería empezar a pensar también en la “inseguridad hídrica” que vive Guatemala.

Esta columna “El Doctor del Agua”, tiene como fin “definir la problemática y compartir soluciones hídricas”.

Recibo la oportunidad de expresarme y compartir conocimiento en “La Hora”, con la misma alegría y agradecimiento con que el verde de los árboles o el canto renovado de los cenzontles celebran la llegada del agua de mayo.

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