Toda madre merece ser exaltada en este día especial porque todas, desde el momento en que engendran vida, juegan un papel decisivo para sus hijos. Foto La Hora/Christian Gutiérrez

Hoy celebramos el segundo Día de la Madre bajo las restricciones impuestas por la pandemia y millones de hijos tratan de mostrar su agradecimiento a la autora de sus días en una de las celebraciones más extendidas de nuestro medio, en una tradición que perdura a lo largo del tiempo. Comercialmente es una fiesta especial, no sólo porque tratamos de colmar de regalos a las madres, sino porque les queremos brindar atenciones, lo que hace que el 10 de mayo sea, por excelencia, una fiesta para la familia que trata de reunirse alrededor de esa figura tan especial que todos apreciamos en nuestras vidas.

Pero tenemos que entender que el requisito esencial para ser madre es ser mujer y viviendo en una sociedad con tantas expresiones de machismo debiéramos reflexionar sobre la dignidad que muchas veces se niega o, por lo menos, se regatea a las mujeres no obstante los avances que ellas han realizado intentando colocarse en el lugar que les corresponde. No se puede ser madre sin ser mujer y aquel viejo papel de que la mujer es la encargada de traer a los hijos, cuidarlos, educarlos y mantener la casa ha sido rebasado por la realidad actual en la que la mayoría de mujeres-madres trabajan y ayudan en el sostenimiento del hogar.

Si nos quejamos todo el tiempo de que hemos articulado una sociedad que no ofrece oportunidades a sus integrantes, al punto de que éstos tienen que ver en la migración “la única oportunidad”, reflexionemos cuánto más se priva a la mujer de siquiera esa esperanza de alcanzar un futuro mejor. Y mientras más profundizamos en los círculos de la pobreza más angustiosa esa situación para miles de madres, muchas de las cuales literalmente tienen que dejar a sus hijos en manos de otros miembros de sus familias, sea porque emigran también para encontrar el sustento o porque tienen que realizar sus labores en lugares distantes al hogar, lo que apenas les permite pasar unos días, o unas horas, ejerciendo su rol materno.

Toda madre merece ser exaltada en este día especial porque todas, desde el momento en que engendran vida, juegan un papel decisivo para sus hijos. Toda madre es, por esencia y definición, amorosa y esforzada para tratar de ofrecer a sus vástagos la dignidad propia de su condición humana.

Luchar por mejores condiciones de vida es un deber ético y moral, pero mucho más cuando hablamos de la realidad de tantas madres que se angustian de ver cuánto escasean las oportunidades para sus hijos.

Redacción La Hora

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