Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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La semana pasada fue realmente crucial para el gobierno de Joe Biden en Estados Unidos porque su paquete de ayuda para quienes se han visto afectados por el Covid parecía estancado en el Senado donde un senador demócrata formuló cuestionamientos durante horas que pusieron en duda la aprobación de ese conjunto de disposiciones que fueron parte esencial de la campaña que triunfó, en buena medida, por el enfoque diferente que dio a la pandemia, sus graves consecuencias y el manejo de la crisis.

Se ha hablado mucho de la capacidad negociadora de Biden para tender puentes en busca de acuerdos pero en las condiciones actuales la confrontación tan radical heredada del trumpismo impide ese tipo de acercamientos y cualquier disidencia en uno u otro partido puede ser fatal, pero sobre todo para un paquete como el que con tanta dificultad se había armado para aliviar la situación de gente desempleada por la crisis generada por la pandemia.

Se ha dicho que el Presidente dedicó mucho de su tiempo en esa semana a tratar de armonizar criterios de manera que no fracasara el plan, como estaba sucediendo. Las diferencias entre demócratas eran las naturales en un país donde existe el libre juego de ideas y coexisten tanto algunos muy liberales con otros de pensamiento más conservador.

Y por ello es que no deja de sorprender que Joe Biden pusiera en pausa ese esfuerzo desesperado por salvar su plan de ayuda por el Covid-19 para tomar el teléfono en una llamada al Presidente de un país centroamericano cuya situación preocupa a Estados Unidos por los temas de la mayor incidencia del crimen organizado y la corrupción que, conjuntamente, vuelven explosivo el fenómeno migratorio.

Entender el entorno político de los días en que Biden llamó a Giammattei permite entender en realidad el nivel de preocupación que existe respecto al rumbo que llevamos como país. Y si a ello agregamos lo que dijeron a empresarios guatemaltecos dos panelistas muy influyentes en Washington al analizar el tema “Integración de las Cortes en Guatemala: un eje geopolítico de la seguridad nacional”, organizado por la Cámara de Alimentos y Bebidas, la Cámara de Periodismo, la Asociación de Amigos del País y el Movimiento Cívico Nacional, todos de la misma tendencia, veremos cuánta es la preocupación.

Eric Olson, de la Fundación Internacional de Seattle y Eddy Acevedo, del Instituto McCain para el Liderazgo Internacional son dos personas con muchos contactos republicanos y demócratas en Washington y, como debe haber hecho Biden, dejaron posiciones muy claras sobre por qué les preocupa Guatemala.

Lástima que los interlocutores no los entiendan.

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