Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Un anuncio del Superbowl del domingo captó mi atención de manera especial: el de Jeep, narrado por Bruce Springsteen en el que hacía una invitación a los estadounidenses a juntarse en el medio de las distintas posiciones, usando como ejemplo una capilla que se encuentra a medio territorio de los Estados Unidos.

Y la verdad es que no solo fue un mensaje para los norteamericanos sino para todos aquellos que entendemos que muchas de las divisiones que vivimos son forzadas con el afán de mantenernos distraídos de lo que es verdaderamente importante y fundamental para la transformación del país.

Necesitamos encontrar catalizadores que nos permitan trabajar de la mano con el afán de fijar metas en virtud de las cuales podamos construir. Hay enemigos que debemos vencer pero esos no son los que piensan diferente o los que no repiten como loro lo que yo deseo.

Nuestros enemigos en común deben ser aquellas situaciones en las que no todos juegan bajo las mismas reglas, acciones en las que algunos están viendo cómo usan el dinero de la gente para su propio beneficio, intenciones para utilizar las instituciones del país como si fueran oficinas personales de los mafiosos de turno o de aquellos que han sabido ostentar el poder por décadas.

Tenemos en la desnutrición, en la pobreza, en la falta de oportunidades, en la migración forzada, en la inseguridad, en la corrupción, en la impunidad, en el crimen de todo tipo a verdaderos enemigos que debemos atinar a derrotar si deseamos construir una mejor Guatemala.

Y para eso necesitamos encontrarnos en un punto medio, pero entendiendo que ceder un poco para alcanzar acuerdos no significa que digo una cosa por un lado para “taparle el ojo al macho” y por el otro sigo operando con las mismas mañas de siempre para intentar obtener los mismos beneficios de siempre.

No podemos hablar de la necesidad de que exista certeza jurídica, de incentivar la inversión local y de atraer inversión extranjera seria y decidida, si seguimos pensando cómo es que vamos a incidir en la futura elección de la Corte de Constitucionalidad (CC) para que termine de salir “el beneficio” que me hará que mi caso quede sin delito que perseguir.

Así como unos piensan en cómo salir del financiamiento mal hecho, otros andan viendo cómo hacen para que sus contratos asignados no dejen rastro o para que sus extradiciones lleguen a topar con unos magistrados que se animen a declararlas sin lugar.

Otros ya se andan frotando las manos pensando que con una CC a la medida, la reelección presidencial es una opción o las candidaturas que no han podido ser por los golpes del padre serán una realidad, pero el punto es que “decimos” desear algo mejor cuando en realidad seguimos intentando construirlo con los vicios del pasado.

Esta elección hablará volúmenes de cada ente elector y dónde se encuentra su nivel de compromiso para con una nueva Guatemala. Aunque tarde, aquel que diga una cosa pero haga otra quedará en evidencia.

El país necesita que nos encontremos en medio pero a base de compromisos reales, de tener la entereza para enfrentar las cosas como Dios manda, con atributos pero sobretodo con transparencia y determinación.

Conformar una CC con deseos de impunidad o para satisfacer posturas personales será lo peor para el país, grave para los negocios y crítico para la ruta que necesitamos emprender.

Es La Hora de acabar con el divorcio entre lo que decimos y lo que hacemos.

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