Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“Facebook es ya el tercer país más grande del mundo, si consideramos su población, por lo que es capaz de mover más información que cualquier gobierno.”
Mark Zuckerberg
Gutenberg por el año 1440, inventó la imprenta, hecho que en su momento revolucionó las comunicaciones en general, invención que sustituyó a los escribanos quienes copiaban a mano los diferentes escritos, y que por lo mismo tenían poca difusión, con la imprenta, los textos se pudieron masificar, si así se le puede llamar a lo que vino después.
No es hasta inicios de 1600 que surge el primer periódico, llamado “Colección de todas las noticias distinguidas”. Muchos años después George Orwell, escribió su famosa novela 1984, en ese momento no se imaginó, que su ficción iba a ser inferior a la realidad, que más de setenta años después viviría la humanidad al completo, actualmente vivimos ante un nuevo imperio que no es la comunicación como tradicionalmente la conocimos, este nuevo imperio no reconoce estrato social, económico, político o terráqueo, ha invadido la vida de la humanidad en general, destapando desde su quehacer diario hasta su intimidad, sin que exista forma alguna de ocultar algo de su ojo avizor, incluso los hechos menos importantes.
Recuerdo que hace un tiempo leí la columna de Raúl de la Horra, quien comentaba que no tenía cuenta de Facebook, y que su sobrina palabras más, palabras menos, le explicaba que quien no tenía Facebook no existía, recuerdo que yo no tenía, y me surgió cierta duda existencial, pero no me interesaba, sin embargo, después de un suceso dramático en mi vida, tuve, si, tuve que abrir una cuenta y fui parte de la nueva forma de ser esclavos, de lo que somos o dejamos de ser.
Las redes sociales vinieron para quedarse, pueden ser analizadas desde la perspectiva de una forma de comunicación, o de saber algo de los seres queridos, pero eso es lo menos, estos medios de comunicación masiva, desnudan la vida de la persona, quien la pone a disposición de quien la quiera ver, y la quiera utilizar, más aún como efecto de la pandemia, nuestra intimidad quedó al descubierto de quienes se deben comunicar con nosotros, ya sea producto del estudio, trabajo o cualquier otra necesidad u obligación.
Pero no solamente quedó al descubierto nuestra vida privada, también nuestros actos, decisiones y acciones, las que no solamente, se han convertido en públicas, también pueden ser utilizadas por quien quiera y como quiera, en contra de nuestros deseos o disposiciones.
Sin entrar al fondo de la decisión que tomó en su momento el CSU, para designar a sus representantes ante la CC, lo que me llamó poderosamente la atención, y que me motivó para escribir el presente, fue la reflexión que realizó uno de los Consejeros, cuando les manifestó a los demás que no permitieran que les inquietaran las redes sociales, al tomar su decisión, esa declaración remarcó la incidencia que puede tener en una deliberación lo que digan quienes saben, o no saben nada de lo que sucede, y que se arrogan la potestad de ser jueces y ejecutores.
En estos últimos días, han surgido como por arte de magia, politicólogos, sociólogos, economistas, juristas (No abogados) médicos, analistas, que con suma facilidad realizan públicamente juicios sumarios, sin derecho de defensa, presentan pruebas, las analizan, condenan y ejecutan la condena, se valen de cualquier información o desinformación para asegurar lo que les convenga de cualquier persona o momento.
Cuando Orwell escribió su obra, no imaginó que la realidad sería increíblemente más incisiva de lo que su imaginación creo, esa novela es una broma comparada con la forma en que hoy vivimos, no es un ojo el que nos vigila constantemente, son millones o trillones de pares de ojos, los que están al acecho de nuestra acciones u omisiones, a diferencia de la novela, en esta realidad nuestra leen nuestra mente e interpretan nuestros actos.
Orwell escribió “Ya de joven me había fijado en que ningún periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían ninguna relación con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente.”
No sabía que algunos años más tarde, la humanidad entera, contaría los hechos como un “Gran Hermano” les indicara, y que nunca sabrían ni un pequeño atisbo de cuál es la verdad, porque no les interesaría.
El nuevo imperio que domina a la humanidad se llama Redes Sociales, y no tiene límite alguno para infortunio de la sociedad, que no conocerá la libertad nunca más.