Napoleón Barrientos

napo10211@gmail.com

Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

post author

David Barrientos

Sin duda el deterioro y/o pérdida de los valores humanos y sociales como: el respeto, el amor, la justicia, la libertad, entre otros; ahora son más que evidentes en los conglomerados sociales; y como resultado de esto, vemos groserías y aberraciones de seres humanos contra seres humanos. Una convivencia social armoniosa, depende de nuestra forma de actuar individual hacia los demás, no albergar criterios comunes para la vida en sociedad solo produce incompatibilidades y al no poder resolver tales diferencias se produce violencia de diferente naturaleza, así las conductas sociales aceptadas por diferentes agendas globales, ideológicas, religiosas de la época empiezan a tener sus efectos sobre los seres humanos.

Resulta poco acertado, que en la actualidad se culpe a las fuerzas de seguridad por el incremento de los abusos contra las mujeres y los niños, cuando esas conductas son responsabilidad individual y del entorno más cercano como la familia, la escuela, la religión y el entorno laboral. Es correcto que el Estado se organiza para la protección y el respeto de las personas, pero este está constituido por diferentes órganos y cada uno de ellos tiene diferentes funciones y facultades; en consecuencia, la respuesta estatal debe ser integral; así también la responsabilidad es definitivamente compartida y aun podemos con certeza ir más allá, la sociedad en su conjunto tiene responsabilidad en el irrespeto al que se están exponiendo seres humanos vulnerables. Descargar señalamientos contra agentes del orden denota poco interés de la sociedad para atender esta problemática; si entendemos que la responsabilidad es compartida, el señalamiento debe ser compartido.

En consecuencia, la pérdida de valores humanos y sociales, las fallas en el sistema educativo, las agendas globales, las débiles políticas y estrategias de seguridad, las desigualdades económicas, la corrupción, el tráfico de drogas, la desintegración familiar, la delincuencia organizada, entre otros; son un ambiente favorable que amalgama factores para que la inseguridad se difunda y genere un círculo vicioso que en algún momento tendrá que romperse; por lo tanto, hay que tomar en cuenta que las fallas que existen, no son precisamente responsabilidad exclusiva de policías, fiscales y mucho menos de soldados.

La complejidad del problema de la inseguridad ciudadana incluye una serie de temas que no son responsabilidad policial; existe todo un andamiaje y estructura social que debe abordarse desde la perspectiva antropocéntrica no solo como fin último, sino como principal promotor de una convivencia social que requiere la participación integral en la región. Sin duda que el análisis de este fenómeno social también requiere de la participación de todos. Es de tal importancia que dejar solo en la autoridad responsable de la seguridad ciudadana es totalmente inadmisible, como tan inadmisible es pretender que una política de seguridad sea un instrumento de tanta duración en un mundo tan dinámico. Las soluciones entonces dependen del análisis y participación multidisciplinaria. Lo cierto es que, si dejamos la crítica destructiva y nos ponemos todos a trabajar por un tema de tal importancia, seguro tendremos una región que privilegie la convivencia pacífica.

Artículo anteriorRepetición de Efemérides
Artículo siguiente¡Ah, la vacuna! (1 de 2)