Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“El primer principio de la protesta pública o privada es que no debe estar relacionada con cosa alguna de lo que el que protesta pueda ser responsable.”
P. D. James

Pareciera que el mundo de pronto se nos cae encima, viviendo en plena pandemia, sin la mínima oportunidad a corto plazo de recibir las vacunas, con más que indicios que las cosas no se están haciendo nada bien, probablemente exista demasiada burocracia o corrupción, el tiempo lo dirá, en algo tan importante como lo es la salud pública, reconocida como un derecho humano a nivel mundial, es un crimen de lesa humanidad que esto suceda, con la economía para Juan Pueblo bastante lastimada, recibiendo constantemente noticias de nuevos fallecidos por Covid-19, y no precisamente personal de primera línea, sin distingos, la desesperanza se refleja en los rostros de quienes no reciben un salario de los organismos del Estado.

En ese contexto más que oscuro, llaman a manifestar en contra de las políticas de gobierno, y sorpresa, muy pocos manifestantes se presentan, aunque los medios de comunicación tradicionales por medio de las redes sociales, y en las plataformas digitales, estuvieron recordando que se convocó para una manifestación el sábado recién pasado, el objetivo no se logró ¿Qué sucedió? Si las condiciones estaban dadas para que fuera nutrida la llamada a la plaza, sin embargo no fue así.

Veamos, varios factores inciden en que una convocatoria surta efectos positivos o no, el primero se puede identificar como, la validez del tema que provoca el descontento de la población que sale a exteriorizar su molestia, por el giro que toman las políticas estatales, en este momento histórico es mi opinión que están dadas, derivado de la información confusa que trasladan los encargados de las políticas sanitarías, y de la información proporcionada por los medios de comunicación, contradictorias entre sí, con el agravante que si miramos a nuestro derredor los países vecinos y la comunidad internacional con sus excepciones, han manejado la crisis mucho mejor que nosotros, derivando en muy, pero muy mínimos porcentajes de ciudadanos vacunados, sin mucha esperanza que estos aumenten, con las vacunas ya pagadas, es un buen motivo para exigir una mejor gestión.

Pero, la población en general no se pronunció ¿Por qué? Un elemento importante según mi percepción es que a diferencia del 2015, y la primera manifestación de diciembre, para que una manifestación sea legitima debe ser espontanea, el ciudadano está molesto, decepcionado, y demuestra llanamente su sentir, la convocatoria por lo tanto surge de la ciudadanía en general, que sale a mostrar al gobierno su sentir, en este caso, al involucrarse diferentes organizaciones, se llamen como se llamen, dejó de tener esa naturalidad que solamente la proporciona el sentir popular.

Otro punto importante, es la violencia cultural que demuestran las personas, que no puedo afirmar si son infiltrados o genuinos manifestantes, pero bajo el anonimato que la mascarilla obliga, destruyen lo que encuentran a su paso, esos actos restan la genuinidad de la manifestación porque, al destruir la propiedad privada no se está dañando a las familias dueñas del país, ni a doña Chonita, se está dañando a los comerciantes que al igual que el país entero, con excepción de los que viven de los negocios sucios, están viviendo momentos difíciles, infraviviendo, sería el concepto más apropiado, el comerciante común, está por cerrar su negocio, el sufrir la destrucción de su patrimonio lo desestimula más, y si destruyen el patrimonio público, les dan motivos a los corruptos que sobrevaloran los precios de los contratos del Estado, y los que cobran comisiones, igual perdemos como nación, además con esas actitudes le restan autenticidad al clamor popular.

Otra situación, que desestimula al manifestante natural, estriba en que personajes con intereses personales se involucren, y hagan propias las protestas, cualquiera que estas sean, por ejemplo, el diputado Dávila, sin entrar a descalificarlo o enaltecerlo, por respeto al sentir de la población no debió estar ahí, así como ningún otro político, porque aunque se autodenominen de oposición, la sociedad no los visualiza así, es mi opinión que si la olla está llena de suciedad, y una persona no se quiere ensuciar, debe salir de la olla, mantenerse en ella, legitimando con su presencia el mal hacer de otros, es indirectamente estar con ellos.

Si queremos hacer llegar nuestra voz hasta los confines del gobierno, y que esta sea respetada, esta debe ser legítima, genuina y justificada, el sábado anterior era justificada, pero no genuina y legitima, por lo tanto perdió lo más importante: Ser un clamor popular.

Si queremos que algo cambie, debemos hacerlo diferente.

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