El presidente salvadoreño Nayib Bukele aprovechó la mayoría absoluta que le dio el pueblo salvadoreño en las urnas para tener suficientes diputados como para tomar ese tipo de decisiones. Foto La Hora/AP

La noticia del fin de semana fue la decisión de la nueva Asamblea Legislativa de El Salvador, instalada en ese mismo momento, de remover a la Cámara Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (similar a nuestra Corte de Constitucionalidad) y al Fiscal General bajo el argumento de que responden a intereses políticos. Obviamente es un manotazo contra la Justicia para evitar el sistema de independencia de poderes que genera pesos y contrapesos propios de cualquier democracia. Sin Justicia independiente y honesta no puede haber democracia porque el elemento fundamental para que funcione efectivamente un modelo democrático es lo que los sajones llaman “Rule of Law”, es decir el absoluto imperio de la ley.

Bukele aprovechó la mayoría absoluta que le dio el pueblo salvadoreño en las urnas para tener suficientes diputados como para tomar ese tipo de decisiones y ya sabemos que en materia legal hay vericuetos que pueden usarse para justificar abusos. Por supuesto que un sistema de justicia cooptado por otros poderes, fácticos o legales, es propio de las dictaduras que pueden ser personales, como se pinta la del presidente salvadoreño, o de poderosos sectores que se alían para destruir el Estado de Derecho y escoger jueces comprometidos con ellos y con la impunidad que necesitan para cometer sus abusos.

Hay abundantes razones para que el caso salvadoreño cause preocupación porque evidentemente es un golpe contra esa democracia que no puede existir si hay tribunales seleccionados para apañar o proteger a determinada figura o a determinado grupo. El Salvador puede decir que es un problema interno, que la comunidad internacional no tiene nada que ver ni decir en el asunto, pero la verdad es que la supervivencia de la democracia es fundamental para la convivencia pacífica y para que se pueda promover el desarrollo de los pueblos. Las dictaduras dan poder absoluto y todos sabemos que ello siempre abre las puertas para la corrupción absoluta porque los tiranos pueden terminar haciendo lo que les viene en gana, sin ningún freno ni posibilidad de que se puedan impedir sus abusos porque no hay mecanismos de control, no digamos de rendición de cuentas.

Lejos están aquellos tiempos en los que se suponía que para preservar el orden en países latinoamericanos Estados Unidos necesitaba tener a sus dictadores, (nuestros hijos de P… llegó a decir Roosevelt). Hoy se entiende que la democracia es pieza clave y quienes atentan contra ella, sea ganando elecciones con populismo o haciendo pactos sucios para el control de los tres poderes del Estado, están afectando a millones que tendrán que emigrar.

Redacción La Hora

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