La caricatura de hoy en Prensa Libre encaja perfectamente en aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Fo dibujó magistralmente al presidente Giammattei promocionando el uso de Ivermectina ante la incapacidad para conseguir vacunas, mientras sus dos especiales personajes comentan que con razón mejor se hizo político. Y es que se ha vuelto viral, en Guatemala y el mundo, la afirmación del doctor, graduado de médico y cirujano aunque nunca haya ejercido, Alejandro Giammattei, quien aprovechó su presencia en la Cumbre Iberoamericana para soltar a los cuatro vientos su receta gratuita diciendo: “Le pongo un ejemplo: la Ivermectina, que sustituye por mucho a la vacuna si se toma preventivamente. Dos pastillas de seis miligramos, valga la receta gratis, dos diarias por dos días, cada tres semanas, provoca por alguna razón que presente más dificultad el virus para penetrar en la célula. Eso hace que sea más leve el contagio”.
De hecho no hay ningún estudio que confirme la tesis de Giammattei y las reacciones de la comunidad científica son como las de Fo. El doctor Edwin Asturias, quien dirigió la Comisión Presidencial contra el Covid en Guatemala, publicó un mensaje en sus redes sociales contradiciendo la afirmación del Presidente, afirmando que no hay evidencia científica alguna que respalde lo dicho con total desparpajo en España por su “colega”, justamente cuando en nuestro país la única certeza que hay respecto a la vacuna es que no tenemos disponibilidad para atender a la población.
Se han citado estudios de la Organización Mundial de la Salud y de la Administración de Drogas en Estados Unidos, en los que se hace la recomendación de NO usar la Ivermectina como tratamiento para el Covid. Pero no existe ningún estudio, por supuesto, que compare a ese medicamento con las vacunas. Cualquier médico sabe perfectamente diferenciar entre lo que es una vacuna y un medicamento que, en todo caso, puede mitigar los efectos de una dolencia. La primera ofrece inmunidad que se mide en porcentajes de eficacia, cosa que no puede ofrecer ningún medicamento que no esté basado en la generación de anticuerpos.
Obviamente quien habló desde Andorra del uso de la Ivermectina como sustituto de la vacuna, por mucho, no era un médico dando recetas gratis sino un político de cabo a rabo. Un político que se siente frustrado, con razón, porque no ha logrado adquirir suficiente dotación de vacunas para inmunizar a la población en su país y que para hacer bien lo que mejor hacen los políticos, que es taparle el ojo al macho, se saca de la manga una afirmación que no tiene ningún respaldo científico. De milagro no repitió la receta de su colega Trump, recomendando que se bebiera cloro para matar al virus, receta que paró el pelo hasta a los lambiscones de los CDC que dejaron tirado el concepto de la ciencia para permitir las idioteces que proponía el entonces Presidente de Estados Unidos.
Tiene razón el Presidente en las críticas a COVAX porque resultó ser una verdadera porquería que pone en riesgo a la humanidad, porque mientras no haya inmunización masiva en todo el mundo, el virus seguirá presente, mutando y matando gente, problema que ahora estaría resuelto con la receta mágica de Giammattei.