Julio García-Merlos G.

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Julio García-Merlos
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El tema del momento es la elección de magistrados de la Corte de Constitucionalidad, lo es no solo por la elección extraordinaria en el Colegio de Abogados y Notarios derivada del fallecimiento del magistrado Bonerge Mejía y la deriva del proceso tras la elección del Juez Mynor Moto, sino porque la designación venidera de la octava magistratura tendrá una relevancia muy grande en casi todos los asuntos de Estado.

La situación que atraviesa nuestro país nos obliga a centrar nuestra atención en esta cuestión fundamental. En Guatemala se vive una crisis caracterizada por la polarización social y la desidia de la clase política. Esta elección constituye una oportunidad de converger en una causa común: elegir magistrados íntegros que ejerzan su función con imparcialidad e independencia. Magistrados que no respondan a ningún grupo de poder. Integrantes que no tengan procesos penales abiertos, ni acusaciones graves de corrupción.

Sobre este tema reflexioné en el evento virtual Proceso de designación de la Corte de Constitucionalidad: estándares y responsabilidad que organizó FUNDESA, Movimiento Pro Justicia y Guatemala Visible. En la parte central de mi alocución abordé el tema de las cualidades que deben tener los juristas que sean designados como magistrados. En mi opinión, las principales son la competencia profesional, la calidad ética o moral y capacidad para juzgar, esta última, según mi consideración, se le ha dado menos atención en los procesos de elección.

En este espacio no quiero ahondar en el tema del evento, sino en el hecho que el evento mismo constituye un esfuerzo de trabajo conjunto entre instituciones con visiones diferentes. Los integrantes de centros de pensamiento, organizaciones sociales, asociaciones empresariales y demás actores con relevancia en la opinión pública se encuentran frente a una encrucijada seria. Ya no se puede alimentar la cultura de la rencilla, el deterioro institucional es grave y estabilidad del sistema político está en entredicho.

Ejercicios como el que refiero en el parágrafo anterior se deben replicar en otros temas de relevancia nacional. No debemos perdernos en la nebulosa de la polarización cuando la dimensión del peligro es grave, si se continúa fomentando un debate sin profundidad, lleno de descalificaciones y una cultura de bloqueo, volveremos a tener los mismos resultados o peor aun, una prolongación de la actual Corte, como ha sucedido con la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Apelaciones. Una causa tan transcendental como la construcción de un Estado de Derecho sólido se logra mediante la unidad, en este momento extraordinario se espera que se tejan lazos ante el peligro inminente de una toma de los tribunales por intereses criminales.

A todos los ciudadanos de este este país nos conviene un sistema de justicia con jueces imparciales e independientes, uno que garantice el ejercicio de los derechos de todos y no sirva los intereses de grupos específicos y privilegiados. Los procesos se han caracterizado por un juego en el que cada grupo quiere impulsar a sus candidatos y tachar a los de los otros. Este proceso, lejos de ser un proceso transparente de evaluación, se ha convertido en un proceso de linchamiento público, lo que desincentiva la participación de buenos candidatos.

Ojalá buenos candidatos acudan a las convocatorias, porque esto dificultará a las instancias electoras, justificar una mala elección.

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