Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Hace unos días recibí un mensaje de unos empresarios a quienes la corrupción dejó afuera de poder vender sus productos a un mejor precio para el Estado, porque el concurso estaba “arreglado” para que lo ganaran unos allegados.

Nos hacían falta insumos para poder publicar un trabajo periodístico con todo el soporte. ¿Van a decir algo? les pregunté y la respuesta fue que estaban viendo con casa matriz. Nunca volví a saber más del tema.

Alguien que dio positivo en estos días por COVID-19 me dijo, “lo que más bravo me tiene es que a estas alturas del partido ya deberíamos estar vacunados y mire la realidad en la que vamos. A duras penas algunas personas de 70 años”.

Otras personas expresaron su molestia, en redes por supuesto, en torno a las declaraciones y actitudes de Alejandro Giammattei, “Giamanetti” como le dice López Obrador, pero resulta que una vez expresada la frustración, el día a día los ocupa. Se topa, se desahoga, se agarra aire y corre y va de nuevo.

Yo sé que ejercer ciudadanía no es fácil. De eso no se come, pero yo me pregunto si esa incapacidad que hemos tenido de conjugar el rol en la familia y en el trabajo con un mejor ejercicio ciudadano, no nos termina haciendo víctimas vitalicias de las frustraciones que nos aquejan.

Antes de la pandemia, algunos tenían la excusa de querer poner todo en el plano ideológico y con eso intentaban justificar: muchas cosas no me gustan, pero con tal que los del otro bando ideológico no consigan sus cosas, eso me ayuda con mis frustraciones, decían algunos.

Pero vino la pandemia, el sistema quedó expuesto y Giammattei, el Congreso y demás aliados hicieron lo propio para recordar que esto no es de ideologías si no de falta de voluntad y de un pobre compromiso por hacer las cosas bien, tomar decisiones pensando en la gente y no en las mafias con las que se pacta para llegar y para “ejercer” el poder.

Hay descontento por la falta de vacunación, hay frustración por la ausencia de escuelas y colegios abiertos, hay molestia porque los negocios sucios con el dinero de la gente siguen viento en popa, hay frustración porque la gente sigue siendo el principal producto de exportación y las remesas el mejor ingreso de dólares que tiene el país, gracias al esfuerzo de quienes se van en busca de futuro.

Al empresario honrado le cuesta, al comunitario que busca las formas de trabajar en conjunto y en el marco de ley también, así como al ciudadano común y corriente que todos los días se levanta a trabajar, a producir para llevar “pan honrado” a su casa.

Entonces, entonces, el tema es que si ya no queremos seguir acumulando frustraciones que “borramos” en un rato con el desahogo, debemos probar una fórmula diferente que pase por salir de las redes para ser más activos, empezando a generar pequeños grupos que sean capaces de hacerse sentir en conjunto.

Carecemos de articuladores, de centros de convergencia o de partidos políticos que puedan acoger las ideas, los deseos y hasta las frustraciones de la gente, pero así como se emprende en los negocios debemos emprender en el ejercicio ciudadano y empezar a hablar más del tema con los amigos, buscar otros grupos que estén con la misma intención, miembros de otras comunidades y de otros departamentos. Eso se vuelve indispensable para no parecer “hamsters” dando vueltas en ruedas con nuestras frustraciones.

Siempre está la opción de no hacer nada, pero entonces, no se queje cuando “Giamanetti” diga que somos un éxito, que no hay necesidad de vacuna porque tenemos ivermectina, cuando Consuelo Porras diga que es mujer de derecho y fe y porque sea Joviel quien diga cuándo se abren las escuelas.

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