Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

El problema de Guatemala, que a su vez genera tanta migración, está concentrado en el sistema que por años con acciones y omisiones de los ciudadanos se fue fortaleciendo de tal manera que le es más fácil operar, vivir y desarrollarse al que no desea actuar bajo las reglas, que a aquel que desea cumplir con lo que debe.

Esto aplica en todos los niveles y estratos sociales. Claro está que los que operan en el bajo mundo saben que sus acciones “pueden” tener consecuencias, pero le apuestan a la norma no escrita que sus actos quedarán en la impunidad.

Quien es parte de una mara, quizá ingresa más dinero que el trabajador formal promedio, quien se dedica a traficar, quizá gana más que el emprendedor/empresario mediano y el que de cualquier tamaño, pero en especial de los grandes, que no juegan al tenor de las reglas y obtienen sus accesos sin cumplir con lo que deben, sacándole ventaja al resto.

En la mayoría de los grupos sociales hay un entendimiento en el problema que representa este sistema, de los efectos que genera, de la brecha que amplía y de la incapacidad que provoca para atender e invertir en la gente. Se entiende que es el sistema, pero cuesta que haya acuerdos en torno a la ruta para adelante.

Y en torno al sector empresarial, estoy empezando a ver un mayor entendimiento de muchos en relación a que el sistema está siendo un enorme problema. Empiezan a ver golpeados sus bolsillos porque los actores del momento acaparan todo, porque lo que debería salir en 2 años con un sistema que funcione se tarda en 8 y porque los proyectos que deben transformar Guatemala deben ir al centro nacional de la Extorsión y el Chantaje: el Congreso.

No avanzan proyectos que deberían proveer, de forma casi inmediata, los trabajos que nuestros migrantes están llegando a hacer a Estados Unidos, ligados a la construcción y servicios relacionados a restaurantes, hoteles y en el campo agrícola.

Sabiendo que está existiendo una mayor noción y conciencia en torno a los vicios del sistema y en especial, en función de quienes son a los que les interesa más sostener lo insostenible, este es el momento en el que debemos redoblar esfuerzos para encontrar las rutas que nos permitan aterrizar los mínimos.

Nadie pretende que todos se lleven bien con todos y que las diferencias (unas más profundas que otras) queden plenamente solventadas, pero sí se requiere que exista la voluntad para intentar construir desde los puntos en los que si hay acuerdos: el sistema está mal, necesita ajustes y los primeros puntos que nos pueden hacer sentir que el camino rinde sus frutos.

Cada quien tiene sus creencias y está bien, pero aquí debemos partir desde los principios: el que luche, el que actúe bajo las normas y el que quiere superarse o seguir creciendo, debe tener un chance en este país y para ello lo que necesitamos en este proceso es que se actúe con decencia, honradez y transparencia.

No puede ni debe haber dobles agendas porque eso es lo que ha matado, en parte, la confianza ciudadana.

Sí debe haber mucha determinación porque el mar se pondrá más picado si los que usan el sistema se dan cuenta que, poco a poco, somos capaces de ir tejiendo los acuerdos que nos marquen el nuevo rumbo.

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