Diversas reacciones generó el presidente, Alejandro Giammattei, tras su mensaje. Foto La Hora/Presidencia/archivo

El clamor ha sido apabullante. Las redes sociales explotaron luego del mensaje de Alejandro Giammattei pidiendo “centavitos” de los ahorrantes para atacar la desnutrición que su gobierno ha mantenido en el olvido. Y el resumen es lapidario, porque es unánime la exigencia de que lo primero que tienen que hacer es dejar de robar, enumerando una enorme e inagotable lista de los casos conocidos en los que se dilapida el dinero del pueblo, dinero que tendría que ir a atender a los que están abandonados por un sistema que perdió su sentido porque, tristemente, convirtieron al Estado en la puritísima cueva de Ali Babá.

El guatemalteco es y ha sido solidario siempre y hay abundantes pasajes históricos que lo muestran. Pero el problema de la desnutrición es un tema estructural producto del abandono estatal a sus obligaciones de previsión social. Hace muchos años que la mitad de nuestros niños nacen, crecen y viven marcados por la desnutrición que les afecta para siempre con rezagos no sólo en el desarrollo físico sino en toda una gama de aspectos. Y la comunidad internacional ha reparado en el tema y propuesto planes de ayuda que nunca prosperan porque la contraparte, las autoridades guatemaltecas, no están pensando en eso más que a la hora de hacer demagógicos discursos que se escuchan no sólo desde la Presidencia sino muchas veces desde un Congreso que también es cómplice porque ha sido incapaz de asignar los recursos suficientes para atender el problema.

Mientras se despachan con la cuchara grande, no sólo viviendo a cuerpo de rey con el presupuesto de la SAAS que iba a desaparecer según la oferta de campaña, sino sobre todo acumulando maletas tan infladas de billetes como las que fueron localizadas en la Antigua y que corresponden apenas a uno de los ladrones del gobierno pasado, le piden al ciudadano que done “centavitos” para asistir a la gente más necesitada.

Mientras el Ministerio Público siga siendo el cómplice número uno de los corruptos, enterrando o entreteniendo ad eternum los casos de corrupción y los de crímenes cometidos para cooptar al sistema de justicia, por supuesto que no habrá forma de frenar el saqueo que no sólo no permite atender a los desnutridos sino que tampoco deja ni dinero ni tiempo para comprar vacunas suficientes para atender a nadie más que los que pellizcaron alguna de las dosis donadas.

¡Dejen de Robar! Esa es la única receta que hay para que el país cambie y nuestra gente pueda encontrar aquí las oportunidades que ustedes les roban.

Redacción La Hora

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