El deterioro que hemos visto acelerado bajo los dos últimos gobiernos hace que hoy mucha gente reconozca que el problema es más serio de lo que parece en la superficie porque se trata de algo sistémico que afecta el funcionamiento de nuestro modelo político, de administración de justicia y, en general, a toda la administración pública y a la sociedad. Hoy estamos enfrentando el problema de la integración de las Cortes y hasta quienes se opusieron rotundamente a la reforma en el 2016, cuando tras el caso de las Comisiones Paralelas se vio la necesidad de modificar el método basado en prostituidas Comisiones de Postulación, usando el tema del derecho indígena como pretexto para justificar la continuidad de un modelo insostenible, ahora hablan ya de la raíz del mal y de la necesidad de cambios profundos.
Debemos entender la forma en que se ha ido pudriendo nuestro sistema democrático en el que el gran elector es, ha sido y será el gran financista, de esa élite compuesta por los que tienen abundante pisto, empresarios y narcos, que se dan el lujo de colocar no sólo al Presidente que quieren y les conviene, sino a sus diputados y sus alcaldes y lo harán más fácilmente con las reformas que propone el TSE. Si a ello sumamos que pueden poner a esa autoridad electoral y a todos los magistrados del sistema de justicia, más al titular de la Contraloría de Cuentas y del Ministerio Público, entenderemos cuán contaminado está todo nuestro sistema y la profunda y real necesidad de entrarle a cambios sistémicos, como dicen.
Obviamente entender la raíz del problema es esencial para intentar su solución porque mientras no se había entendido que el clavo no está sólo en la elección de magistrados sino en cómo se pervirtió todo un régimen constitucional elaborado con buenas intenciones, pero aprovechado por los mafiosos para torcerlo a su favor, aprovechando la indiferencia de la gente, no había siquiera chance de abordar la cuestión con seriedad. Puede haber muchas propuestas para ofrecer soluciones y sería sano un debate nacional para buscar los acuerdos, pero lamentablemente estamos contra el tiempo porque cada día que pasa se acrecienta el poder y la influencia de las mafias corruptas para incrementar su control de un sistema que les cae como anillo al dedo. Y mientras los que sabemos dónde está el mal nos enfrascamos discutiendo si son galgos o podencos, los otros avanzan velozmente para lograr su objetivo.
2016 nos ofreció la oportunidad de debatir la reforma al sector justicia y aunque la propuesta no fuera perfecta debió ser el punto de partida para un sano debate nacional. Pero ya empezaba a surtir efecto la tesis de la polarización que lanzaron los asesores de Jimmy Morales para entrampar la lucha contra la corrupción y eso se trajo todo al pico.
Aquí pierden los honestos de la derecha y los honestos de la izquierda porque estamos entregando el país a las peores mafias donde hay pícaros que usan esa izquierda y esa derecha para su propio beneficio. Y es que en un sistema podrido solo ganan los corruptos y pierde el resto de la gente.