Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

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Sandra Xinico Batz
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Guatemala es un país sin condiciones dignas para la niñez. Hambre, empobrecimiento, violencia y muerte, es lo único que ofrece a quienes trilladamente llama el “futuro”; un futuro en el que no solo no invierte, sino que ha abandonado por completo. En el sistema capitalista la niñez no importa, porque no le son económicamente productivos, se les concibe como seres sin decisión y sin capacidad de reflexión o entendimiento de la realidad, tampoco son prioridad para los gobiernos pues los partidos políticos no reciben votos de este grupo de la sociedad, por lo tanto, no obtienen ningún beneficio de este, prácticamente les son inservibles.

No, no es normal que, en un país, que se jacta de “democrático”, en 40 días hayan desaparecido a 236 menores y se hayan activado más de 500 alertas Alba Keneth, tampoco es normal que se mate, asesine a la niñez, tan solo de lo que se ha hecho público, en esta semana 4 menores fueron asesinadas y asesinados. La niñez además de estar desprotegida, su desarrollo está siendo truncado por la desnutrición y el agravamiento del acceso a la educación como resultado de la incapacidad del Estado y del gobierno de brindar este derecho en el contexto de la pandemia; no es que no haya recursos para invertir en la niñez, lo que no hay es voluntad.

Es perverso que en medio de estas olas de violencia que se ensañan contra la vida de la niñez y las mujeres, los políticos pretendan sacar raja con la pena de muerte, medida que no resolverá esta situación, porque la violencia en contra de mujeres, niñas y niños es sistemática y responde a problemas estructurales como el patriarcado, en el que los hombres tienen una gran responsabilidad, pues son quienes están asesinando con saña, odio y premeditación a las mujeres y la niñez; este odio es alimentado socialmente, es justificado y se ha normalizado, cambiar esto requiere reconocer que el patriarcado son relaciones de poder en desigualdad que están en detrimento de la dignidad de las mujeres y la niñez.

No es paradójico que esta sea la realidad de una sociedad en extremo religiosa y moralista, ya que las instituciones han tenido un papel fundamental en remarcar la desigualdad y legitimar el patriarcado, una evidencia de esto es posicionarse a favor de la vida, únicamente cuando se trata del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, de lo contrario la vida de la niñez no importa porque se justifica su empobrecimiento, porque ya nacidas y nacidos su bienestar no es prioridad para quienes se proclaman “provida”.

Hasta Giammattei ha salido a hablar de la pena de muerte, responsabilizando a las organizaciones de derechos humanos, una vez más, buscando dirigir la mirada de la sociedad hacia otro lado, evadiendo responsabilidades, porque el hambre, la desnutrición también son violencia y han venido matando a decenas de niñas, niños en todo el país, ¿acaso la pena de muerte resuelve esto?

El futuro de la niñez se está forjando hoy.

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