Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Cualquiera que ha seguido de cerca el comportamiento de las pruebas de COVID-19 se podrá dar cuenta que la gran mayoría de estas se centraron en la capital y que en el resto de departamentos las cantidades no fueron masivas.
Y así como tuvimos problemas para que la población del Interior se hiciera las pruebas con facilidad, lo mismo nos pasará con la vacunación de nuestra gente (cuando haya vacuna accesible) y eso genera una enorme preocupación.
Se ha empezado a generar un debate en torno a si algún(os) privado(s) (cuando consiga que alguien le venda y se haga el registro correspondiente) pueda(n) empezar a vender la vacuna y la discusión es más que lógica dadas las carencias probadas del sistema.
Endilgar esas carencias (que se construyeron por años) exclusivamente sobre los hombros de las actuales autoridades, sería injusto pero si es justo decir que las autoridades necesitan redoblar esfuerzos para que la gente recobre el mínimo de confianza ya que si no lo hacemos, la salida de esta pandemia se puede poner más complicada.
Independientemente de si habrá venta privada de vacuna, creo que Salud debe comisionar a hospitales privados para que apliquen las dosis que les sean administradas, porque en muchos casos el hospital privado tendrá más capacidad de ejecución e intentará mantener su reputación en quienes les confían algo tan sagrado como la salud.
Pero hay un tema que los guatemaltecos debemos discutir y resolver y radica en cómo llegaremos a la población rural. Esa que quizá no confía en el puesto de salud y quizá vive abstraído del sistema hospitalario del país, ciudadano que es presa fácil de depredadores que con tranquilidad puedan cambiar la vacuna por agua para luego vender la que sí es vacuna.
Al explorar la posibilidad de pagar la vacuna, no debemos olvidar que el Gobierno ya tiene para gastar Q1,500 millones y por eso es que no podemos solo darles un cheque en blanco, porque si no ya sabemos en qué parará ese dinero mientras a la gente, en especial la más necesitada, se la lleva la tristeza.
Urge tomar cartas en el asunto para retomar la confianza, en especial cuando vivimos en un sistema al que estamos regresando a la época en que, como dijo un fiscal de la fiscalía contra la corrupción: “Acá pueden pasar dos cosas. O llegamos y se emite orden de captura porque acá hay irregularidades o me llaman y me piden que el caso no avance”.
Se trata del caso de Construdam en el que cualquier Fiscal General verdaderamente comprometido hubiera pedido que indaguen más, pero no es el caso de Consuelo. Tras lo dicho por el fiscal a unos pobladores y tras ver que el caso no avanzó, es fácil deducir que doña Consuelo no quería causar ningún Desconsuelo a algunos diputados del partido que estaba en el poder cuando fue electa, el FCN Nación.
Si se llegan a documentar todos los casos que Consuelo ha dejado en nada, a pesar que “cambió el modelo de gestión y todo iba a ser “más rápido””, se le terminará de caer el velo a doña Consuelo y ya no podrá seguir con sus mentiras que se revisten con un lenguaje legal técnico, con que es una mujer de derecho y una mujer “entregada” a la fe.
Sin duda alguna le tiene fe a que Alejandro Giammattei la reelija y por eso no le está importando ponerse en más evidencia.
Porras ha podido “vender humo” por muchos años, pero no le alcanzará para siempre. Tener a Consuelo no ayuda a mandar mensajes correctos con el afán de que la gente actúe dentro de la ley y eso a su vez permita generar una confianza que tanto necesitamos en un proceso tan clave como la vacunación misma.