Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

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Sandra Xinico Batz
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Guatemala es un país misógino, una sociedad hostil para las mujeres. Son aberrantes las formas en que se arrebata la vida a las mujeres (de todas las edades), no es algo que ocurra hasta ahora, han sido miles de mujeres y cada día la situación empeora. Con saña y premeditación, con odio evidente, señales de tortura, de violaciones y violencia sexual, desmembramiento, quemadas y destrozadas; así se mata a las mujeres en una sociedad que nos odia por ser mujeres, esto es un problema estructural, porque cotidianamente se alimenta y legitima la violencia hacia nosotras. Ninguna mujer merece esto, ni porque sea bebé, niña, joven o adulta; el problema no radica en la edad, sino en cómo esta sociedad ha implementado y avalado mecanismos de opresión que están encaminados al femicidio, a la misoginia, a hacer de las mujeres un objeto, cuyo nivel de violencia que se ejercerá en su contra incrementará según su raza y clase.

El Observatorio de las Mujeres del Ministerio Público ha colocado en su portal de internet, el resumen de actividades correspondiente a la Alerta Isabel Claudina de mujeres desaparecidas, del 06/08/2018 al 30/12/2020; en este indican que en promedio se dieron 4 activaciones de alerta por día y de esta temporalidad permanecen 695 alertas activas. El 41% de las mujeres desaparecidas están en un rango de edad de 21 a 30 años y el lugar que ocupa el primer lugar en donde ocurrieron las desapariciones es el departamento de Guatemala; un 39% de las desapariciones (que es la mayoría de la tabla) se dieron entre las 6:00 a 11:59 de la mañana.

Es viernes, son las 4:38 de la tarde en Guatemala y solo hoy se han hallado 5 mujeres asesinadas, en distintos lugares, ayer fueron 4. En los 22 días transcurridos de enero, más de 28 mujeres han sido asesinadas con características misóginas. No hay que dejar de un lado, que no todos los casos de desaparición y asesinato de mujeres se registran, por distintas razones, una de ellas las limitaciones que el mismo sistema de justicia impone, en el que la revictimización, el machismo, el racismo, la corrupción generalizada, alimentan la impunidad y contribuyen a que el ciclo de violencia no cese.

La complejidad de esto no radica en las cifras en sí mismas, sino en lo que proyectan, en lo que reflejan y se niegan a escuchar: que la vida de las mujeres en esta su patria colonial, racista, misógina y patriarcal, no vale nada, que nos están matando, que es la forma en que se construyó esta nación la que hace que su funcionalidad esté basada en el sometimiento y empobrecimiento.

Según el INACIF, 220 bebés fallecieron violentamente en 2020 y del 1 al 17 de enero han realizado más de 40 necropsias en niñas, niños que fallecieron por hechos criminales.

Toda esta violencia es provocada y ha venido calando en todos los ámbitos, ensañándose principalmente en contra de las mujeres, la niñez, los pueblos nativos y otros grupos empobrecidos.

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