Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

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Sandra Xinico Batz
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Hoy inician las celebraciones del bicentenario de la independencia en Guatemala, esta inauguración se realizará en la ciudad kaqchikel de Iximche’, según el gobierno se han planificado 200 días de celebración a nivel nacional, que culminará el 15 de septiembre, se espera que en cada departamento sea construido un parque bicentenario y se pretendía realizar una nueva versión del himno nacional, una que tendría un ritmo más rápido según mencionó el Ministro de Cultura y Deportes Felipe Aguilar, que en sus palabras le daría “un poco más de emoción”, también indicó que el eje central del bicentenario eran tres mil años de riqueza cultural “para concluir que la cultura es un modelo desarrollo económico”. Un día después de haber anunciado que habría una nueva versión del himno, el Ministerio de cultura se retractó, debido a la polémica que esto causó.

Esto refleja muy bien el tipo de nación que es Guatemala, una nación forjada desde el racismo y la dominación, una patria que institucionaliza el olvido para no recordar como es que este país se construyó sobre la destrucción provocada a nuestras culturas; que es muy simbólico que el bicentenario de la patria criolla, que lo que menos es hasta hoy es independiente, se celebre en una ciudad que fue quemada más de una vez por los invasores españoles dirigidos por uno de los “conquistadores” más violento y sangriento como lo fue Pedro de Alvarado, quien fundó el 27 de julio de 1524 la primera capital española en este nuestro territorio, con la intención de doblegar a nuestras ancestras y nuestros ancestros kaqchikel que se habían revelado y sublevado, quienes pasaron años entre montañas y bosques resistiendo ante la crueldad y los hostigamientos de los colonizadores.

Alvarado arrasó la ciudad, esclavizó a quienes allí vivían y les obligó a tributar. La historia del pueblo kaqchikel sigue siendo narrada desde la historia oficial como una traición, como el pueblo que se alió al enemigo para destruir a los otros pueblos, recargado sobre este la responsabilidad de la destrucción y devastación provocada por los invasores; todo eso no solo no permite comprender las complejidades políticas del momento y las previas a la llegada de los españoles, sino que además intencionadamente hace a un lado que el pueblo kaqchikel dio batalla y se levantó en contra de los verdaderos traidores: los españoles. Que el hecho de que en nuestra ciudad kaqchikel se impusiera una capital española tenía implicaciones ideológicas de control que buscaban el sometimiento, que esto no ha cambiado mucho hasta hoy, porque se nos impone una patria racista y misógina que ha buscado exterminarnos.

Quisieron imponernos la vergüenza a nuestro pueblo kaqchikel, la vergüenza de la traición, por esto la historia también es un territorio en disputa, porque ni su nación, ni sus símbolos patrios, ni su himno nos pertenecen a las y los mayas, al contrario, esta patria colonial nos desprecia, nos aborrece, como Pedro de Alvarado aborrecía a quienes se le revelaron.

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