En las últimas 24 horas el Ministerio de Salud confirmó 1,274 casos de coronavirus en el territorio nacional. Foto: La Hora/María Jossé España.

Aún en los países en los que se ha podido tener algún avance con la vacunación, las autoridades están viéndose obligadas a volver a tomar medidas de control ante las consecuencias del relajamiento que se produce sin duda por el cansancio que provoca más de un año de vivir con limitaciones como resultado de una pandemia. Y por ello creemos que es deber nuestro, como medio de información que por necesidad tiene que ir repasando las condiciones imperantes en el mundo, insistir en la necesidad de mantener las prevenciones que se han probado eficientes y de sencilla ejecución, especialmente en estos días cuando es obvio que se produce una gran movilización de personas y los riesgos de contagio se multiplican.

Debemos en entender los niveles de cansancio que hay y también hay que tomar en cuenta esa especie de “cultura” que existe en nuestra sociedad, donde mucha gente disfruta violando las más elementales normas y aún las más complejas disposiciones legales porque desde pequeños aprendemos a que el que prefiere cumplir y no rebasa donde está prohibido, llegará más tarde que todos aquellos a los que les vale madre la señal de advertencia, ejemplo sencillo pero que podemos extrapolar a muchas situaciones de la vida, desde el niño que copia en clase y luego hasta presume de su “astucia”, hasta el proveedor que vende pruebas falsas de Covid-19 y goza tranquilamente de su “ganancia” porque no sólo hizo pisto sino que fue protegido hasta por el Presidente y, por supuesto, la Fiscalía.

Pero en esto hay mucho en juego, incluyendo la vida, porque una saturación del sistema hospitalario es posible si la Semana Santa se traduce en repunte de los casos y puede ser mucha la gente que muera. Por supuesto que un día de playa es agradable e invitador, pero si la consecuencia será un contagio que haga que se propague más la pandemia, desde luego no vale la pena. Sobre todo si el remedio es tan sencillo como usar mascarilla y guardar distanciamiento social.

A diferencia de otros países no estamos, desafortunadamente, ni remotamente aproximados a la inmunidad de rebaño porque no hay vacunas y vamos en la mera cola para adquirirlas, por lo que gracias a la actitud y descuido de nuestras autoridades deberá pasar más tiempo sometidos a ese riguroso procedimiento de autocontrol si queremos evitar la enfermedad que, mundialmente, se propaga exponencialmente en las fechas cuando más gente se reúne e intercambia socialmente sin cuidarse lo suficiente. Vivamos una tranquila Semana Santa protegiéndonos del peligroso virus.

Redacción La Hora

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