Sergio Penagos
José Roberto Cea
En este paisito nos tocó y no me corro
En la zona tropical de América existe un pequeño y montañoso país que, recostado en el Ande soberbio y bañado por dos mares de ruido sonoro, posee una rica y diversa fauna, en la cual, los murciélagos (Mammalia Chiroptera) constituyen el grupo más diverso y numeroso de mamíferos que lo habitan. De las 110 especies identificadas sólo dos de ellas son vampiros, murciélagos chupadores de sangre humana y animal. Estos depredadores, durante el día permanecen en espacios lúgubres y poco accesibles, produciendo enormes cantidades de estiércol apestoso y contaminante. Al anochecer salen en cuadrilla para atacar, con ventaja, premeditación y alevosía, a sus víctimas.
En este hermoso país, la población humana ocupa dos espacios claramente delimitados, en la parte alta, llamada la colina, cuyo acceso es restringido, se ubica la famosa y poderosa; Ciudad Amurallada Corrupta Impune y Falaz, donde vive menos del 2% de la población, que posee más del 98% de los bienes y propiedades, de lo que consideran su finca. En el valle, los humanos que lo habitan se debaten entre la desnutrición, los fenómenos climáticos y los abusos de sus gobernantes. Aquí, la gente no vive, vegeta en condiciones deplorables: sin hospitales, carreteras, escuelas y con alto grado de desnutrición. Los de la colina los consideran, un mal necesario, al que hay que soportar, porque son los que trabajan y producen lo que ellos consumen. Pero, es necesario reducirlos al orden.
Los poderosos habitantes de la colina saben que: en país corrupto, el corruptor es rey, y, en su afán de acaparar todo el poder, han descubierto y domesticado una rara especie de vampiros cuasi humanos (Mammalia Corruptera), una verdadera plaga no voladora, hematófaga y terriblemente agresiva, a los que mantienen durante el día en la tenebrosa oscuridad de su gruta, comiendo, bebiendo, mamando de la teta del Estado y produciendo excremento altamente contaminante.
En esta plaga abundan los mediocres, los sin cerebro, las vampiresas promiscuas, los oportunistas y los narco vampiros, conformando una mayoría venal y servil que, con presteza, levanta el ala para aprobar asuntos de urgencia nacional, o mociones privilegiadas, sin tener idea de lo que se trata; siempre que sea de noche y con prisas, para cumplir las órdenes de sus domesticadores.
Los murciélagos son transportadores de virus, los que pueden esparcir a cientos o miles de kilómetros de su lugar de procedencia; por eso, los dipu-murciélagos son los encargados de esparcir el virus de la corrupción, a toda la población, utilizando su excremento, que llaman Decretos, Leyes y Acuerdos Legislativos, para infectar a la población, que aún está libre del virus.
Frente a este sistemático ataque, pequeños sectores de la población han intentado defenderse, pero en forma aislada, sin cooperar unos grupos con otros, erigiendo barreras ideológicas, étnicas, religiosas y de otra índole, que son potenciadas por los medios de comunicación, vendidos a los patrones de la colina, propiciando la división, la exclusión, la discriminación y la mordaza. Cuando no es suficiente el bombardeo de propaganda falaz, se hace uso del monopolio de la fuerza, con la respectiva autorización del vampírico congreso, para fortalecer la pandemia.
Es sabido que la mejor forma de responder a una pandemia, es utilizando vacunas y medidas de protección. Pero, sobre todo, se debe construir un eficaz escudo de inmunidad, que proteja a todos por igual.
Los vampi-padres de la patria, como se hacen llamar, para realizar su execrable función sin contratiempos, han desarrollado su propio escudo protector llamado antejuicio, que es una excelente manera de conservar la impunidad y evitar que las condiciones económicas y sociales cambien, para la población del valle.
Esta población, para protegerse, debe eliminar lo que divide y separa a los grupos disidentes y, de común acuerdo, erigir un fuerte y eficaz muro de contención del virus de la corrupción; estableciendo un verdadero ESTADO DE DERECHO.
